Claroscuros
Esta semana se ha publicado abundante e importante información sobre la evolución reciente de la economía española. Como suele suceder en momentos coyunturales como el actual, hay de todo, buenas y malas noticias. Empecemos por las primeras. La Encuesta de Coyuntura Industrial (ECI) de agosto registró una nueva, aunque muy ligera, mejora del clima empresarial. Es el quinto mes consecutivo de mejora, tras alcanzar valores mínimos en marzo. A pesar de que este indicador y el Índice de Producción Industrial (IPI) suelen evolucionar paralelamente, éste último estuvo registrando datos negativos durante el segundo trimestre. Sin embargo, el dato de julio, conocido el martes pasado, indicaba una cierta recuperación. Es pronto para asegurar que la industria ha superado ya la recesión, pero parece, al menos, que durante la primavera y comienzos del verano inició la salida de la misma. Otra cosa es si esta recuperación va a tener continuidad, en vista de que la economía internacional vuelve a ralentizarse y la demanda interna sigue debilitándose.
El ritmo de crecimiento de la economía no se desacelera apreciablemente
Otra buena noticia provino del mundo del trabajo. Ya la semana anterior conocimos el paro registrado de agosto, que aumentó ligeramente, pero lo hizo en menor cuantía que un año antes, a pesar de la mala temporada turística. Esta semana hemos conocido el número de afiliados a la Seguridad en alta al finalizar agosto, que supone un aumento en términos desestacionalizados muy superior al de un año antes. Como consecuencia, la tasa interanual se ha acelerado desde el 3% al 3,8%. Todo ello indicaría que en el tercer trimestre sigue creándose empleo a un ritmo elevado y que, a no ser que esté disminuyendo la productividad del trabajo, el ritmo de crecimiento de la economía no se desacelera apreciablemente.
No obstante, las dudas surgen cuando intentamos ver cuáles pueden ser las bases que mantienen ese crecimiento. Esta semana, por fin, la Secretaría de Estado de Comercio ha publicado los datos de comercio exterior de junio, y lo que nos dicen estos datos es que durante ese periodo las exportaciones continuaron retrocediendo, más incluso que en los meses anteriores, si bien los datos mensuales de comercio son muy erráticos. A la vista de la evolución de la demanda en Europa, no creo que en julio o agosto se haya producido una recuperación significativa de nuestras ventas al exterior. También acentuaron su caída las importaciones, lo que nos indica que la demanda interna de consumo de bienes y de inversión en equipos sigue debilitándose. Sólo nos queda, como posibles motores del crecimiento, el consumo de servicios, tanto privados como públicos, y la inversión en construcción. Para ver si ello es suficiente, tendremos que esperar a tener más información. De momento, los datos no son concluyentes.
Tampoco fue bueno el IPC de agosto. Se esperaba un aumento de la inflación, pero éste fue superior al previsto. La causa fundamental fueron los precios de los componentes más volátiles del índice (energía y alimentos frescos), pero también sorprende que los precios de los bienes industriales y de los servicios se aceleraran, ignorando la debilidad del consumo y la caída del turismo. Los manuales de economía nos dicen que la inflación cede cuando cae la demanda, pero claro, siempre que los mercados sean eficientes y competitivos.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).
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