_
_
_
_
Reportaje:

'Una mañana corta'

La Junta crea 94 nuevas plazas de monitores de educación especial, un trabajo de vocación y entrega

'Cualquier ayuda es poca porque aquí las mañanas se hacen muy cortas', es la unísona conclusión de los monitores de educación especial del colegio Victoria Kent de Málaga cuando se enteran que habrá 94 nuevas plazas en este curso. A Julio Casares, Yolanda Fernández y Teresa Ramos, de momento, no les afecta. Los tres son jóvenes y casi un instinto ciego les empuja a estar 30 horas semanales atendiendo las necesidades más básicas de 35 escolares discapacitados, junto a la tutora Marta Sánchez. El incremento de plantilla, de 250 a 344 educadores, viene parejo a un leve descenso de alumnos hasta 28.172 en Andalucía.

'Entramos a las 9, pero la hora crítica es de 12 a 14 horas, que tiempo en el que han hecho la digestión'. Y es que muchos de estos 35 alumnos especiales del Victoria Kent no controlan esfínteres y al resto es necesario ayudarles. De los 35, 28 tienen su profesor y están integrados en las aulas de infantil y primaria dispersos por las tres plantas del centro. Otros siete están en un aula específica de parálisis cerebral; tres precisan silla de ruedas y el resto usa unos carros en el patio, sólo durante el recreo.

Marta y un educador permanecen siempre en el aula específica. Los otros dos monitores están disponibles para cualquier eventualidad en el resto de clases. Si hay que cambiar a algún niño, bajarlo al recreo antes de que suene la campana y llegue la riada jovial, si dos pequeños tienen que ser sondados para hacer sus necesidades porque sufren espina bífida, en estos y otros casos, los monitores deben estar ahí.

El día comienza con la presentación y con las novedades que traen los padres. 'Toda coordinación es poca. Los padres deben informarnos si han dormido mal, si tienen algún golpe...', explica Julio Casares. Este argumento es esencial en el aula específica, donde sólo una chica puede comunicarse mediante lenguaje de signos. El nivel de atención que prestan los incluidos en el aula específica es casi nulo, pero los educadores intentan evitar las miradas perdidas y buscan la imitación de actos, estimulan la comunicación, ejercitan la manipulación o enseñan tareas cotidianas.

El colegio Victoria Kent acumula una importante experiencia con discapacitados. 'Los progresos, aunque lentos, se notan por el nivel de concienciación', confiesan Yolanda y Teresa. Así, es frecuente ver a alumnos ayudando a sus compañeros especiales o a personal de administración que lleva de la mano a un pequeño con Síndrome de Down que no ha podido aguantar y se lo ha hecho encima.

Las dificultades son evidentes y cualquier progreso sabe a gran victoria para un educador, profesión de vocación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_