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DON DE GENTES
Columna
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Por los cerros de Úbeda

Elvira Lindo

YA ESTOY AQUÍ. Y no ha sido fácil. No he vuelto por vocación. Ni por sentido de la responsabilidad. No he vuelto porque me lo pidiera mi público (nadie me ha pedido nada). He vuelto porque nos llamó el director del banco y nos metió un rollo (el hombre, muy educado) sobre la cuenta de la Visa y unos recibos impagados y tal. En fin, esos pequeños detalles que te hacen la vida más desagradable. He vuelto porque tengo una familia que alimentar y porque no quiero ni pedir ni robar. Aunque, la verdad, tendría su punto pedir en la calle con mi abrigo Benarroch. Podría ponerme en la propia puerta de la tienda Benarroch. Sería supersimbólico. La cosa es que le dejé a mi santo un libro que me encantó, las memorias de Harpo Marx, para que se me desintoxicara un poco de tanto genocidio, y para qué lo haría. Ha encontrado un alma gemela. No en el propio Harpo (aunque también: no son grandes amantes de la conversación), sino en Frenchy, el padre de los Marx. Cuenta Harpo que su padre siempre estaba en casa, era sastre pero que se pasaba el día cocinándoles, con tres tonterías que hubiera en la despensa se las arreglaba para hacer un guiso y sólo de vez en cuando se acordaba de su verdadera profesión y cortaba un traje. Mi santo se identifica. Se pasa el día con el delantal a rayas rojas y negras de carnicero que le regalaron los niños por su onomástica, y sólo de vez en cuando pone un huevo, o sea, escribe unas líneas. ¡Ése es mi hombre! Y mientras, yo, como la madre de los Marx, que siempre estaba en la calle, andorroteando en busca de dinero y organizándoles a sus hijos un porvenir como cómicos (aunque ellos no querían). Yo no quiero que sean cómicos, para eso ya estamos mi santo y yo (estarán ustedes de acuerdo), yo me decanto por que sean del Opus, que es lo más fashion. Sin ir más lejos, Bicoca, que se salió hace años porque Bicoca no le da un puto duro a nadie (así mismo me lo dijo un día que la acompañé a misa a los Jerónimos cuando pasaron el cepillo, y me dejó muerta), resulta que ahora está pensando en volver a la Obra porque viajó al Vaticano con unos camaradas para la canonización de Monseñor y se lo ha pasado como Dios, dice que ha habido mucho tomate y encima se ha traído un bolso de Fendi que es un pasote.

No he vuelto a escribir sólo por dinero, también es cierto que la actualidad me llamaba. Por ejemplo, un día llaman por teléfono, ring, ring, quién era, el mismo Sabina, que quería invitarnos a mi santo (su paisano) y a mí a cenar en su propio domicilio. También me pidió el teléfono de Evelio porque dice que quiere hacerse un poyete como el de mi santo para tocar la guitarra en su piso de Tirso de Molina. A mí, el hecho de haberlo visto en esa foto de EPS posando como Dios lo trajo al mundo en su Úbeda natal como que me cortaba un poco a la hora de cenar con él, porque yo a un hombre, después de haberlo visto en bolas, no sé dónde mirarlo cuando está vestido, vaya, que no se me va de la cabeza el miembro, por decirlo pronto. Por cierto, que mientras nos estábamos maqueando para la cena, llama mi suegra y le dije: vamos a cenar en casa del muchacho éste de Úbeda que canta (así lo conocen ellos), y me dijo: 'Ay, nena, qué poco ha gustado aquí ese retrato, qué poca gracia ha tenido esa revista en retratarle de esa manera; un muchacho tan sano y tan buena persona dejarse hacer eso, a lo mejor es que le dieron algo y no estaba en sus cabales'. Se lo comenté a mi santo según entrábamos en la casa del cantante de Úbeda y me dijo: 'Nosotros hacemos como que no hemos visto la foto y nos quitamos de líos'. Pero el tema salió, claro, porque se palpaba en el ambiente. Juanito Vida, pintor granadino, le preguntó a bocajarro a Sabina si era cierto eso que se decía de que la foto estaba trucada y que el cuerpo no era suyo, sino de Rosendo. Y yo le pregunté, ya puestos, si previamente hubo algún tipo de manipulación para que (dicho miembro) le saliera más grande. Las mujeres allí presentes estábamos de acuerdo en que el pene (qué terminología) estaba un pelín elevado y al biés, como en proceso de elevación. Él juró que no había trampa, que era normal que en Jaén se dieran esas 'pollas de corral' (sic). Y el pintor Juanito volvió a la carga: 'También he oído que el cuerpo era de Aute y que tú sólo pusiste la cabeza'. A Sabina se le hincharon los dos complementos del mítico miembro, le dio un codazo a mi santo de gran complicidad y dijo: 'Mucha envidia es lo que hay en Granada'. A lo que Juanito respondió: '¿Envidia? Por lo menos en Granada tenemos dos cejas, no como en otras provincias españolas'. El pintor y el cantante se cruzaron miradas de odio interprovincial. Menos mal que mi santo intervino: 'Por Dios, limemos nuestras asperezas, ¿no somos todos hijos de la gran patria andaluza?'. Y levantó su copa diciendo: '¡Viva la Chiquitilla del Gavellar!' (la Virgen Ubedí), y Sabina respondió: '¡Viva Úbeda Católica!'. Al día siguiente se lo conté a mi suegra. Se emocionó considerablemente. Además, le dije, creo que la foto está trucada, que el cuerpo era de Paco Porras y él sólo puso la cabeza. Y la mujer pues se quedó más tranquila.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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