Un episodio siniestro de la España de Felipe II
Corría el año 1578 y reinaba Felipe II. Pocos años antes Juan de Austria había puesto una muralla a la amenaza turca en la batalla de Lepanto. Con todo, los Países Bajos continuaban siendo una infección insoportable no demasiado lejos del corazón del imperio. Las provincias protestantes del norte amagaban con la secesión. Un labrador de Campillo se presentó en julio de aquel año ante los inquisidores de Llerena para lanzar una de las acusaciones más graves que se podían hacer en aquella época.
El campesino denunció al obispo de Salamina, fray Francisco de Salazar, y a su paje Lorenzo de haber caído en el pecado nefando -mantener relaciones sexuales- en una de las alcobas de su hogar. Los tribunales abrieron una causa criminal contra el eclesiástico y su paje. Francisco Núñez Roldán, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla, elabora a partir de este dramático episodio un interesante estudio de microhistoria de aquella época. El pecado nefando del obispo de Salamina -que lleva como subtítulo Un hombre sin concierto en la corte de Felipe II- retrata de forma elocuente una época llena de injusticias y contradicciones. Núñez Roldán presenta un completo friso por el que pululan desde el obispo inculpado hasta el paje Lorenzo pasando por Felipe II, el arzobispo de Sevilla, el asistente Barajas y otros personajes del más variado estilo.
EL PECADO NEFANDO DEL OBISPO DE SALAMINA
Francisco Núñez Roldán Universidad de Sevilla, 2002 200 páginas. 12 euros
La confesión del paje fue tan grave que la defensa posterior del obispo dijo que había sido coaccionado al reclamar la nulidad de las actuaciones procesales. El paje no obvió detalles en su confesión. '(...) e una noche estando este confesante acostado en la cama como a ora de las diez de la noche, que puede aver cuatro o cinco meses, el dicho obispo desnudo con una rropa de lebantar se fue al aposento donde este confesante estaba acostado e se echó en la cama deste confesante; e, allí, por fuerza, aunque este confesante se defendió del dicho obispo dando voces, como el dicho obispo es hombre recio, aunque este confesante no quiso, se echó con él y le metió el dicho obispo su natura a este confesante por el culo; e teniéndolo metido tuvo eceso carnal con este confesante derramando su semilla dentro del culo deste confesante; e después que acabó de echarse con este confesante se volvió a su cama'.
'Ésa era la verdad que esperaba y deseaba escuchar el asistente Barajas. Ésa era una confesión muy grave; tan grave que merecía la muerte. Pero Lorenzo, llevado por su edad, por su ignorancia, por su ingenuidad, pensó que ser sodomizado a la fuerza, obligado con violencia a consentir, le eximiría de la condena legal', escribe Núñez Roldán. El interés del relato está garantizado a partir de ahí.
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