Los niños retan al consejero de Medio Ambiente
Un grupo de escolares se compromete a reducir las emisiones de CO2 a cambio de una excursión organizada por la Comunidad
Unos ruidosos extraterrestres zancudos invadieron ayer el tranquilo paraje del Real Jardín Botánico de Madrid. Desde lo alto y vestidos con trajes galácticos, dedicaron la mañana a contar a un buen centenar de chavales de entre 10 y 14 años lo que veían desde sus naves al observar la Tierra: desertificación, inundaciones, y un sinfín de catástrofes causadas por el cambio climático.
La esencia del montaje del pasacalles Producciones de Luxe era concienciar a los niños de los perjuicios que está causando la contaminación sobre el planeta. Pero lo cierto es que ni los chavales ni la mayoría de los adultos tienen aún muy claro qué es eso del cambio climático y menos aún qué lo produce. Por ese motivo, la Consejería de Medio Ambiente y la asociación ecologista Amigos de la Tierra han puesto en marcha una campaña que con el llamativo nombre de La Apuesta, pretende enseñar a los niños, y a través de ellos, a sus familias, la importancia de ahorrar energía y agua para evitar que se produzca ese misterioso cambio climático.
La apuesta es sencilla. Los escolares madrileños deben lograr reducir en un 6% las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) y el consumo de agua de sus colegios e institutos en un plazo de seis meses, a contar desde ayer. Por el momento, son seis los centros que se han apuntado al proyecto, destinado a alumnos de quinto y sexto de primaria, y a primero y segundo de la ESO. Se espera que más centros se apunten a la idea. El reto de esta apuesta lo ha aceptado la Consejería de Medio Ambiente. Si los niños consiguen su objetivo, un singular guía, el consejero Pedro Calvo Poch, les llevará de excursión al hayedo de Montejo. En caso de perder la apuesta, los chavales deberán limpiar durante todo un día parte de la vera del río Jarama.
Apagar una bombilla
Roberto, de 11 años, no tenía ayer muy clara la relación entre el CO2, el cambio climático y el hecho de apagar una bombilla o cerrar un grifo. Pero sí sabía que, para ganar la apuesta tendría que hacer ambas cosas. Y más aún.
El dióxido de carbono es un gas que se genera al producirse una combustión. Una bombilla no genera CO2, pero sí lo hace la central eléctrica al producir la electricidad que alimenta la bombilla. Sucede lo mismo cuando se usa el agua caliente, al tener puesto el aire acondicionado o cuando se tiene encendida la televisión. Nada de ello provoca directamente contaminación, pero sí indirectamente.
También emite CO2 un coche en circulación, por la combustión de la gasolina. Por ello, cuantas más personas se unan para viajar en un solo coche, o mejor aún, cuanto más se utilice el transporte público, menos se ensuciará la atmósfera. La campaña se basa en el principio de que 'la energía que menos contamina es la que no se consume'.
¿Y qué pueden hacer los alumnos de estos seis colegios para reducir las emisiones de CO2 de sus centros? 'Los niños deben negociar con sus profesores qué medidas van a poner en marcha en sus colegios', explica Beatriz García, representante de Amigos de la Tierra y coordinadora en España del programa. 'Así, se va a negociar desde instalar un contenedor para reciclar los palitos de los chupa chups, hasta ir revisando las ventanas del colegio para ver cuáles cierran mal, y por dónde se escapa el calor'. Para conseguir su objetivo, los chavales realizarán una ecoauditoría de sus colegios, elaborando una lista de todas las actividades que emplean demasiada energía innecesariamente.
Los resultados de la apuesta serán contabilizados comparando las facturas de electricidad y agua de cada colegio previas y posteriores a la puesta en marcha del programa. Y el ahorro de energía, a través de un sistema ideado por los organizadores de La Apuesta, se convertirá en CO2 no emitido. Transcurridos los seis meses, un árbitro, que en este caso será el profesor del CSIC Santiago Castroviejo, se encargará de determinar cuál de los dos participantes, alumnos o consejero, ha ganado la apuesta Y quién debe pagar. 'Esperamos que sean los chicos los que ganen, pero lo tienen difícil', señaló, Antonio Lucio, director general de Promoción y Disciplina Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente.
La mayoría de los alumnos que ayer presenciaron la solemne firma de La Apuesta -Pedro Calvo Poch, consejero de Medio Ambiente; Beatriz García, representante de Amigos de la Tierra, y Nuria Ayuso, presidenta del Consejo de la Juventud- se mostraron entusiasmados con la iniciativa y respondieron a coro un sonoro 'sí' cuando el consejero les preguntó si creían que podían ganar el reto. Aunque luego, por separado, más de uno, sobre todo los más mayores, reconocieron que algunos de sus compañeros, principalmente los chicos, 'pasaban bastante' del programa.
'Sabemos que evitar las emisiones de CO2 es importante porque además nos dan muchas clases sobre eso en el colegio', reconocía una alumna de 14 años del instituto Montserrat 1, de Madrid. 'El problema es si los que queremos ganar la apuesta podremos convencer a los que no quieren participar', añadió.
Todos los colegios interesados en adherirse al programa pueden informarse en la página web www.laapuesta.org.
Cuatro años de experiencia
La iniciativa de La Apuesta parte de la asociación ecologista Amigos de la Tierra, y fue llevada a cabo por primera vez por la filial alemana de esta organización en 1998. El éxito del programa llevó a finales del año 2000 la iniciativa hasta la Unión Europea. La comisaria de Medio Ambiente, Margot Wallström, retó a 52.000 alumnos de 88 escuelas y 16 países distintos que no lograrían reducir las emisiones de CO2. Y perdió. Tuvo que ir durante un mes entero en bicicleta al trabajo en la lluviosa Bruselas.
En España, La Apuesta se llevó a la práctica por primera vez el año pasado a nivel nacional. El ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, también perdió, pero sólo tuvo que dar una clase sobre desarrollo sostenible a los alumnos ganadores. Un castigo bastante más llevadero que el de su compañera europea. Este año, dos comunidades, además de Madrid, que participa por primera vez, se han apuntado al reto: Baleares y Andalucía. En este último caso, ha recogido el guante el presidente Manuel Chaves. Los alumnos andaluces, si ganan, podrán realizar una ecoauditoría al despacho presidencial para comprobar si es o no respetuoso con el medio ambiente.
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