'Me interesa saber si es posible escribir contra los temas de siempre'
Aunque 'el hombre es el lugar en donde ocurre la imaginación', cada vez que ésta cambia del género abstracto al de la figuración, el de las ideas concretas, vienen los instantes. Y con ellos los días. Ese tránsito o el resquicio por el que se cuelan dichos ideales hasta toparse con la realidad es el que retrata Belén Gopegui (Madrid, 1963). Nueve años lleva en esa labor y cuatro novelas testimonian su interés por indagar en ese encuentro de sueños y realidad. En un duelo contemporáneo. Desde la primera de sus novelas, La escala de los mapas (premios Tigre Juan y Concurso Iberoamericano de Primeras Novelas Santiago del Nuevo Extremo), cuyas fronteras literarias amplió en Tocarnos la cara, fueron más allá en La conquista del aire y se detienen, por ahora, en Lo real.
PREGUNTA. ¿Qué tanto han cambiado las cosas desde su debut?
RESPUESTA. Cuando se es más joven, la muerte está más lejos y tal vez por eso se piensa que cosas dóciles y quebradizas como la Literatura con mayúsculas pueden protegerte de las presiones que recibes, del daño que te hacen y del daño que te obligan a hacer. Nueve años después piensas que la presión es una fuerza y lo que quieres es disputarla, hacerle mostrar sus cartas y su falta de legitimidad.
P. Algunos de sus temas latentes son el miedo a enfrentar los sentimientos, el acecho de la derrota y el choque entre el deseo-sueño y la realidad.
R. Esta pregunta recae en algo que ha empezado a preocuparme. En realidad, creo que casi de cualquier título de novela que nos venga a la cabeza se podría decir que se trata de uno o varios de esos temas. Tal vez la cuestión no es que la mayoría de los novelistas coincidan, sino que el género novela ha logrado imponerse porque trataba de esos temas. Dicho de otra forma: ¿por qué sólo se escriben novelas sobre esos temas? Lo que hoy, nueve años después de La escala de los mapas, me interesa es saber si es posible escribir fuera de ellos, si es posible, siquiera, escribir contra ellos.
P. Pero está presente su mirada crítica y analítica a la sociedad como moldeadora de caracteres o planes individuales.
R. Prefiero la terminología de la lucha de clases a otra más antigua que hoy quiere imponerse de nuevo, la de 'ricos y pobres'. También prefiero no distinguir entre individuo y sociedad, sino entre diversas clases de acciones. ¿Qué acciones puede un hombre o una mujer llevar a cabo, en compañía de quién, a las órdenes de quién, con el capital de quién? ¿Qué acciones morirán sin haberse podido realizar nunca?
P. El amor y los sentimientos suelen atravesar sus novelas. ¿Como bálsamo?
R. A veces sí, me temo que sí.
P. En La escala de los mapas, Sergio Prim dice: 'el hombre es el lugar en donde ocurre la imaginación'.
R. Berkeley decía aquello de 'de qué color son las rosas cuando nadie las ve', y a Sergio Prim le gustaría pensar que no son de ningún color, cerrar los ojos y que al mismo tiempo el mundo real desapareciera, sólo un poco. Dicen que todos los personajes tienen su opuesto, y a veces pienso que el de Sergio Prim sería un pequeño Mefistófeles que pasara por las vidas de los que juegan a la lotería y les demostrara que los sorteos están amañados.
P. Entre los escritores contemporáneos quién le interesa.
R. Eric Ambler (La máscara de Dimitrios), un autor materialista que en algunas de sus obras contó muy bien cómo el problema de la socialdemocracia es que se esfuerza en sostener con una mano lo que desearía, tibiamente, derribar con la otra.
Y parte de esa inquietud la refleja Belén Gopegui en sus novelas protagonizadas por antihéroes, o por individuos a quienes pocos quisieran parecerse. En consonancia con su interés de arrostrar el mundo desde el envés.
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