El director George Pehlivanian afirma estar dispuesto a ser titular de la ONE 'si me lo piden en el ministerio'

Empieza hoy la temporada de la Orquesta Nacional de España y los candidatos a ser nombrados directores titulares -un puesto vacante desde hace 11 años- se ponen en liza. El año lo inaugura George Pehlivanian, joven director, 38 años, nacido en Beirut y con nacionalidad estadounidense en la actualidad, que ha colaborado anualmente con la formación desde 1997.

'Conozco los problemas que tiene esta orquesta [cuyo estatuto laboral va a ser reformado esta legislatura por el Ministerio de Educación y Cultura]. No entiendo que las autoridades le presten tan poca atención, pero quiero decir que si me ofrecen ser director titular lo aceptaré. El problema es que nadie del Gobierno me ha llamado', asegura el músico, en un español voluntarioso, que ha ido aprendiendo poco a poco.

Pehlivanian abre el año con el Concierto para violín y orquesta, de Brahms, en el que Vadim Repin actúa como solista, y la música que Prokofiev puso a la película Alexander Nevsky, de Eisenstein. La semana siguiente, el director residente hoy entre Los Ángeles y París volverá al Auditorio Nacional a hacer Ameriques, de Varèse, y el Concierto para piano y orquesta número dos, de Brahms.

El caso es que el director ha elegido a Brahms para empezar un año caliente. 'Es mi músico favorito. Un romántico verdadero. Su música fue surgiendo tarde, la primera sinfonía la compuso con 40 años, pero por eso es tan madura e incontestable. Como los vinos viejos, tiene una buena fermentación', afirma.

Con él y con dos programas variados que alternan piezas de vanguardia y ruptura, algo que le gusta hacer a este intérprete y que van desde la obra de Varèse -'es un músico que borra el pasado y empieza desde cero una nueva era', dice- al nuevo sinfonismo de Prokofiev, que Pehlivanian define: 'El cine también abrió caminos para la música. En este caso, se puede imaginar la película escuchando la obra de Prokofiev', cuenta.

Pehlivanian, que ganó en 1991 el premio del concurso de dirección de Bessançon (Francia) y era el primer estadounidense que conseguía el galardón, es, según él mismo, el candidato favorito de los músicos de la ONE. 'Ellos me quieren y me respetan, yo adoro la orquesta pero ellos están maniatados para tomar una decisión. Es difícil de explicar nuestra relación. Es como el amor, surge dos o tres veces en la vida y hay que aprovechar las ocasiones. Eso les pasa también a los directores y a las orquestas, cuando conectan tan bien, más allá de lo razonable, hay que lanzarse', cuenta el músico.

Les defiende a capa y espada. 'Sé que hubo un problema porque se negaron a hacer ensayos extraordinarios para interpretar la Novena sinfonía, de Mahler. Yo les hubiera apoyado porque no necesitan más de cinco ensayos para hacerlo, y eso lo tiene que saber la gente. La orquesta está de sobra preparada'.