Se buscan voces
El Orfeón Donostiarra necesita ampliar el número de cantores para hacer frente a todos sus proyectos
El Orfeón Donostiarra busca voces, necesita cantores que engrosen sus filas. El número actual de orfeonistas -145- no es suficiente para atender como el coro quisiera algunos de sus compromisos ni para aceptar todas las ofertas de actuaciones que le ponen sobre la mesa. El problema fundamental es que, pese a su prestigio, el Orfeón Donostiarra es un coro amateur cuyos componentes viven de sus propias profesiones, de manera que cada vez resulta más complicado aceptar proyectos, sobre todo internacionales, que requieren dedicarles más de un fin de semana, pues no todos los cantores pueden acudir.
Sin ir más lejos, la agrupación guipuzcoana acaba de estar cinco días en la ciudad alemana de Hamm, donde el pasado sábado interpretó la sinfonía Requiem, Bardo, Nirmanakaya, de Philip Glass, dentro de la Trienal del Ruhr. Hasta allí se trasladaron el miércoles 82 cantores, cuando lo ideal es que hubieran ido cien voces, según reconoce el director del coro, José Antonio Sainz Alfaro.
Ante esta situación, el Orfeón Donostiarra pondrá en marcha dentro de unos días la campaña Hacemos cantores. Hacemos cantera, con la que lanzan un llamamiento a las personas a las que les gusta cantar y tienen condiciones para que se acerquen al coro y comprueben si pueden integrarse en él. 'No es imprescindible saber solfeo. Lo importante es tener ganas de cantar', explica Sainz Alfaro, para añadir que 'la casa se encargará de proporcionar las clases y la experiencia precisa'.
El director del orfeón apunta que 'lo ideal' sería doblar el número actual de orfeonistas, a fin de que siempre hubiera cantores disponibles para atender los compromisos del coro. Un conjunto que necesita tanto hombres como mujeres (pueden presentarse a partir de los 16 años) y toda clase de voces, aunque el mayor déficit está en la cuerda de tenores, según el presidente del orfeón, José María Echarri.
El tenor Juan Pablo Lizarza lleva 18 años en el Orfeón Donostiarra y admite que su pertenencia al coro conlleva 'bastantes sacrificios', pues exige dedicarle 'casi todo el tiempo fuera del trabajo o los estudios', incluidas la mayoría de las vacaciones, si no todas. 'Hay que tenerlo muy claro', insiste Lizarza, quien, hijo de orfeonistas, no se olvida del 'sacrificio' que hacen también 'las personas que te rodean'. Pero, aún así, las satisfacciones siempre ganan en la balanza del tenor, y tira de ellas para animar a los aficionados al canto a acercarse al coro. 'Como cantor, tienes la oportunidad de interpretar las grandes obras de la historia de la música' y, además, hacerlo 'en los mejores auditorios y teatros, con directores y orquestas de renombre'.
La contralto Nerea Añabitarte ratifica las palabras de su compañero y hace hincapié en las recompensas 'a nivel humano' que aporta formar parte del coro. 'Haces muchas amistades, conoces otras culturas... Todo eso te enriquece', destaca, al tiempo que afirma que no hay que ver el Orfeón Donostiarra como 'algo inaccesible'.
Sacrificios y recompensas
El Orfeón Donostiarra ha protagonizado durante los últimos cinco años 207 actuaciones, lo que supone una media de 40 al año, a las que hay que sumar 16 grabaciones, una media de tres al año. De las 207 sesiones, 35 han tenido lugar en el extranjero, mientras que el resto se reparte al cincuenta por cien entre el País Vasco y el resto de España. Estas actuaciones han supuesto 1.027 días de trabajo, es decir, algo más de 200 días al año. La actividad durante 592 días se ha desarrollado en la sede del Orfeón Donostiarra, a la que sus integrantes acuden a ensayar tres veces a la semana, de ocho a diez de la noche. 90 días corresponden a ensayos en otras sedes y 345 a conciertos y viajes, según los datos aportados por el presidente del coro, José María Echarri. 'No son jornadas de ocho horas', pero son cifras 'elocuentes' para dejar claro un mensaje: 'El que quiera venir a cantar al orfeón va a tener que trabajar'. 'Pero también hay un montón de satisfacciones, como son viajar y cantar acompañados por orquestas fantásticas y dirigidos por las mejores batutas mundiales', subraya a renglón seguido Echarri, en su afán de animar a las personas a las que les guste cantar a acercarse al Orfeón Donostiarra. Un coro que, según destaca su presidente, en los últimos años ha tenido que decir dos veces que no a la llamada del director Claudio Abado para acudir a Berlín. El año que viene la actividad del orfeón se centrará sobre todo en España, con puntuales salidas al extranjero. Por el contrario, 2004 se presenta 'complicado', pues el coro tiene bastantes compromisos internacionales, como el que le llevará de nuevo durante 21 días a la ciudad alemana de Hamm, para participar en la recta final de la Trienal del Ruhr. 'Sería una pena que el Orfeón Donostiarra no tuviera capacidad numérica suficiente para afrontar retos de este tipo', se lamenta el presidente de la agrupación coral.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.