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Reportaje:

Un salvavidas chino para Osona

La comarca recibe con esperanza la entrada de Shandong Bhinzou en Puigneró

La comarca de Osona empieza a ver la salida del túnel para su única gran empresa, Hilados y Tejidos Puigneró. Tras dos años de crisis, la semana pasada la firma textil pactaba la entrada en su capital, con el 15% inicial, de la empresa china Shandong Bhinzou Printing & Dyeing Corporation. Para final de este mes tiene previsto levantar la supensión de pagos que presentó hace casi dos años. También ha anunciado que creará una empresa en China al 50% con su nuevo socio para operar en los mercados europeo y norteamericano.

El pacto con la empresa china se ve con buenos ojos en la comarca. El secretario general de Comisiones Obreras en Osona, Climent Pujol, dice que permitirá asegurar la producción de Puigneró en un momento en que 'los problemas financieros de la empresa se estaban agravando con la rebaja de la cartera de pedidos'. Esta situación ponía en peligro no sólo el futuro de Puigneró sino su día a día.

El 20% de los vecinos de Sant Bartomeu son inmigrantes llegados para trabajar en la textil
El creador de la empresa empezó en 1956 con dos telares en un garaje

Fue precisamente el descenso de los pedidos lo que obligó a la empresa a aplicar un expediente de regulación de empleo temporal y rotativo que permite enviar a los trabajadores al paro durante un mes y por un periodo máximo de cinco meses. Pujol cree que el acuerdo con la empresa china de recibir productos elaborados en China a bajo precio favorecerá la extinción progresiva del expediente de empleo.

Montserrat Benito, alcaldesa de Sant Bartomeu del Grau, localidad donde Puigneró tiene su mayor centro de producción, cree que 'el preacuerdo es económicamente interesante para que Puigneró pueda salir del pozo', aunque manifiesta que es demasiado pronto para valorar si este pacto repercutirá en una mejora cualitativa social y cultural del municipio. La noticia no ha causado revuelo en el pueblo ni a favor ni en contra porque en los últimos años el número de familias de Sant Bartomeu que continúan dependiendo de Puigneró ha ido disminuyendo con la decadencia de la empresa.

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El secretario general de la UGT-SICO, Cesc Poch, aplaude el acuerdo, siempre que éste implique un compromiso de mantener la producción y se pregunta cuál es el interés real de la empresa china, si sólo el potencial comercial de Puigneró o también su capacidad productiva.

También los empresarios valoran positivamente el acuerdo, ya que permitirá mejorar la gestión y el futuro de la sociedad. Por su parte, el presidente del Consejo Empresarial de Osona, Joan Rovira, cree que la redimensión que sufrirá Puigneró es una buena noticia para la comarca, ya que la hasta ahora 'monstruosidad' de la empresa desvirtuaba el mercado de trabajo de Osona, con una excesiva concentración de trabajadores.

La de Puigneró, que tiene 800 empleados, es la historia de una empresa familiar que fue grande, pero que ha ido adelgazando a medida que perdía mercado. Progresivamente, su plantilla se ha ido nutriendo de inmigrantes y el perfil sociológico de Sant Bartomeu ha sufrido una espectacular transformación. Benito dice que el 20% de la población actual del pueblo son inmigrantes extracomunitarios, la mayoría del norte de África.

El fundador de la empresa, Josep Puigneró Sargatal, empezó a dar forma a su imperio en el año 1956 en su localidad natal, Sant Bartomeu del Grau. Carbonero hasta que se fue al servicio militar, su ansia de superación le hizo convertirse en un gran empresario. Adquirió dos telares y los instaló en el garaje de su casa, aunque muy pronto se dio cuenta de la necesidad de expandir el negocio. En 1962 estableció la fábrica de Hilados y Tejidos en Sant Bartomeu, a la que, a finales de la década, le siguieron dos más en Roda de Ter y Prats del Lluçanès.

La empresa crecía sin grandes saltos en inversiones y producción hasta los años setenta, cuando empezó a despuntar y se convirtió en la mayor textil catalana: llegó a emplear hasta a 2.300 personas.

Pero el periplo de Puigneró no ha estado exento de polémica. Ha tenido que responder varias veces ante la justicia. A la última suspensión de pagos se le suman otra suspensión en 1983; los problemas con la Seguridad Social en la década de 1980; la contratación ilegal de africanos en el año 1990, y dos condenas por delito ecológico en los años 1995 y 1998 que hicieron de su propietario el primer empresario español que entraba en prisión por atentar contra el medio ambiente.

En los últimos años, la sombra de Josep Puigneró se ha ido alejando de las naves de la empresa. El propietario ha dejado el control en manos de Pere Puntí, actual director general, quien ha trabajado con ahínco para reflotar económicamente la empresa y restablecer la maltrecha imagen de la firma.

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