Ultimátum del presidente Bush al mundo
En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, George W. Bush dio un ultimátum al mundo: si la ONU no consigue hacer que Irak cumpla las resoluciones que le impuso tras la Guerra del Golfo, será Estados Unidos el que se hará cargo, de forma unilateral, de hacérselas cumplir. Bush presentó un informe donde se detallaba el incumplimiento por parte de Irak de dichas resoluciones en los últimos años. Sin embargo, dejó de lado el principal motivo que el presidente norteamericano lleva esgrimiendo como principal argumento para justificar la necesidad de una invasión de Irak: la acusación de que Sadam Husein está acumulando armas de destrucción masiva y que en breve podrá disponer de armas nucleares.
A este respecto, en ningún momento Bush ha presentado pruebas que lo respalden; es más, los inspectores de la ONU, expulsados de Irak en 1998, reconocieron que no disponían de pruebas sobre el presunto rearme.
La pregunta es si el incumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas es motivo suficiente para justificar un ataque militar a un país, cuando se tienen otros medios de presión que no han sido suficientemente utilizados. El ataque debería ser el último recurso y, en cualquier caso, debería ser llevado a cabo por un ejército bajo bandera de la ONU.
Si al menos los Estados Unidos presentasen al mundo pruebas claras y definitivas de las acusaciones de acumulación de armas de destrucción masiva, y del peligro que representan esas armas para ellos, su actuación podría ser más comprensible, aunque, aun en este caso, una acción bajo bandera de las Naciones Unidas sería la mejor solución.
La verdad es que el sentimiento irracional de antiamericanismo que se está extendiendo cada vez más por el mundo puede ser el principal problema al que se enfrente Estados Unidos a medio y largo plazo.
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