Los desertores del 'parqué'
Seis sociedades han anunciado este mes sus planes de dejar el mercado y nueve se han marchado en el último año
La crisis de la Bolsa ha llevado a muchos gestores empresariales a plantearse abandonar el mercado. En este mes de septiembre seis firmas han anunciado que ejecutarán una OPA (oferta pública de adquisición) de exclusión que pondrá fin a su andadura bursátil. Los bajos precios de las acciones, la dificultad para captar dinero, el endurecimiento de las exigencias para las compañías y los procesos de reestructuración accionarial explican estas huidas.
El endurecimiento de la normativa a las sociedades cotizadas empujará a algunas compañías a irse de los mercados
Las bolsas españolas se están quedando en los últimos años sin algunas compañías señeras y otras de menor tamaño que han optado por desligarse del mundo de la renta variable. Asturiana del Zinc, Hidrocantábrico, El Águila, Omsa, Cristalería o la inmobiliaria Filo han dejado huecos vacíos en los tableros de cotización. Y, además, no se produce el relevo de nuevas incorporaciones con las salidas a Bolsa descartadas o aplazadas para mejores tiempos. Salidas de Bolsa y a Bolsa son, pues, fenómenos muy ligados con el momento alcista o bajista de los mercados financieros.
En este septiembre de mínimos bursátiles se han producido seis anuncios de compañías para dejar de pertenecer al selecto club de las sociedades cotizadas. Saba Aparcamientos, Inversiones Ibersuizas, Iberpistas, Renfila, Eguaras y Manufacturas del Estambre han anunciado en estas jornadas su marcha de las bolsas españolas. También cabe esperar que Carrefour, que en este mismo mes de septiembre ha lanzado una OPA sobre su filial española, acabe sacando el valor del mercado como ha ocurrido con numerosas filiales cotizadas en el mercado español (Citröen, Renault, Sant Gobain, Heineken).
Precios mínimos
Una tendencia que, en parte, se justifica por el mal momento de los mercados, que reduce las bondades de la cotización y exagera los inconvenientes. Los que ya tenían en mente irse pueden realizar la OPA de exclusión a un precio mucho más ajustado que en los momentos de euforia. Ahora bien, las salidas del mercado obedecen a variopintas razones, aunque el bajo precio siempre ayuda a tomar la decisión.
A diferencia del resto de ofertas, las de exclusión resultan especialmente traumáticas para los inversores y, por tanto, la legislación establece una regulación específica para fijar su precio. Con la exclusión no hay vuelta atrás, y el inversor que no acuda a estas ofertas se queda sin la posibilidad de convertir esos títulos en dinero. Así, el precio que se ofrece en las OPA de exclusión debe ser autorizado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En este precio se tienen en cuenta cuatro criterios con el fin de que el accionista resulte lo menos perjudicado posible con esta salida del mercado.
Como mínimo, la empresa que realiza la oferta debe dar el valor contable o el valor liquidativo de la sociedad. El precio nunca podrá ser inferior a la cotización media durante el semestre inmediatamente anterior. Tampoco podrá ser más bajo del que se hiciese en una OPA previa si no ha transcurrido más de un año desde el lanzamiento de ésta. Pese a estas cautelas, lo cierto es que las compañías aprovechan coyunturas bajistas, tanto de la Bolsa como de la marcha empresarial, para decir adiós al mercado de acciones.
Existen otras exigencias en este tipo de operaciones como la obligación de que la oferta se extienda no sólo a las acciones, sino también a las obligaciones convertibles o aquellos títulos que den derecho a la compra de acciones.
La aparición del euro también ha influido en la marcha de compañías filiales. Sin el riesgo del tipo de cambio de la moneda y las singularidades que eso aporta a un mercado, perdía sentido que filiales estuvieran cotizando en otras plazas. Si la captación del dinero de los inversores mediante ampliaciones de capital u ofertas públicas de suscripción da sentido a la cotización bursátil, el poder hacerlo desde un solo mercado al conjunto de países de la eurozona quitaba interés a la cotización de las filiales Bolsa a Bolsa, país a país.
Financiación escasa
Esta captación de recursos es determinante. Aunque el futuro no es previsible, muchas sociedades utilizan muy poco la Bolsa para captar dinero entre los inversores. O bien gozan de una salud que les permite autofinanciarse o prefieren otras vías como la renta fija o el crédito bancario. En las bolsas bajistas ya no es una cuestión discrecional, sino que las puertas de la financiación mediante ampliaciones de capital quedan selladas a cal y canto: los inversores no acuden ante el continuo deterioro en el precio de la acción. De forma transitoria, pierde sentido estar en Bolsa.
Las OPA de exclusión son en numerosas ocasiones el resultado de un proceso de reordenación accionarial. Hidrocantábrico o Asturiana del Zinc son ejemplos muy recientes de OPA previas que terminaron por un control tan mayoritario del socio de referencia que concluyó con en el lanzamiento de una OPA de exclusión.
Las ventajas de estar en Bolsa no terminan en la financiación empresarial. También la notoriedad de estos valores y la posibilidad de hacer adquisiciones con el intercambio de títulos son aspectos muy a tener en cuenta. La cruz es la luz y taquígrafos a la que se ven sometidas estas compañías, tanto en sus cuentas como en sus operaciones.
Someterse a las reglas de transparencia e información que supone la cotización bursátil con tan sólo unos pocos socios que apenas pueden aportar capital si se precisa invita a sacar al valor del mercado. Por ello, casi siempre, las OPA de exclusión van precedidas de otras ofertas para hacerse con el control de la compañía.
Los expertos consultados advierten, asimismo, que un aumento de las exigencias informativas, contables y de gestión en las sociedades cotizadas puede provocar la marcha de algunos valores que actualmente no aprovechan todas las ventajas de cotizar en los mercados. Recientemente se han conocido casos como el del fabricante alemán de automóviles Porsche, que ha optado por no salir a cotizar en los mercados estadounidenses a raíz del endurecimiento normativo impuesto por la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) para evitar que se vuelvan a producir escándalos empresariales como los de Enron o WorldCom. desde la excesiva regulación. La Bolsa recoge ahora el ciclo de huidas del parqué. Cuando el mercado se recupere, cotizar volverá a ser un grado más en el mundo empresarial.
Accionista hasta la negociación
La inversión en bolsa se presta siempre a numerosas estrategias, sean erróneas o acertadas. Muchos pequeños inversores entran en compañías en la confianza de que se beneficiarán de una OPA y de golpe obtendrán un precio de venta muy superior al de compra. Aquí no importa tanto el valor de la compañía o la marcha de sus beneficios como el interés estratégico que la sociedad tenga frente a posibles compradores. Cuando se produce una OPA de exclusión se coloca al inversor en una situación muy incómoda y exige un precio más elevado por la puerta que se cierra definitivamente con esta operación. En este tipo de operaciones se han producido abusos. No tiene sentido mantener el precio de referencia del último semestre que prevé la legislación como uno de los baremos par fijar la oferta ya que la empresaha suele perder su liquidez durante meses tras la entrada de un accionista mayoritario.Pero amén de los abusos empresariales también se producen estrategias muy especulativas entre accionistas que entran, incluso, en el valor una vez que ya queda un porcentaje residual de capital y la OPA de exclusión o se va a producir de forma inminente o ya se está produciendo.Una vez que se ha lanzado la OPA de exclusión y su resultado ha sido positivo, el accionista que todavía tenga acciones se convierte en un personaje molesto que debe de convocarse en las juntas y que ocasiona numerosos gastos administrativos y de gestión.Este inversor que juega a ser un grano molesto para la compañía busca conseguir un precio muy superior en negociación directa con la sociedad.
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