El peligro de caer en las "emociones antiamericanas"
Si la coalición gubernamental entre los socialdemócratas del SPD y Los Verdes, que ha gobernado durante los últimos cuatro años, logra imponerse en las elecciones del próximo 22 de septiembre a la candidatura de los democristianos, Joschka Fischer, su ministro de Exteriores, tendrá un problema.
En el ardor de la campaña electoral, el canciller Gerhard Schröder ha pasado por alto todos los modales diplomáticos con sus reiterados ataques en contra de una 'aventura' de Estados Unidos en Irak, con su postulación 'de un camino propio para Alemania' y con su calculada chulería a la hora de pedir que el presidente estadounidense, George W. Bush, lo llame a él si tiene algo que consultar.
Moderación de discursos
Al principio, Joschka Fischer usó también una retórica similar. Pero a medida que las declaraciones del canciller Schröder seguían subiendo de tono, por un lado, y a medida que las encuestas de intención de voto comenzaron a perfilar una eventual victoria rojiverde, por el otro, sus discursos son más moderados.
Aunque siga mostrando su oposición a la guerra -fuera del alcance de los micrófonos y en privado enumera una retahíla de argumentos sobre el peligro que entraña un ataque a Bagdad para derrocar al régimen de Sadam Husein-, se le nota incómodo respecto a la manera en la que el canciller Schröder está articulando este rechazo.
El ministro de Exteriores y líder de Los Verdes, Joschka Fischer, está utilizando estas semanas de la campaña electoral alemana, que arrancó a comienzos del verano y que estuvo marcada por las inundaciones que devastaron el este del país, para advertir seriamente del peligro de caer en 'emociones antiamericanas'.
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