_
_
_
_
_
Reportaje:

Moscú se asfixia

Más de 200 incendios forestales cercan la ciudad y causan una niebla tóxica

Las personas que ayer por la mañana debían aterrizar en Moscú y San Petersburgo se llevaron una desagradable sorpresa: los aeropuertos de las dos principales ciudades rusas estaban cerrados. El motivo fue que el denso humo de los incendios forestales que se prolongan desde hace dos meses había envuelto ambas urbes, donde la visibilidad era sumamente escasa.

La inmensa mayoría de los moscovitas se despertaron con una picazón en la garganta y el sabor a hoguera. Y al acercarse a las ventanas de sus pisos se horrorizaron: sólo veían humo. Nunca antes los incendios que se prolongan desde hace dos meses habían provocado una niebla tan densa como la de ayer. El humo se filtraba por las ventanas a los apartamentos, llegaba a los pasos subterráneos y se metía en las estaciones de metro. Nada ni nadie se escapaba de la niebla tóxica provocada por los casi 200 incendios que cercan Moscú.

Los yacimientos de turba, que propagan las llamas bajo tierra, dificultan la labor de los bomberos
Más información
El humo de los incendios forestales desata la alerta sanitaria en Moscú
Los incendios forestales cercanos a Moscú cubren de humo la capital rusa
El manto de humo que envuelve Moscú obliga al cierre de los aeropuertos
Decretan la alerta ambiental en México DF por la acumulación de gases tóxicos
Reportaje:: Incendios a vista de satélite

La visibilidad en la capital apenas superaba los 50 metros ayer por la mañana. Las torres y estrellas del Kremlin prácticamente no se veían tras la espesa cortina de humo, y los ojos de los transeúntes comenzaban a lagrimear a los pocos minutos de caminar por el centro de Moscú. Algunos trataban de aliviarse con mascarillas o pañuelos húmedos mientras cortaban a su paso la fantasmagórica neblina azulada.

Alexandr Yeliséyev, jefe de la oficina capitalina de defensa ciudadana y situaciones de emergencia, tuvo que pedir a la población que no se dejara llevar por el pánico y dar recomendaciones para disminuir los efectos del humo que ha envuelto a Moscú. Los médicos aparecieron en las televisiones y las radios aconsejando cerrar las ventanas y colgar de ellas sábanas húmedas. A las mujeres embarazadas y a las madres con niños pequeños les recomendaron quedarse en casa, y de ser posible, abandonar Moscú.

El alcalde capitalino, Yuri Luzhkov, además de pedir calma a la población, ordenó a los camiones de riego lanzar agua en las calles para tratar de hacer más soportable la atmósfera que se respira en Moscú.

La situación se deterioró sustancialmente ayer, ya que, como explicó Alexéi Liájov, director general de la Oficina de Hidrometeorología de la ciudad y provincia de Moscú, en la atmósfera se formó una capa de contención que contribuye a la concentración de las sustancias tóxicas en la superficie de la tierra. Y la falta de viento impide que la niebla se vaya de Moscú.

Las concentraciones de monóxido de carbono superaban en tres veces la norma y otro tanto ocurría con las de bióxido de nitrógeno y muchos otros gases tóxicos, lo que, unido al humo, influye negativamente en las personas que sufren de asma, alergias y enfermedades cardíacas.

Más de 4.000 efectivos ha movilizado el Ministerio de Situaciones de Emergencia para combatir los incendios forestales en los alrededores de Moscú. Pero, por el momento, los elementos están ganando la batalla a los hombres: en las últimas 24 horas surgieron 93 nuevos focos de incendios y la superficie de éstos aumentó en más de 200 hectáreas. En total, en la provincia de Moscú había ayer 188 incendios que cubrían una superficie de 549 hectáreas. El principal problema es que, además de arder los bosques, están ardiendo los yacimientos de turba, combustible natural que tiene la mala costumbre de incendiarse subterráneamente. El foco puede llegar hasta a diez metros de profundidad y propagarse bajo tierra. Esto dificulta muchísimo los trabajos para apagar las llamas y siempre existe el peligro mortal de que la tierra, simplemente, se abra bajo los pies de los bomberos y éstos desaparezcan en el infierno que arde bajo la superficie.

La situación más crítica se ha producido en los distritos de Dmítrov, en el norte de la provincia de Moscú, y en el de Shatura, al este, donde arden dos grandes turberas que abarcan más de 100 hectáreas.

Aunque la niebla puede durar tres o cuatro días más, en ningún caso motivará el aplazamiento del partido de fútbol que mañana, en el estadio Lokomotiv, deberán jugar Rusia e Irlanda en el marco de la Copa de la Europa. Así al menos lo afirmó ayer Andréi Tarabrin, portavoz de la Unión de Fútbol de Rusia mientras las autoridades recomendaban suspender las clases de gimnasia y deportes y permitían a los niños faltar a clases si los padres decidían llevárselos fuera de Moscú.

La plaza Roja de Moscú, cubierta por el humo.
La plaza Roja de Moscú, cubierta por el humo.EPA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_