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Reportaje:SIGNOS

El sueño de Falla y García Lorca

Intelectuales y técnicos de prestigio entran en el mundo flamenco para enriquecer este arte

Cuando Falla y Lorca organizaron el Concurso de Cante Primitivo Andaluz en la Granada de 1922 intentaron reunir los restos flamencos del naufragio producido por el 98 usando como medio la fórmula del incentivo económico a los mejores cantes. El fin era otro: crear con lo hondo un ambiente parecido al de grandes capitales como París o Viena. Lo hondo, el cante primitivo andaluz, serviría de hilo conductor de un nuevo fenómeno musical y escénico y por eso, en el Patio de los Aljibes, tenían tanta importancia los que estaban sobre el escenario como un público, formado por lo más granado de la intelectualidad. Todos usaban el mismo asiento, la silla de anea que les sirvió para guarecerse de la lluvia la segunda noche.

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Sin embargo, años después lo secundario se había convertido en principal y todos los concursos que florecieron durante más de medio siglo pretendieron revivir el granadino poniéndose a buscar la pureza del cante, del baile y del toque. Se quedaron en el ámbito de una afición reducida cuya máxima aspiración se centraba en la simple erudición. Siendo el flamenco una manifestación artística de similar potencia al jazz, pocos fueron los que pensaron en extenderlo a los territorios de las demás artes y mucho menos introducirlo en el campo de la economía andaluza.

Podría haberse pensado que, siguiendo esta línea, la fuente flamenca estaba condenada a secarse. Y, sin embargo, en la Bienal de Flamenco más de 700 profesionales de la música, la danza y las artes teatrales, unos 100 técnicos de luces, sonido, vestuario, atrezo o escena... y decenas de empleados teatrales han logrado sentar durante dos horas a más de 60.000 espectadores, con un buen porcentaje de extranjeros, en 10 espacios escénicos para contemplar más de 60 espectáculos.

Esta Bienal, con noches de flamenco tradicional y otras -la mayoría- que se salían de la norma y hasta rayaban o traspasaban concepciones vanguardistas, ha dejado ver fenómenos nuevos en el género. Dorantes, Canales, Javier Barón y José Luis Ortiz Nuevo, Tomatito, Sara Baras, Lluís Pascual y Manolo Sanlúcar, Arcángel, Jesús Quintero y Manuela Carrasco, Juan José Téllez, Eva la Yerbabuena y Hansel Cereza, Javier Latorre, Mauricio Sotelo y Juan Carlos Romero, Cristina Hoyos y José Luis Castro y otros varios, han presentado propuestas que poco tenían que ver con la escena de un cantaor, sentado junto al guitarrista, en la silla de anea. Allí el espectáculo flamenco dejaba de ser un simple recital para convertirse en un complejo entramado dramático y musical en cuya creación participan guionistas, directores, escenógrafos, sastres y luminotécnicos.

Esta novedad de la inmersión en el mundo flamenco de intelectuales y técnicos de prestigio ha llevado frecuentemente a la plasmación de productos con decenas de personajes que ya no sólo engrosan los cuerpos de baile en el fin de fiesta sino que actúan a lo largo de la obra o tocan los más diversos instrumentos; al final, todo está desembocando en la formación de verdaderas compañías que permanecen durante años. Ése es el caso de las de María Pagés, Sara Baras, Eva la Yerbabuena y Javier Latorre, a los que, a partir de ahora, tendrán que seguir otros varios.

La gran mayoría de estos profesionales del cante, el baile o un instrumento musical -una nueva generación- han pasado por conservatorios o escuelas similares, aunque en su partida de nacimiento figuren apellidos de las familias flamencas, por lo que, en estos establecimientos, las artes de El Fillo, la Mejorana o Paco el Barbero comienzan a constituirse en un horizonte profesional más dentro del mundo escénico, musical y de danza.

Manuel Pezzi, director del programa sobre la segunda modernización de Andalucía, confiesa que ahora mismo existe un 'debate' en el seno de los equipos de expertos sobre la cultura tradicional, considerada retardataria por muchos, en la que ahora se abren en campos como éste nuevos horizontes de modernidad.

Por su parte, en los borradores del Plan Estratégico Sevilla 2010, partiendo del axioma de que una ciudad que sólo es perceptora de lo que crean otras pierde su personalidad, se comienza a diseñar una Ciudad del Flamenco, dentro de la dedicada a las artes escénicas. Es la línea que siguen artistas como Antonio Canales o Eva la Yerbabuena, que han pasado a acompañar a Cristina Hoyos, Israel Galván y Dorantes, fijando su residencia y su estudio en Sevilla. Para todos ellos, como para la mayoría de los que han presentado espectáculos, los objetivos no son ya los festivales de verano sino escenarios de Broadway, el bulevar des Capuchins, los grandes espacios madrileños, barceloneses o el Festival Internacional granadino de Música y Danza.

Y es que la calidad de mucho de lo presentado en esta XII Bienal de Arte Flamenco ha sido alta. Han pasado 80 años del evento granadino. La Bienal está haciendo florecer el sueño de Manuel de Falla y Federico García Lorca, ha dicho su director Manuel Herrera.

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