Los teólogos reclaman a la Iglesia que practique la ética de la conflictividad
'Jesús siempre asumió y provocó el conflicto', dice Juan José Tamayo
Frente a la globalización de la injusticia y el egoísmo, el congreso de teólogos convocado esta semana en Madrid por la Asociación Juan XXIII escuchó una invitación al conflicto. '¡Rebélate! El imperativo ético es: ¡no te adaptes a la situación, no rehúyas la conflictividad, que es fuente de transformación social!', dijo el teólogo Juan José Tamayo tras recordar que Jesucristo no huyó jamás del conflicto y la verdad.
'La conflictividad es inherente a la ética de Jesús. Su vida no se desarrolla en un clima reconciliado, sino en una sociedad plural y conflictiva. Jesús no huye del conflicto como de la quema. Lo asume y, a veces, lo provoca. El conflicto tiene lugar en varios escenarios: ante las autoridades religiosas judías; con el poder político y con el poder económico, con la teología y la religión oficiales; con la sociedad patriarcal e incluso con Dios, a quien pregunta por qué le ha abandonado', dijo Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, cuyo congreso anual se clausura hoy con una ponencia del legendario obispo emérito de Chiapas, Samuel Ruiz, sobre América: cristianismo y globalización de la solidaridad.
Las jornadas de debate, desarrolladas en el salón de actos del sindicato Comisiones Obreras, fueron seguidas ayer por 1.025 personas, en su mayoría mujeres, dedicadas a la enseñanza del catolicismo o religiosas de distintas órdenes y congregaciones, que escucharon con el corazón encogido el desolador panorama que dibujó, a primera hora, un teólogo de raza negra llegado de Katanga (Congo). Se llama Jean Paul Ilunga y clamó: 'Nos estáis matando'. Después dibujó el escenario de la explotación y el desamparo a que está sometido su continente. 'Aquí estoy. Soy un excluido. No me da vergüenza. Me identifico con esta historia triste y dura', dijo el sacerdote Ilunga. Entre sus execraciones trajo a la mesa de debate al filósofo Hegel -el de la idea de que el negro no tiene alma-, e incluso a Patricio Lumumba, una de tantas 'víctimas del imperialismo contra los elegidos del pueblo'.
Dios y el dinero
El cristianismo en África pone muchas veces a Jesús al servicio del capital, se lamentó Ilunga, con una idea que iba a permitir al teólogo blanco Tamayo -Ilunga había subrayado esa costumbre occidental de calificar como negro a un ser humano, pero nunca como blanco cuando se trata de blancos- desarrollar su tesis sobre la 'incompatibilidad entre Dios y el dinero'.
Sostuvo Tamayo: 'En el cristianismo la incompatibilidad entre Dios y el dinero se formula de manera radical y no admite excepciones: 'Nadie puede servir a dos señores, porque se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero'. La incompatibilidad no se queda en el terreno de los principios, sino que se concreta en el estilo de vida pobre, desprendido, itinerante, desinstalado, sin residencia fija y sin posesiones, de Jesús y del grupo que le acompaña'.
Para bajar al terreno de los hechos, ante una Iglesia poderosa y rica si se mira a la jerarquía con sus ecónomos y, sobre todo, al Vaticano, Tamayo recurrió al escritor católico francés George Bernanos, autor del soberbio Diario de un cura rural. 'Los cristianos', dijo Bernanos, 'somos capaces de instalarnos incluso bajo la cruz de Cristo'.
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