Pequeños secretos en la sierra de Alhamilla
Lucainena de las Torres rescata el trazado del tren minero y los baños curativos
Las cosas no siempre son lo que parecen. Todo el mundo cree que a Lucainena de las Torres (Almería) el apellido le viene de la hilera de ocho hornos en ruinas que anuncia al pequeño pueblo; aunque en realidad se refiere a unas torres árabes que el tiempo ha borrado. Para compensar, alguno de los 500 escasos vecinos del municipio asegura que las dos bañeras de mármol de una sola pieza que aparecieron en medio de un olivar son romanas. Pero la verdad es que son de mediados del siglo XIX, testigos de la bonanza que vivió el pueblo gracias a sus minas de hierro.
Sin embargo, hay un absoluto consenso sobre los baños de la Marrana. Nadie duda de la historia que dio nombre al manantial de aguas sulfurosas y que transformó el pueblo en una especie de Virgen de Lourdes de la época. El doctor Gaspar Molina publicó en 1853 una memoria científica sobre los baños hidrosulfurosos. 'En este sitio acostumbraba descansar y envolverse en el fango una cerda enferma con una erupción en la piel, tan pronunciada y de mal carácter que su dueño la creía mortal. Un día, con sorpresa, vio la completa curación del animal por la virtud sola del barro. No pudo pasar desapercibido de Miguel Pérez este hecho singular y aplicó dicho barro a su hija, atormentada años hacía de herpes en varias partes de su cuerpo, con éxito feliz', así explica el científico el descubrimiento del manantial.
El extremo oriental de la sierra de Alhamilla, donde se ubica este pueblo que se sitúa a 50 kilómetros de Almería, es un buen centro de operaciones para conocer la zona.
El cortijo Los Baños
La proximidad del desierto de Tabernas, el parque Cabo de Gata-Níjar y los karst en yesos de Sorbas son atractivos añadidos, pero, de entrada, es mejor olvidarse del coche y calzarse los deportivos para iniciar una de las rutas que propone Juan Segura desde el cortijo Los Baños. Segura ha restaurado la casa de los guardeses de Los Baños, del siglo XIX, para convertirla en alojamiento. Y además de senderismo, paseos a caballo o en bicicleta, a diario se programan en el establecimiento clases de relajación y estiramientos sobre la antigua era o una larga lista de actividades de hidroterapia. Y lo que pone en la mesa (menús vegetarianos con mucha imaginación) viene directamente de su huerta.
Pero el descanso hay que dejarlo para después de grandes paseos, como el que conecta Lucainena con la playa de Aguamarga -pedaleando son tres horas de ida y cinco de vuelta- por la antigua vía ferroviaria. Lo ideal para rememorar el trayecto del tren minero es la bicicleta. Además del paisaje de ramblas arcillosas sembradas de cortijos en ruinas y en el que las escasas palmeras son lo único que despega del suelo, lo bueno de esta ruta es que tiene premio: una zambullida en Aguamarga.
Paseos cortos
Para los que no se atreven con tanto, se pueden realizar paseos más cortos. A pie desde el cortijo hasta una imponente noria árabe con un verdadero oasis de palmeras, se emplean tres horas y media. Si el senderista está en forma, puede ampliar la caminata dos horas y llegar hasta un espectacular túnel excavado en la piedra por donde pasaba el tren de la prosperidad en tiempos de la fiebre minera. Que nadie busque raíles; la propia compañía desmanteló el trazado en 1942, cuando ya no quedaba nada que arañar. El pueblo, en el que vivían más de 3.000 personas a principios del siglo XX, tenía de todo: teatro, telégrafo, estafeta de correo, juzgados y, por supuesto, el balneario, que se había convertido en una especie de club de sociedad, con su salón de baile incluido en medio de un olivar.
La ruta de las fuentes, que lleva a un lavadero del pueblo todavía en uso, es apta para todos los públicos y se emplean unas dos horas a pie. Sólo hay que seguir el curso de la acequia que riega los cortijos que bordean Lucainena. El camino ofrece agradables sorpresas, como un algarrobo centenario, naranjos, almendros y muchas higueras (el pan de higo de la zona tiene fama), antes de desembocar en el núcleo urbano. La gran nave de la iglesia y el antiguo hospital minero hablan del pasado esplendor de este pueblo que ahora ha encontrado una nueva veta en la recuperación de los baños que descubrió la marrana.
GUÍA PRÁCTICA
- Cortijo Los Baños (950 52 52 50). Lucainena de las Torres. La habitación doble con pensión completa, 72 euros. Tratamientos: masajes (20 euros), baños en agua sulforosa (9), baños de arcilla (12). - Hotel Segura (950 36 41 11). José Segura Nieto, 1. Turrillas. Habitación doble, 30 euros. Tiene además un restaurante muy familiar (unos 15 euros) con espléndidas vistas a la sierra.
- Restaurante Calatrava (950 52 53 08). Carretera nacional 340, km 478. Tabernas. Menú degustación, 24. - Restaurante Los Albardinales (950 61 17 07). Carretera nacional 340, km 474. Tabernas. Unos 25 euros.
- Turismo de Almería (950 27 43 55). - Delegación Provincial, Consejería de Medio Ambiente (950 01 28 00).
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