Venganza inverosímil

The salton sea es un cruce entre drama de corte psicológico (a la postre, de lo que habla es del conflicto de identidad en que se sume un músico, Kilmer, por hacerse pasar por quien no es y mejor planear una venganza) y filme criminal, un esforzado intento por construir un discurso con lenguaje propio que, no obstante, naufraga en los abismos de lo conocido.

Mezcla de peripecia criminal ambientada en el submundo de las drogas, con abundancia de referencias musicales en su banda sonora y algún que otro homenaje que parece hecho fuera del tiempo (Miles Davis, Chet Baker), el problema de The salton sea no es sólo el de su previsibilidad, sino el de la virtual ausencia de un estilo definido. La voluntad de Caruso de mezclar multitud de referencias termina convirtiendo el filme en una mezcla, a veces de temibles influencias del cine más tontamente modernete -un individuo que habla desde el fondo del cañón de un arma, grafismos inauditos en el momento en que se concreta la venganza, aceleraciones de la imagen que no vienen a cuento-, lo que le deja convertido en un artefacto sólo apto para quienes aún confunden aparatosidad con modernidad.