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Reportaje:

'El mundo se nos ha venido abajo'

'Aplaudimos el apoyo de la empresa, pero le agradeceríamos más que cumpliera la ley', dice el cuñado del fallecido

Paco Ortiz y Loli Hernández iban a cumplir este mes sus 23 años de matrimonio. Pero se reservaban celebrar su aniversario por todo lo alto dentro de dos años, coincidiendo con las bodas de plata. Con este propósito en mente, ya habían empezado a ahorrar, pues planeaban festejarlo con un gran convite y hacer un viaje con sus dos hijas -Laura, de 19 años, y Mónica, de 15-. Este es uno de tantos proyectos de esta familia que se han quedado en la nada tras la muerte de Paco, el 31 de julio, a causa de las graves quemaduras que sufrió por una explosión que se produjo en la planta de la empresa IAR Ibérica en Montcada i Reixac, dedicada a la fabricación de electrodomésticos. Paco, de 46 años, estuvo ocho días debatiéndose entre la vida y la muerte y, aunque los médicos nunca dieron ninguna esperanza, sus familiares esperaban 'el milagro'.

Todavía desconcertada, Loli cede la palabra a su hermano Juanjo, quien, tras el fallecimiento de su cuñado, va y viene de Málaga para estar con ella y sus sobrinas en Viladecans. 'El mundo se nos ha venido abajo', dice Juanjo. Loli y sus hijas se sienten abandonadas y desprotegidas. Laura y Mónica estudian; la pequeña en el instituto y la mayor en la Universidad, pero se han replanteado muchas cosas tras la muerte de su padre. La confusión puede más que ellas. Laura dudaba de seguir con sus estudios. '¿Merece la pena formarme para encontrar un trabajo en el que nadie me asegura ni mi propia vida?'. Juanjo ha oído esta pregunta decenas de veces.

Loli, un ama de casa de 42 años, saca fuerzas de donde sea y hace de tripas corazón por sus hijas. Pero tampoco está siendo nada fácil para ella. Las tres siguen tratamiento psicoterapéutico para afrontar un vacío al que no acaban de acostumbrarse.

Paco era empleado de IAR Ibérica desde hacía 30 años. Jamás había sufrido un accidente laboral, pero más de una vez había mencionado que algún día tendrían que lamentar una desgracia, ya que, según afirmaba, la empresa trabajaba con maquinaria muy antigua, que continuamente se estaba reparando, y tampoco disponía de las pertinentes medidas de seguridad. Además, Paco no recibió formación alguna.

La misma compañía reconoció déficit en materia de seguridad y salud laboral en el informe oficial del accidente de Paco, explica Juanjo. La dirección de IAR Ibérica les ha prestado apoyo moral desde el primer día. 'La empresa se ha preocupado en todo momento, y se lo agradecemos, pero les habríamos agradecido más que hubiesen aplicado la ley'. Con estas palabras, Juanjo no pretende culpar a nadie. En su opinión, la responsabilidad es compartida. La empresa debe cumplir la ley, y la Administración está para obligar que así sea. Los trabajadores, por su parte, deben exigir que se apliquen esas medidas. Y la sociedad en general, añade Juanjo, 'debe dejar de asumir sin más que se puede morir en el trabajo'.

Pendientes de recibir una indemnización, la familia de Paco ha dejado el papeleo en manos del gabinete jurídico del sindicato CC OO, al que estaba afiliado desde hacía años. La familia no se veía con ánimos para cargar con ese peso. Ya en el tanatorio se le presentaron dos abogados, a quienes no conocían, que le prometieron 'indemnizaciones multimillonarias'. Loli y sus hijas empiezan ahora a asumir la realidad. Y eso duele.

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