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Entrevista:FRANCISCO RICO | Escritor y académico

'Me considero un aficionado'

Francisco Rico reconoce estar encantado con la Biblioteca que la editorial Destino acaba de poner en marcha y que reunirá una parte de su obra. Dos títulos acaban de aparecer: El sueño del humanismo. De Petrarca a Erasmo y Estudios de literatura y otras cosas. Más adelante, revisados y puestos al día, se volverán a publicar Figuras con paisaje, El pequeño mundo del hombre y Nebrija frente a los bárbaros.

Pero los motivos de contento no terminan para Rico ahí. Es también el responsable de la edición de los dos volúmenes de Todos los cuentos. Antología universal del relato breve (Planeta), que se ha basado en la selección de narraciones que Ramón Menéndez Pidal publicó en 1953. Rico ha elegido parte de los cuentos que incluyó Menéndez Pidal y ha añadido otros, de la Edad Media en adelante.

'Como estudioso, lo que me interesa de la literatura es lo que hay en ella de mezcla'
'Le tengo mucho respeto a la escritura y en lo que hago hay una voluntad de estilo'

La dicha, por otro lado, le llega a Francisco Rico desde fuera de nuestras fronteras. El próximo día 23 se publica la traducción francesa de El sueño del humanismo y, más adelante, en Italia se reúnen en dos volúmenes (unas 800 páginas) sus estudios sobre la obra de Petrarca.

'Castellano, nacido en 1942, es catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales en la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Real Academia Española, de la Academia dei Lincei y de The British Academy': así presenta la Biblioteca Francisco Rico a su protagonista.

Pregunta. Una buena oportunidad para volver sobre su obra. ¿Qué le interesa como escritor?

Respuesta. No creo que haya ningún tema que no pueda presentarse a todos los lectores. Al menos dentro del dominio de los historiadores, donde no hay ningún saber que sea tan especializado que no pueda llegar a cualquier persona curiosa. En cuanto a mí, lo único que no soy es un profesional. Me considero un aficionado. Me gusta ocuparme de las cuestiones que atraen mi interés y explorar en ellas. No me canso de aprender y, lógicamente, como estudioso, persigo dar respuesta a los interrogantes que me planteo. Le tengo mucho respeto a la escritura y en lo que hago hay una voluntad de estilo. Procuro ser oportuno, preciso y funcional.

P. El primer título que ha recuperado se ocupa del humanismo.

R. El humanismo fue un sueño. Una gran ilusión que compartieron aquellos que, en un determinado momento, creyeron que iban a encontrar en los clásicos el manantial del saber. Ahí está, por ejemplo, Leon Battista Alberti, que considera que los problemas arquitectónicos y urbanísticos que se le plantean ya habían sido resueltos por los antiguos. Y vuelve sobre ellos, y encuentra que le ayudan a trabajar, que le sirven para encontrar sus propias soluciones. O está Nebrija, que, ante los problemas económicos de su época, le recomienda a Isabel la Católica volver a leer la Historia Natural de Plinio. Ésa fue la actitud de los humanistas y, aunque no sea verdad que los clásicos hayan resuelto todos los problemas, les sirvieron como punto de partida desde el que empezar de nuevo. Y desde luego que explotaron la sabiduría de la antigüedad, hasta el punto de, por así decirlo, agotarla. Los que vinieron después de ellos ya no necesitaron volver a los clásicos, porque ya los tenían más cerca, reelaborados por los humanistas. Ese afán por buscar respuestas en un tiempo remoto o en una disciplina concreta es algo que ocurre en todas las épocas. Hay saberes de los que se espera una solución para todo. Fue lo que se esperó hace no mucho de la física y lo que exigen todavía algunos a la informática.

P. ¿Qué es lo que le importa cuando se acerca a la literatura, que es de lo que sobre todo tratan sus libros?

R. Hay que distinguir muy bien al lector del estudioso. El lector sabe muy pocas cosas, y el estudioso quiere comprender. Tanto uno como otro se acercan a la literatura, pero lo hacen de forma distinta. Es importante subrayar que la literatura forma parte de la vida. Es una más de sus actividades. No es algo místico, como quieren creer algunos poetas, algo que se basta a sí mismo. En mi relación con la literatura, con esa actividad de la vida, insisto, yo parto con unos conocimientos de segundo grado. No es el encuentro inmediato del lector. Es el de alguien que busca en esa literatura otra serie de cosas que también pertenecen a la vida, como el pensamiento o las costumbres o lo que se quiera. Como estudioso, lo que me interesa de la literatura es lo que hay en ella de mezcla. La literatura es algo individual, pero es también algo social. Es del tiempo en el que nace, pero algunas veces permanece. Así que voy al Quijote y leo lo que significaban sus palabras en aquel entonces y lo que significan ahora.

P. ¿Cómo invitaría a un lector que no lo conociera a acercarse a su obra?

R. Lo que está claro es que, si no comparte el interés por las cosas que me interesan, la cosa está difícil. Si lo comparte, vamos a ir del brazo. Veamos. Hay un momento hace mucho tiempo en que los poetas españoles, a partir de un momento determinado, dejan de acentuar la última sílaba. ¿Qué ha pasado? Ése puede ser un apasionante tema de estudio, de hecho es uno de los trabajos (El destierro del verso agudo) de Estudios de literatura y otras cosas. Uno advierte esa cuestión, técnica si se quiere, y va entrando en materia. A partir de ahí, del estudio de ese problema, uno va comprendiendo la visión del mundo o la concepción de la historia que se tenía en aquel momento, hacia 1554 en el ejemplo del que hablamos. Es evidente que, si a ese hipotético lector no le despiertan estas cosas ninguna curiosidad, puede olvidarse. Creo que mis trabajos interesan a quienes tienen algún tipo de interés por el pensamiento literario de distintas épocas.

P. ¿Qué me dice de su participación en la antología Todos los cuentos, de la mano de Ramón Menéndez Pidal?

R. Estoy muy orgulloso de estar en un libro al lado de Ramón Menéndez Pidal. Ésta fue una antología que preparó hacia la mitad del siglo pasado, y la hizo con su hijo Gonzalo y otros miembros de la familia. Fueron eligiendo cuentos de todos los tiempos, desde el mundo antiguo, pasando por los relatos árabes, la Edad Media, el Renacimiento, la Ilustración, el Romanticismo, el Realismo, hasta llegar a sus días (el libro se publicó originalmente en 1953). Faltaba en su selección todo el siglo XX. Ésa es, fundamentalmente, mi aportación, además de elegir algunos otros cuentos desde la Edad Media en adelante y, lógicamente, haber hecho una selección de la antología de Don Ramón. Continuar su tarea ha sido un gran honor. Él fue desde luego el romanista máximo de su tiempo, y las respuestas que dio a multitud de problemas siguen hoy vigentes. En cuanto a la antología en sí le diré lo que decía el bedel de una grande biblioteca cuando la enseñaba a los curiosos: 'Cuánto se ha escrito y qué bueno es todo'.

P. Escritor, académico, lector, editor, filólogo, catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales, ¿con cuál de estas facetas se quedaría si no tuviera más remedio que prescindir de las demás?

R. Me quedaría con la de lector. No dejo de aprender. Últimamente he descubierto un montón de cosas nuevas sobre la imprenta, por ejemplo. Aunque, si lo pienso un poco, lo que más me sigue interesando de todo son mis estudios sobre la obra latina de Petrarca.

P. La Biblioteca Rico llega a unas librerías atestadas de novedades. Su trabajo sigue vinculado a la vieja idea de Cultura con letras mayúsculas de la que se dice que está a punto de desaparecer, devorada por el mercado. ¿Ve usted el panorama tan catastrófico?

R. Es rigurosamente cierto que la cultura está siendo devorada por el mercado. Y eso tiende a uniformar todo lo que hay. Ahora bien, por largos que sean los tentáculos del mercado siempre existe un espacio, por reducido que sea, que escapa a las leyes de la oferta y la demanda y donde reina la más absoluta libertad. No me refiero a iniciativas que sean necesariamente minoritarias y elitistas. Simplemente digo que hay lugares donde la gente sigue trabajando con toda libertad. No soy, por tanto, pesimista. Incluso en el mundo de las nuevas tecnologías, en Internet, siempre se puede localizar una página web que se sitúe en las antípodas de esa uniformidad que genera un mercado que se alimenta siempre de lo mismo.

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