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Columna
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Pareja

'¡YO NO SOY un héroe de Turguénev, y si alguna vez me metiese a libertar algún pueblo oprimido no se me ocurriría llevarme para ello el estorbo de una dama!...'. La exclamación fue proferida por Jorge Ivanitch Orlov, un apuesto vividor de 35 años en el San Petersburgo de fines del siglo XIX, según nos lo describe Antón Chéjov en Relato de un nihilista. Orlov había tenido esta ocurrencia cuando le explicaba a sus habituales compañeros de francachela su reciente desconcierto ante el traslado de su amante, Zenaida Fedorovna, una mujer casada, a su piso de soltero. Resulta que esta joven y bella adúltera estaba enamorada de verdad, e, inopinadamente, lo había abandonado todo para ir a vivir junto a su libertino seductor. La referencia a Turguénev del perplejo Orlov procedía de la novela En vísperas (1860), cuya protagonista, Yelena Nikolayevna Artyomevich, una aristócrata rusa, no dudó en seguir hasta la muerte a su amante, Dmitri Nikanorovic Insarov, un visionario patriota búlgaro que tenía como única meta la liberación de su país.

Chéjov pertenecía a una generación posterior a la de Turguénev y entre la publicación de sus dos novelas medió aproximadamente un cuarto de siglo. Este intervalo de tiempo fue suficiente para lograr que un joven idealista se transformase en un hedonista sin escrúpulos, pero no para modificar la ilusionada capacidad de entrega de sus dos trágicas amantes, si bien la primera murió continuando la lucha del febril marido patriota mientras que la segunda, sin marco épico al que agarrarse, simplemente se suicidó al ser abandonada.

Este par de ejemplos de heroínas románticas no son, ni mucho menos, excepcionales en la literatura rusa del XIX, hasta el punto de que se acaba imaginando que el papel de la mujer en la agitada historia de este formidable país fue mucho más crucial que el que se le concede en la prosa oficial rutinaria que registra los hechos memorables. En realidad, uno reconoce en este fenómeno del amor a la mujer como estímulo y cauce del idealismo masculino esa vieja tradición de siglos de erotismo cortés, que prácticamente ha expirado durante el siglo XX. En el ensayo Romeo y Julieta o el amor fuera de la ley, de Julia Kristeva, incluido en el libro colectivo titulado La mirada de Orfeo. Los mitos literarios de Occidente (Paidós), esta fina analista, además de destripar las pulsiones sombrías que alientan en la desenfrenada pasión de los trágicos amantes de Verona, inmortalizados por Shakespeare, se pregunta si hoy ya es imposible el amor estable de una pareja, pero, aun así, concluye: '¿Cómo desafiar al tiempo donde se agotan nuestros amores? ¿Mediante la pareja? No hay nada menos seguro; aunque, ¿por qué no? Nos queda el sueño de los enamorados, blasón de la reserva estética, sustituto de la pareja, ¿y si fuera ésta la única eternidad que nos queda?'.

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