Se dispararon las susceptibilidades
Quién más, quién menos, ha de comprender el respingo del presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), Rafael Ferrando. Todo en su punto lo tenía para conmemorar amb flors i violes el 25 aniversario de dicha corporación patronal cuando en la misma víspera -y hablo del lunes último- la elitista Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) reúne en Elche el cogollo del estamento industrial ilicitano y del país, los presidentes camerales y de las dos grandes entidades de ahorro valencianas, con la guinda del molt honorable José Luis Olivas. Cualquier cosa puede pensarse, menos que se trataba de una mera reunión de trabajo a la sombra de los penachos y al amor de un arroz amb crosta.
Como era de esperar, todas las antenas políticas y mediáticas han tratado de interpretar el significado de este encuentro singular promovido por Federico Félix, quien preside la referida y exclusiva asociación. Unos han visto en este fasto la puesta en escena para acrecentar -incluso con nuevos miembros- el poderío de AVE, opinión que se nos antoja aventurada habida cuenta de que agrupa ya a lo más granado del Gotha empresarial indígena. ¿Qué más pueden pedir? Otros, no sin malicia, han deducido que la operación estaba concebida para entonar la figura del citado Federico Félix, lo cual es tanto como otorgarle una capacidad de convocatoria que, paradójicamente, esos mismo intérpretes le recortan. Y, por último -sin ignorar otras versiones-, abundan quienes han intuido que mediante esta operación AVE pretende pisarle las flores a la CEV constituyéndose en primus inter pares del universo empresarial.
Entre estos se alineó inicialmente Rafael Ferrando, como se desprende del discurso que pronunció ante casi un millar de los suyos. Sin señalar con el dedo, pero señalando, se refirió a la independencia de la entidad que preside, ajena -dijo- 'a los intereses legítimos, pero particulares, de determinados grupos de poder económico'. No hacía falta ponerle apellidos al destinatario del aviso. Pero para hacerlo bueno, digo del aviso, había que tener más atributos y, casi a renglón seguido, la andanada quedaba matizada: 'no hablaba de grupos concretos', subrayó. Entre bomberos no está bien que se pisen la manguera. Reconciliados y en paz, cada cual queda en su cortijo y Dios -y AVE- en la de todos.
Al fin y al cabo, si hemos de creer -y por ahora no hay fundamento para colegir otra cosa- AVE no pretende más que ejercer de animador social o avalentador de las grandes causas colectivas, como han sido y son el tren de alta velocidad y el Plan Hidrológico Nacional. Pone el acento en este aspecto y en otro: no representa ni aspira a representar a nadie, ni a inmiscuirse en cercados corporativos ajenos, al decir de sus portavoces. Podremos cuestionar la idoneidad de la fórmula y preguntarnos si tales objetivos no son factibles desde el seno de las patronales establecidas, pero tampoco hay que desquiciar las conclusiones si este grupo entiende que alcanza mayor eficacia conjugando el peso empresarial de sus componentes y la agilidad de sus decisiones, libres de trabas orgánicas o asamblearias. No obstante, después de la Cumbre de Elche, donde AVE ha pretendido diseñar una 'nueva frontera', habrá que acentuar el seguimiento de esta capilla de notables. Sería prodigioso que, de una vez, cuajase por estos lares un grupo de presión que mirase más allá de sus intereses privados. En todo caso, la congregación empresarial valenciana tiene observadores sagaces y será muy clarificador el diagnóstico que emitan de este suceso.
Tan presidente como los dos anteriores
El miércoles pasado, el presidente José Luis Olivas era entrevistado en estas páginas. A mi parecer, resulta más resuelto y brillante en el cuerpo a cuerpo periodístico que en sus comparecencias públicas. Se crece. En una de sus respuestas afirmó que es tan presidente como los dos anteriores, lo que resulta obvio en punto al tratamiento protocolario que le corresponde, que de eso se trataba, así como a todos los demás atribuciones. Sin embargo, el mero hecho de reivindicar esta cualidad ya delata una anomalía en su origen, comprensible y tolerable, si se quiere, pero que ha requerido una especie de parche poroso a lo que ha sido, en suma, una quiebra de nuestra personalidad autonómica.
PRIVATIZAR RTVV
Aseguran quienes saben que será en esta legislatura cuando se proceda a privatizar más si cabe la gestión de RTVV. Eso quiere decir que, hasta que se produzca el suceso, todo el personal que trabaja en esa casa vive en sensación de precario, pues no se conocen los términos del nuevo régimen administrativo, ni tampoco que control de contenidos que se reservará el Gobierno, si es que tiene previsto reservarse alguno. Ya va siendo hora de que enseñe el pico de su propuesta para aliviar desasosiegos o acomodarnos en la resignación ante la fatalidad.
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