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Columna
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Acoso y campo de acción

En el ensayo titulado La inspiración y el estilo, que Juan Benet publicó en 1965, el autor hace una reflexión sobre la necesaria renovación literaria de la época en la que sitúa el arte de la escritura como 'la creación de un estilo' que rompa el cerco 'que le impone el dictado de la realidad'. La realidad, para Juan Benet, 'es acoso y es campo de acción. Mientras el escritor no cuenta con un instrumento para dominarla, se ve acosado por ella; pero un día su cerco es perforado y toda su inmensa y compacta hueste pasa a formar parte de las filas del artista y a engrosar sus efectivos'. Lo recuerda el académico de la Lengua Víctor García de la Concha, considerándolo acertadamente como una auténtica 'declaración de principios', en su brillante prólogo a la edición de Destino de Volverás a Región, la novela que Benet escribió en su alojamiento de la Venta de Remellán entre 1962 y 1964, mientras dirigía la construcción de la presa del embalse del Porma, en las montañas del noreste leonés.

Volvemos de Región. Comimos en la venta de Remellán y remontamos las riberas del Porma, el Curueño y el Torío, ese triángulo de reminiscencias benetianas en el que se sitúa la cartografía mítica de su primera novela publicada. Volvemos a Madrid. En estas fechas de trauma posvacacional es habitual encontrarnos con el lamento de los articulistas, que coinciden en señalar las vacaciones como un terapéutico paréntesis de enajenación del yo, de huida pactada aunque insensata de su verdadera realidad. Escribí en esa línea hace algunos veranos: Volver a ser los mismos. Como si de un espejismo se tratara la que yo misma había sido muy pocos días antes, hacía del regreso a Madrid el despertar de un sueño de lacerante nostalgia aunque improbable representación. Ya no lo veo así. Iluminada por los montes leoneses, por la lectura de Volverás a Región y por lo que Benet llama en su ensayo 'el imperio del oxymoron: sólo lo fugaz dura y permanece, todo lo verdadero muestra su falsedad, todo lo evidente encierra su misterio', veo a la fugaz que he sido acosada por el cerco estruendoso que dicta la realidad madrileña, ésa verdadera que pretende imponer una falsa calidad de irrealidad a la que dura y permanece sobre el curso del Porma.

Para dominar este cerco de la realidad, y siguiendo para la vida las enseñanzas que Benet dictó para la escritura, necesitamos un instrumento que la perfore, hacer que su compacta hueste forme parte de nuestras filas, lograr que engrose nuestros efectivos de insoslayables regresados. Crear estilo, ser artistas en este sentido benetiano, sería el método para convertir la urbana hostilidad, que no sólo acecha amenazante a nuestro futuro más inmediato, sino que se emplea a fondo en cuestionar nuestro pasado menos lejano, en el campo de acción de un yo que, libre de este hostigamiento que podemos tildar ya de sistémico y municipal, vuelve de ser él mismo más que nunca.

Pero, ¿cómo tratar la realidad cotidiana madrileña con instrumentos de artista? Marcando de entrada, como apunta García de la Concha acerca de la escritura de Benet, nuestro terreno de juego: 'De escribir al dictado de la realidad, esclavizado por ella, a aprovechar los recursos que facilita un orden y a inventar otra realidad'; superando las limitaciones del costumbrismo, lo que Benet identificó en la historia de la literatura española como una preferencia por 'la taberna' en detrimento del grand style.

Volvemos, pues, de los bosques gamos y de los regueros, de las hoces rebecas y de las cascadas, de las vacas y de los glaciares que hemos sobrevolado con las águilas, a esta región capital y política, trastornada por las heridas de una perforación de taladros callejeros que no es la que decíamos, de festejos taberneros que empobrecen su estilo, a esta región que se sume en un tiempo irritado por la ambición acelerada de su simulacro, y, con Benet, 'un acercamiento mimético o racional al texto conduciría a la incomprensión', por lo que sólo otra ambición, de grand style, nos libraría del acoso de esta Madrid ineludible hasta hacer de ella nuestro campo de acción. De forma que, siguiendo con Benet, 'el enemigo -aquella realidad indefinible e infinita- se torne ahora un aliado. ¿Qué barreras pueden prevalecer contra un hombre que en lo sucesivo será capaz de inventar la realidad?'.

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