_
_
_
_
AMÉRICA LATINA

Torbellino financiero en Brasil

El alza del dólar complica la situación económica en vísperas de la segunda vuelta electoral

La fuerte y seguida alza del dólar en Brasil, que ya alcanza el 72,28% este año y el 27,19% en los últimos 30 días, ofusca a los analistas, preocupa a empresarios, desespera a políticos oficialistas, inquieta a la oposición, alegra a especuladores y trae más confusión al complejo escenario político y económico del país. Quien sea el presidente que salga de las urnas el domingo 27 de octubre, encontrará un panorama más complejo y preocupante de lo que se preveía a principio. Necesitará reconquistar la confianza de los mercados.

El presidente del Banco Central pide que los candidatos rechacen 'políticas exóticas', en lo que se ha considerado una clara alusión a Lula

El alza del dólar en Brasil marcó la primera semana después de las elecciones del domingo, 6 de octubre: el jueves, la moneda norteamericana cerró a 3,99 reales, un 2,79% superior al día anterior. Durante algunos minutos, el dólar se cotizó a 4,05 reales a la venta, rompiendo la que era considerada la nueva barrera psicológica del mercado financiero brasileño. Como consecuencia inmediata, el índice de riesgo del país superó la marca de los 2.300 puntos, y los C-Bonds, principales títulos de la deuda pública, que habían recuperado terreno en los últimos días gracias a las masivas compras efectuadas por el propio gobierno brasileño, volvieron a situarse por debajo de la mitad de su valor nominal (0,49 centavos por cada dólar).

De hecho, lo que hasta julio o agosto era considerado una señal clara de un doble movimiento -la fundada preocupación por la situación económica del país, por un lado, y por otro la especulación desenfrenada- puede ser considerado, a partir de ahora, como una clara señal de que la situación está al borde del descontrol.

El dólar ha roto todas las barreras, y cuando faltan dos semanas para el turno electoral definitivo, las autoridades monetarias, empezando por el Banco Central y por el súbitamente callado ministro de Hacienda, Pedro Malan, parecen perdidas en medio de un tiroteo. No saben hacia dónde correr, ni cómo protegerse, y menos cómo reaccionar.

Medidas ineficaces

El pasado jueves, cuando finalmente los esfuerzos del gobierno se revelaron inútiles y el dólar superó la barrera de los cuatro reales, el economista jefe del banco Lloyd's TSB, Odair Abate, definió la situación: 'Si el mercado sigue en esta actitud de puro miedo frente a la perspectiva de una victoria de Lula y sus consecuencias, el gran riesgo que corre este mismo mercado es transformarse en su propio Lula'. Son grandes las perspectivas de que el ex sindicalista alcance la presidencia de Brasil, y tan pronto se supo que habría una segunda vuelta la tensión en el mercado financiero llegó a niveles máximos. El oficialista José Serra tiene posibilidades de dar la vuelta a la situación, pero no ha logrado transmitir esa sensación al mercado.

Desde que el dólar rompió por primera vez, el 2 de agosto, la entonces barrera psicológica de los 3 reales, un torbellino empezó a sacudir los mercados financieros brasileños. El Banco Central ha quemado reservas, lanzado medidas supuestamente duras sobre bancos y operadoras, movilizado todos los instrumentos y todas las armas que tiene a mano, y nada. Las consecuencias han sido contundentes: afectan de manera brutal a la deuda pública, ya que casi la mitad de ella está indexada al dólar; afectan a las tasas de inflación, paralizan las inversiones y se extienden a la desconfianza de que, de mantenerse este tropel, el gobierno deje de poder cumplir con sus compromisos externos. El pasado jueves, con el dólar cotizando momentáneamente a cuatro reales para luego retroceder mínimamente a 3,98, el mercado admitió haber perdido el rumbo.

El día anterior, el presidente del Banco Central, Arminio Fraga, admitió que Brasil enfrentaba una 'grave crisis de desconfianza'. Aseguró que esa crisis es 'administrable', y aprovechó para pedir una vez más a los dos candidatos a la presidencia, el oficialista José Serra y el oposicionista Lula da Silva, que actúen de forma responsable y traigan 'coherencia y claridad al debate político'. Fraga respondió, de esta forma, a lo que había dicho Lula hace pocos días: la responsabilidad de la política económica le toca al actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, y hacia él deben encaminarse pedidos de medidas que tranquilicen a los mercados financieros.

Fraga afirma que los compromisos asumidos en la etapa electoral anterior por todos los candidatos, incluso los que ahora disputan la segunda vuelta, diciendo que respetarán ciertas políticas económicas adoptadas por el actual gobierno (respeto a compromisos internacionales, principalmente, pero también de austeridad fiscal y de llevar hacia adelante reformas estructurales no realizadas por el gobierno Cardoso) no han sido suficientes. El presidente del Banco Central pide ahora que los candidatos rechacen claramente 'políticas exóticas', en lo que se ha considerado una clara alusión a Lula, que anuncia cambios en la política económica pero respetando fielmente compromisos asumidos. Finalmente, Fraga admitió que nunca imaginó que enfrentarían un periodo de 'tamaña turbulencia'.

Entre los analistas se reitera una frase desde principios de junio: nadie sabe qué podrá pasar. La diferencia es que ya nadie se anima a completar la frase con una vieja broma -'incluso, que no pase nada'- pues los estragos provocados en el panorama económico en los últimos tres meses son demasiado visibles y profundos.

La meta de inflación pactada con el FMI para 2002 ya voló lejos, llevándose con ella el objetivo previsto para 2003. En los últimos 12 meses, la tasa acumulada ronda el 8% frente al 5,5% de objetivo del Fondo. A estas alturas, además, hablar de objetivos suena a chiste de mal gusto para los analistas y economistas independientes. Dentro de un mes, el mismo FMI que en septiembre concedió un préstamo de 30.000 millones de dólares a Brasil, enviará un equipo técnico para analizar el comportamiento de la economía entre septiembre y noviembre. Del resultado de ese análisis dependerá la liberación de una segunda cuota de 3.000 millones de dólares (la primera ya fue liberada), y es imprevisible lo que ocurrirá hasta entonces.

Más incertidumbre

Los otros 24.000 millones de dólares quedan pendientes para el año que viene, con nuevo presidente, nueva política económica, nuevos resultados, nuevos análisis. Tal como andan las cosas, la liberación de esa gran cantidad de dinero a Brasil es tan incierta como la búsqueda de la fuente de la eterna juventud.

De aquí a fin de mes vencen títulos del gobierno por 4.700 millones de dólares. El sector privado tiene compromisos por otros 2.000 millones. La política del Banco Central, de anticipar para este segundo semestre el vencimiento de títulos originalmente previstos para 2003 y 2004 es ahora considerada por economistas independientes, como una acción desastrosa.

Allá por abril o mayo, el gobierno se dio cuenta de un dato claro: era cada vez más difícil renegociar plazos que avanzaran ya en el periodo del próximo presidente. Para demostrar que no aceptaría el juego de fuerza con el mercado, el Banco Central anticipó para ahora los vencimientos, y como resultado, la presión sobre esos papeles aumentó de manera brutal. El mercado se muestra claramente desinteresado en mantener posiciones atadas a títulos del gobierno, y prefiere rescatarlos y sustituir la actual protección (títulos indexados) por dinero. Para aceptar nuevos plazos, los operadores llegan a exigir tasas anuales de interés de entre un 40% y un 58%.

Un vencimiento el 17 de octubre y otro el 23, a 10 y cuatro días, respectivamente, de la decisión electoral, ya sería motivo para una brutal presión sobre el real. El resto del escenario no ha hecho más que llevar la situación al borde del caos.

El salvador del real y la ironía del adversario

'Conmigo, la economía volverá a tranquilizarse. Vamos propulsar las exportaciones y sustituir las importaciones y, por encima de todo, nuestra política económica tendrá previsibilidad para los inversionistas'. La frase mesiánica, típica de campaña electoral, fue lanzada el jueves, en medio del torbellino que barrió al mercado financiero, por el candidato oficialista José Serra.

El único efecto logrado ha sido la risa de los que todavía tienen humor para tanto, y una reacción firme de sus adversarios políticos. Aloizio Mercadante, principal economista del Partido de los Trabajadores y el senador más votado de Brasil, contestó a bocajarro: 'El gobierno se desestabilizó con el resultado de las urnas. Están nerviosos, pero tienen que aprender que ganar o perder forma parte de la democracia'. El asesor económico de Lula, Guido Mantega, aprovechó la bravuconada de José Serra para ir más allá: dijo que Armínio Fraga, presidente del Banco Central, 'tiró de la manta', y que por eso el dólar no deja de subir. Mantega, en realidad, no hizo más que reproducir un comentario que se intensifica en el mercado de cambios desde el pasado miércoles, en el sentido de que los recursos del Banco Central para mantener el real bajo control están tocando techo.

Para empeorar aún más el clima, y anticipar lo que podrá pasar de aquí en adelante, un lapsus linguae de Armínio Fraga trajo a la superficie un rumor que apenas empezaba a insinuarse entre algunos bancos y operadoras de mercado: la posibilidad de que se restaurase en el país el control central del cambio.

Ese rumor, en realidad, formaba parte hasta ahora de lo que economistas independientes llaman 'arsenal de terrorismo financiero', o sea, circulaba como insinuación de que un eventual gobierno de Lula retornara a la centralización del cambio. Nadie le dio mucha importancia, hasta que el presidente del Banco Central advirtió sobre ese riesgo. Resultado: el tema pasó a ser tratado como perspectiva real, aunque distante. Otro tiro que el gobierno dispara al propio pie, sin alcanzar el verdadero blanco, es decir, la candidatura de Lula.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_