Basura en el Parque de María Luisa
Cuando alquilé un piso en El Porvenir me pareció maravilloso poder ir diariamente a mi trabajo atravesando el Parque de María Luisa. Ahora, como los esforzados corredores que lo frecuentan, me entreno para poder hacerlo sin mirar y sin oler, y poder así evitar la vergüenza que me produce tanto la falta de civismo de los sevillanos, como la desidia de la autoridad correspondiente.
Los numerosos turistas que desde muy temprano visitan la Plaza de España se quedan muy impresionados con el delicioso perfume que desprende la enorme cantidad de residuos de todo tipo: plásticos, botellas, restos de comida, algas, que, desde hace meses y ayudados por nuestro espléndido sol, se pudren en un recodo del estanque. También los niños disfrutan remando entre la basura, lo que desde luego fortalecerá su sistema inmunológico. Si ése es el estado de monumentos en los que además está la sede del Gobierno, es lógico que se cree una verdadera competencia por ensuciar más y mejor y que limpien otros. Si lo hacen, bien, y si no ¡que se pudra!
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