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Tribuna:EL RESPETO DEMOCRÁTICO A LAS MINORÍAS
Tribuna
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La nueva teoría de Andalucía

La reciente edición por el Instituto de Estudios Sociales de Andalucía del volumen La sociedad andaluza (2000), ha incorporado algunas aportaciones relevantes para el debate, especialmente por ese intento de síntesis entorno a una 'nueva teoría de Andalucía' a cargo del sociólogo cordobés Manuel Pérez Yruela.

Aunque seguramente no se extraen todas las consecuencias políticas de ese análisis, resulta confortante comprobar la claridad con que se diagnostica el riesgo de la llamada 'paradoja de la satisfacción'; es decir, el riesgo que surge de la existencia de una mayoría satisfecha que abarca a más del 40% de la población andaluza, integrada fundamentalmente por trabajadores de baja cualificación, obreros agrícolas, parados con cobertura, jubilados y habitantes de zonas rurales.

Frente a la visión optimista de la realidad andaluza que expresa este sector, otro 30%, integrado fundamentalmente por clase media o alta, profesionales, funcionarios, etcétera, tiene una visión más escéptica respecto del proceso de modernización de la realidad andaluza, aunque manifiesta hasta ahora un escaso interés en movilizarse activamente en una actitud crítica. Y no debe olvidarse a un tercer sector marginado, integrando un 11% de los andaluces, con una actitud claramente pesimista.

El riesgo que se refleja tras esta radiografía queda claramente explicado: 'La posibilidad de que la lógica de la satisfacción de la sociedad andaluza con los cambios recientes bloqueen la reflexión crítica sobre los problemas que todavía están pendientes de resolver' (pág. 41). E igualmente queda explicado el riesgo adicional de que la escasa voluntad participativa que refleja la cultura política andaluza, acabe por hacer recaer este debate exclusivamente sobre la esfera política: 'En situaciones como la descrita para Andalucía, la responsabilidad de mantener el sistema social abierto al cambio adaptativo necesario para perfeccionar el proceso de modernización corresponde a las elites de la sociedad, entre las cuales tiene un papel significativo la elite política por su capacidad para condicionar un debate de esa naturaleza. Sin embargo, ese debate tiene que desarrollarse en unas condiciones políticas que pueden llegar a bloquearlo' (pág. 28).

Precisamente, el riesgo de bloqueo de ese debate en la esfera política es lo que vienen señalando de forma reiterada quienes advierten del proceso de 'mexicanización' de la vida política andaluza; es decir, que la mayoría política gobernante, asentada sobre esa mayoría satisfecha, se dedique a bloquear sistemáticamente todo tipo de discursos o de iniciativas críticas y alternativas a la situación existente: es decir, a bloquear a las minorías.

Si, como señala Pérez Yruela, la sociedad andaluza es una sociedad abierta, si nuestra economía una economía abierta, y nuestra cultura política -aunque con mayores problemas- también una cultura abierta, cabría preguntarse si paralelamente la política, donde se supone que recae la última responsabilidad para asegurar los necesarios cambios históricos de Andalucía, es también una política abierta. Es decir, si es una política que apoya y respeta el pluralismo y la emergencia de alternativas, si es una política donde se asegura el respeto democrático a las minorías. O, por el contrario, si la realidad política de Andalucía refleja más bien el panorama de una red clientelar dominante, asentada sobre el soporte electoral de esa mayoría satisfecha, dispuesta a utilizar los recursos públicos para bloquear cualquier alternativa, especialmente la que representa el PSA.

La nueva teoría social de Andalucía que tan brillantemente defiende Pérez Yruela, debería completarse con la nueva teoría 'política' de la realidad andaluza; cuando no hay un respeto democrático a las minorías, cuando los circuitos del poder no se utilizan al servicio de los ciudadanos sino al servicio de la organización política que controla la mayoría, impidiendo así la emergencia de alternativas, cuando incluso se atenta contra el principio constitucional de autonomía constitucional, entonces, el riesgo de 'bloqueo' deja de ser una mera posibilidad para convertirse en una realidad.

Pero nadie dude que una parte importante de esa minoría agredida, que hoy trata de articularse ideológicamente en torno al PSA, no se va a rendir fácilmente; somos conscientes de que tratamos de representar a los sectores críticos más dinámicos de la sociedad andaluza. Por eso, nuestra existencia es la auténtica garantía de una política abierta y democrática en Andalucía, de donde tienen que surgir las alternativas críticas que requiere la verdadera modernización de nuestra tierra.

Pedro Pacheco es alcalde de Jerez de la Frontera (Cádiz).

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