Ciento tres detenciones en treinta y dos años de vida
Albert Martí volvió a quedar ayer en libertad tras provocar varios 'alunizajes'
Albert Martí Ramos, de 32 años y vecino de Barcelona, será, con toda probabilidad, uno de los delincuentes habituales a los que más afectará el plan que prepara el Gobierno para endurecer las penas contra los reincidentes. Hasta ahora la ley ha jugado a su favor, porque sólo así se explica que acumule ya 103 detenciones por los delitos más diversos. Anoche, el juez de guardia de Sant Feliu de Llobregat volvió a excarcelarlo.
La última detención de Martí se produjo en la madrugada de ayer tras una espectacular persecución por Barcelona. Conducía un vehículo robado y lo estrelló contra el escaparate de un supermercado en la calle de Nicaragua de la capital catalana, un alunizaje en argot policial. Ese método violento, consistente en romper los cristales de los escaparates, permite al delincuente llegar a su objetivo. En este caso, la caja del establecimiento.
Tras hacerse con el dinero y varias botellas, Martí huyó de manera 'muy temeraria y peligrosa', dice la policía, al advertir la presencia de una patrulla. Se saltó todos los semáforos que encontró en su camino, sin causar afortunadamente heridos. 'Por suerte, a esa hora hay muy pocos coches y vehículos por las calles', indicaba ayer un portavoz policial. Los agentes colocaron tres coches patrulla en diferentes zonas de la avenida Diagonal de Barcelona, por donde huía el delincuente, pero éste los desbordó a todos, de una manera que recordaba imágenes de persecución de vehículos en películas policiacas.
Y el final fue igualmente previsible, entre las posibles opciones que cabía esperar. La policía disparó con puntería a las ruedas y al delincuente no le quedó más remedio que parar. Eso ocurrió en el término municipal de Sant Feliu de Llobregat, a unos ocho kilómetros del lugar donde se había iniciado la persecución. Dentro del vehículo, la policía encontró artículos robados poco antes en el supermercado y otros objetos probablemente sustraídos días antes en otro automóvil que Martí empleó para efectuar otros dos alunizajes.
Era la detención número 103 de Martí, que acumula en su historial toda clase de delitos. Eso sí, ninguno de ellos de gravedad, como la mayoría de los delincuentes habituales: tráfico de drogas a pequeña escala, robos en todas sus variantes, reclamaciones judiciales porque no acude a los juicios, y agresiones a la policía. Los agentes afirman que el delincuente estaba bajo los efectos del alcohol y de las drogas la última vez, porque sólo así se entiende que por tan poco botín fuera capaz de actuar como lo hizo. El detenido iba igual de pasado la madrugada del domingo, cuando protagonizó otros dos alunizajes en Barcelona: contra un concesionario de vehículos y contra una perfumería.
A las pocas horas, el juez de guardia de Barcelona lo dejó en libertad. Ayer por la tarde, Martí volvió a los juzgados. Esta vez a los de Sant Feliu de Llobregat, y una vez más quedó en libertad con cargos. El jefe del grupo de crimen organizado de la policía de Barcelona se lamentaba ayer de los daños colaterales que causó la persecución. El grupo tiene tres coches patrulla y dos de ellos han quedado con la carrocería muy dañada. Pasarán varios días antes de que puedan utilizarlos.
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