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Reportaje:

París desestabiliza el Pacto

El Gobierno francés rechaza la reducción del déficit público y deja en entredicho al acuerdo de Estabilidad de los Doce

Carlos Yárnoz

'En Francia tenemos otras prioridades'. El comentario del ministro francés de Finanzas, Francis Mer, al concluir la tormentosa reunión del Eurogrupo -ministros de Finanzas de la eurozona- en la madrugada del pasado miércoles, resume perfectamente lo ocurrido. En efecto, el nuevo Gobierno conservador francés salido de las urnas la pasada primavera prefiere ir por libre: es el único que rechaza una reducción del déficit público a partir del año que viene y, de paso, deja en entredicho el elemental principio de que los países de la moneda única coordinen sus políticas económicas. Así, París protagoniza estos días el más duro golpe al sagrado Pacto de Estabilidad suscrito en Ámsterdam hace cinco años.

Los presupuestos generales franceses prevén mantener para el ejercicio de 2003 el mismo déficit nominal del 2,6%
Pedro Solbes considera que el Pacto de Estabilidad está 'en una encrucijada'. En las próximas semanas se sabrá si continúa vivo

El golpe bajo al Pacto se suma a los zarandeos que vienen sufriendo desde que el año pasado las economías europea y mundial sufrieron un espectacular frenazo aumentado por el 11 de septiembre. Entonces, los países europeos ya quedaron divididos en dos bloques: de un lado, los que habían aprovechado los años de bonanza y de crecimientos cercanos al 3% para equilibrar sus presupuestos, como exige el Pacto, o incluso lograr superávit. Se trata de los llamados países virtuosos, como España, Bélgica, Austria, Holanda, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Finlandia. En el otro bando, los incumplidores, entre ellos la locomotora de la economía europea: Alemania, Italia, Francia (los tres suponen el 62% del PIB de la eurozona) y Portugal, a los que el frenazo les pilló sin haber reducido sus déficit y, por tanto, en pésimas condiciones para hacerlo con crecimientos muy bajos.

La división auguraba a medio plazo una crisis. Y así ha sido. Las primeras escaramuzas se vivieron a finales del año pasado, cuando el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pedro Solbes, convenció a sus colegas para lanzar el procedimiento de aviso previo o alerta temprana contra Alemania y Portugal por presentar elevados desequilibrios presupuestarios. Unas semanas después, sin embargo, los ministros de Economía (Ecofin) anularon el procedimiento ante la simple promesa de Alemania y Portugal, ambos en pleno ambiente electoral, de que en ningún caso sus déficit rebasarían el límite del 3% sacralizado en el Pacto.

En primavera, el Gobierno portugués salido de las urnas en marzo reconoció que Lisboa había registrado en 2001 un déficit del 4,1%, casi el doble de lo que había comunicado el anterior Gobierno a Bruselas (2,2%), por lo que la Comisión ya ha lanzado el procedimiento por déficit excesivo que, en el peor de los casos, podría desembocar en un depósito del 0,5% del PIB portugués si no se produce una rectificación. También París (del 1,8% al 2,6%) y Roma (del 0,8% al 1,8%) corrigieron al alza sus previsiones para este año.

En paralelo, los datos sobre el ansiado repunte económico han sido más y más decepcionantes. Hasta el punto de que en el Ecofin de comienzos del mes pasado en Copenhague la Comisión anunció que el crecimiento de este año en la zona euro 'difícilmente crecerá por encima del 1%', frente al 1,6% previsto inicialmente y ya rebajado después al 1,4%. Y para 2003, ya ha quedado en el olvido el objetivo de alcanzar el 2,9%. Alemania ha anunciado que sólo crecerá el año que viene 1,5% en lugar del previsto 2,5%.

Ante este panorama, Solbes optó por el pragmatismo. El 24 de septiembre, y tras consultar con el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, propuso la siguiente fórmula: los incumplidores deben comprometerse a reducir anualmente sus déficit al menos en un 0,5% de sus PIB, de forma que la eurozona alcance el equilibrio presupuestario como muy tarde en 2006, dos años más tarde que el límite pactado en junio pasado, y cuatro más que el horizonte manejado a comienzos de la década.

Veinticuatro horas después, llegó el jarro de agua fría desde París: los presupuestos franceses prevén mantener en 2003 el mismo déficit nominal de 2,6%. Las veladas amenazas de Solbes de lanzar una alerta contra París no han tenido efecto. Al contrario. En la reunión del Eurogrupo celebrada en la noche del lunes al martes pasado en Luxemburgo, 'todos menos uno', como insistieron los ministros, se comprometieron a rebajar sus déficit en 2003, mientras el francés Mer insistía en que París tiene 'otras prioridades'. A la vez, el Eurogrupo optó por no hacer referencia alguna a año 2006 y mantener como 'límite jurídico' pactado, aunque ficticio, el 2004. Para el español Rodrigo Rato, a la cabeza de los virtuosos, es obvio que Europa no logrará crecer más con políticas presupuestarias laxas, sino que tendrá dos problemas en lugar de uno: menor crecimiento y más déficit.

Ése es el camino marcado ya para este año. El Eurogrupo anunció que el déficit de la eurozona en 2002 se elevará hasta el 2%, cuando las previsiones eran del 1,4% (0,2% en 2000 y 1,4% el año pasado). Ahora, la atención está fijada en el 13 de noviembre, día en que la Comisión Europea revisará, evidentemente a la baja, todas las previsiones económicas para este año y el siguiente. Una semana antes, el Ecofin tendrá que bendecir la apertura del procedimiento de déficit excesivo contra Portugal. Antes de fin de año, además, los Gobiernos presentarán ante Bruselas sus programas de estabilidad para el año que viene con los compromisos que adquieren en materia presupuestaria.

La combinación de todos esos elementos marcarán las claves sobre el futuro del Pacto de Estabilidad. Como repite Solbes, ese Pacto, referencia básica hasta ahora para la coordinación de las políticas económicas de la zona euro, está 'en una encrucijada'. En las próximas semanas se sabrá si continúa vivo o el virus que le han inoculado cabalga sin freno por Europa.

`Presupuesto poselectoral´

Los conservadores franceses habían repetido durante toda la campaña electoral que, si ganaban, bajarían un 5% en este mismo ejercicio la presión fiscal sobre las rentas y aumentarían los gastos en seguridad y defensa. Dicho y hecho. Esta vez no fueron simples promesas electorales. París ha presentado un 'presupuesto poselectoral', un término ya acuñado estos días en Bruselas.

El Gobierno de Jean-Pierre Raffarin prevé para el año que viene bajas impositivas por valor de 4.100 millones de euros y, a la vez, gastará 6.400 millones más en defensa y creará 5.300 nuevos puestos de agentes policiales. Resultado: el año que viene el déficit público francés será de 44.600 millones de euros, un 2,6% por ciento del PIB, es decir, el mismo porcentaje previsto para este año.

El ministro Francis Mer ya ha dicho que intentará en el futuro reducir el déficit, pero siempre que Francia crezca a un ritmo anual del 2,5%. La Comisión sólo ve una explicación al desplante en solitario de París: el empeño del Gobierno en cumplir sus promesas, algo a lo que ni los ciudadanos ni los ciudadanos están acostumbrados. De paso, en Francia y en Europa se abre la polémica sobre la conveniencia de levantar o no la mano a la hora de aplicar el corsé del Pacto de Estabilidad. Para Rato, es una cuestión de preservar 'la credibilidad' de la zona euro. Solbes aún va más allá: se trata de saber si los Gobiernos están realmente dispuestos a cumplir lo que pactan, en este caso sus propias reglas para lograr el equilibrio presupuestario.

Y lo paradójico es que hasta ahora cumplen países a los que, como España, se les impuso en 1979 desde Berlín el Pacto de Estabilidad ante la desconfianza que levantaban. Para aliviar la afrenta, Alemania se agarra hoy a las puertas abiertas por la Comisión Europea para medir el déficit con nuevos métodos en los que pese más el déficit estructural que el nominal y que, de paso, cuenten mucho más conceptos como el de la productividad y el paro. Así, las diferencias en contra Berlín o París serán menos obvias.

Y no todas las voces claman en el mismo desierto. El Centro de Predicciones Económicas español (Ceprede) considera que se prolongará la desaceleración internacional de la economía, lo que podría afectar 'sensiblemente'a la economía española, puesto que los motores del crecimiento de los últimos años (empleo e inversión en construcción) comienzan a dar signos de 'atonía'. Así, la flexibilización del Pacto de Estabilidad y Crecimiento adptado por las autoridades europeas 'ha sido la mejor noticia' del mes. Un resultado al que no ha sido ajeno el Ejecutivo francés. Y sigue la polémica. ¿Hasta dónde?

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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