Euskal Portu, rico, rico
¿Aburrido el nacionalismo? ¡Menuda equivocación! ¿Puede haber cosa más divertida que ser distinto sin moverse del sitio? En los últimos años hemos sido Irlanda, Quebec, Bosnia y hasta Chechenia. Sólo nos faltaba ser Puerto Rico. Claro que, se veía venir con tanto viaje sexual a Cuba y tanta caribeña en burdeles del Goierri y Txorierri. Hasta los carnavales de Donosti iban tomando un gusto carioca que, caribeño no será, pero le echa más pelvis que el aurresku. Lástima que en Ajuria Enea tengan tan poca cintura porque, ¿para qué nos va a servir ser Puerto Rico si seguimos acartonados? A nada que Egibar se pusiera al merengue lo mismo le salían polillas de las caderas. Por no hablar del ceño. ¿Hay quien se imagina a Arzalluz o a la Zenarruzabeitia riéndose de verdad?
Aunque lo cierto es que no hay ningún motivo para la risa. Desde que Aladino frotó la lámpara en el Parlamento no ha salido más que el genio. Hay que ver con qué empaque pronunció el lehendakari su proclama independentista y cómo reñía a quien no estuviera con él. Los constitucionalistas, claro, porque los Chicos Descarriados son harina de otro costal. Resulta que ahora se puede hablar con ellos aunque no hayan condenado nada. Basta que el lehendakari diga que las circunstancias políticas han cambiado -aunque no sean todas; por ejemplo la de que Batasuna condene el terrorismo y se apiade de las víctimas- para que se pueda hablar. Quita a que le encomienden a Josu Jon el papelón de decir que donde dijeron no hablar con Diego decían higo, porque les importa una higa todo lo que no sea ellos.
Y lo cierto es que algo sí ha cambiado. Si Euskadi es Puerto Rico, el PNV hace de Batasuna, porque le ha succionado la política arrebatándole con ello el liderazgo del mundo patriota. Con ello y con la Ley de Partidos que, por mucho que el PNV se rasgue hipócritamente las vestiduras, ha servido para debilitar a los Descarriados propiciando que Ibarretxe pueda mostrarse ahora compasivo y hasta generoso con los vencidos aunque sólo sea para garantizarse votos. Se ha producido, en suma, el milagro de los Vascos Comunicantes. Por eso no tiene nada de extraño que el PNV haya interiorizado dos rasgos propios del mundo radical: la burbuja y la construcción del enemigo. En efecto, el discurso de los líderes jeltzales revela que viven dentro de una burbuja que les sitúa al margen de la realidad. Perteneciendo como pertenecen a un Estado que les ha dado el poder que manejan, se sienten al margen del Estado. En realidad, viven ya dentro de otro Estado que cree poder dictar sus propias leyes e incumplir las de quien les legitima.
Cuando Ibarretxe habla cree estar hablando en nombre de todos los vascos tomados como una entelequia llamada Pueblo que, curiosamente, sólo habla a la oreja de Ibarretxe. Cuando le preguntan al lehendakari nunca contesta a lo que le preguntan -por ejemplo, si cree que dentro de un año ya no habrá la violencia que podría impedirle ultimar su proyecto-, sino que se limita a exponer el disco rayado de la independencia. Está convencido de que basta con colgarle el epíteto democrático a todo para que todo resulte democrático como si lo hubiera tocado mister Propper.
La burbuja les permite pasar por víctimas de un mundo que no sólo no les entiende sino que les acosa y acorrala, aunque sea más bien lo contrario: que hacen muy poco para que no haya víctimas de verdad y han emprendido un camino que no sólo producirá más víctimas -porque el esquema independentista necesita de una ETA que atemorice al enemigo-, sino que pretende arrinconar a quienes no están en la burbuja, al enemigo, o sea. Y contra el enemigo vale todo. Equipararlo a ETA, rebajarlo, insultarlo, descalificarlo identificándolo, desde la simple declaración, nunca con argumentos, con Franco, la Falange, etc; con el fascismo, en una palabra, que decía Batasuna. Cuando parecía que Arzalluz se apiadaba del PP bastó que dijera que no tiene sedes sino oficinas para que se escuchara la gran carcajada en las campas de Altube. Y en ésas estamos. Esto sería Hollywood -que, por cierto, también se quiere independizar de Los Angeles- para el nacionalismo -¡hum, qué rico!- de no mediar la incógnita de las urnas. Todo dependerá de las tragaderas de la gente.
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