El riesgo de un largo viaje en avión

Los viajes largos en avión presentan una serie de factores (falta de movilidad, deshidratación, disminución de la presión atmosférica o ingesta de alcohol) que en el caso de las personas que sufren complicaciones varicosas, aumentan el riesgo de padecer una enfermedad trombótica letal, el síndrome de la clase turista.

'El riesgo de desarrollar un coágulo durante un viaje de más de seis horas es muy alto en los pacientes que padecen circulación lenta, tienen una lesión en la pared venosa y además sufren alguna alteración en los factores que participan en la coagulación de la sangre. Las trombosis suelen generarse en las venas superficiales de la pantorilla, lo que supone un gran peligro porque el coágulo puede desprenderse de la pared venosa, llegar hasta el corazón y producir una embolia pulmonar', afirma Miguel Ángel Santos Gastón, cirujano cardiovascular y presidente de la Fundación para el Estudio y Prevención de las Enfermedades de las Venas.

Quienes tengan tendencia a desarrollar un edema (piernas y tobillos hinchados) y varices debería acudir a un servicio vascular u hospital especializado antes de realizar un viaje de más de seis horas para efectuar un control, prevenir y mejorar el estancamiento del flujo sanguíneo.

Para facilitar la circulación sanguínea en los viajes largos conviene beber bastante agua, dar pequeños paseos, no ingerir alcohol, hacer ejercicios antiestancamiento y tomar una aspirina.

En la vida cotidiana se recomienda consumir una dieta rica en vitamina E (que protege la musculatura lisa de la pared venosa), usar calcetines de compresión, evitar el calor, dar paseos largos y practicar ejercicios de natación. Por el contrario, el baloncesto y otros deportes que impliquen saltar bruscamente están contraindicados.

La cirugía endoscópica, la flebectomía o la escleroterapia con espuma figuran entre las técnicas menos agresivas y más novedosas.