El peligro vasco
El plan Ibarretxe tiene una ventaja: plantea los objetivos de su partido y su Gobierno para el 'problema vasco'. La desventaja es que ni el Gobierno español tiene el deseo de hacerlo ni la soberanía suficiente, aunque quisiera. Tampoco tiene capacidad el País Vasco para hacerlo; y además creo que más de la mitad de su población no lo desea, ni le parece lógico; aparte de que personas como yo no sólo no vemos la necesidad de inventar un Estado asociado, ni sus ventajas, sino más bien el arranque de un desastre para ellos. Alabo la respuesta de Otegi, en nombre de su partido Batasuna, que no sé si existe o no: 'No hay posibilidad de cambiar de marco político desde el respeto a la legalidad; no hay camino estatutario hacia la soberanía'.
Creo como él que no existe ese camino; me diferencio, quizá, en que tampoco creo que sea posible desde la ilegalidad. Por una simple relación de fuerzas. Está visto que este sistema de terrorismo no se puede contener por la fuerza, por los años, militares y civiles, que han pasado en balde; pero está visto que no adelanta nada en sus proyectos de soberanía, y que además ha perdido su batalla en un sistema de conciencias como el nuestro. No digo el oficial universal que estimula al crimen al enemigo y que castiga por criminal al enemigo, sino en el personal de quienes respetan la vida ajena. Es decir, si el camino legal de Ibarretxe me parece inútil, el ilegal al que se refiere Otegi me parece lo mismo.
De lo que no tengo duda es que estas declaraciones son un crecimiento de la gravedad del 'asunto vasco' y de que Aznar tiene su parte de responsabilidad; más reprochable porque es el jefe del Gobierno y el hombre único, y lleva años lanzando a sus intelectuales y sus ministros papagayos por el sendero de la guerra imposible. Es decir, porque ha forzado a Ibarretxe a este extremismo, porque se ha equivocado al reducir la democracia de todos y la de los vascos institucionales. Creo que una mayoría de España aprobó su manera fuerte y violenta, incluyendo a los socialistas, y su falta de sentido en las elecciones vascas. El odio al terror y el miedo a la fragmentación forman parte de nuestro sistema actual de política. Pero no creo que esto impida advertir que el tema ha empeorado seriamente desde los años de un Aznar libre. Porque lo ha hecho mal.
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