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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El arca de Schröder

El canciller federal Gerhard Schröder ha vuelto a ser, desde ayer y por primera vez en muchos meses, favorito a ganar las elecciones en Alemania el próximo 22 de septiembre. El último sondeo situaba ayer a su Partido Socialdemócrata (SPD) en el 40%, un punto por encima de la Unión Democristiana y Socialcristiana bávara (CDU-CSU) de Edmund Stoiber. Hace tan sólo unas semanas parecía imposible que el canciller lograra remontar una desventaja de hasta nueve puntos respecto a su rival. Para que esto sucediera tenía que mediar algo extraordinario. Es exactamente lo que ha sucedido, y es ya muy posible que esto le cueste a Stoiber una victoria que muchos consideraban segura y conceda a Schröder un nuevo mandato.

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Las catastróficas inundaciones que han afectado al este de Alemania son las más graves en varios siglos y han arrasado pueblos y ciudades ribereñas del Danubio, Elba, Saale y Mulde. Alemania se halla en estado de profunda conmoción ante los efectos de una tragedia que en tales dimensiones sólo suele afectar a países lejanos en el Tercer Mundo. En 10 días de riadas, decenas de miles de familias alemanas han perdido todo lo que poseían. Idílicas ciudades medievales como Pirna han sufrido más destrucción que en la II Guerra Mundial, y ciudades industriales repletas de plantas y residuos químicos como Bitterfeld han estado a punto de provocar catástrofes ecológicas de efectos aterradores.

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Las aguas han arrasado prácticamente todo lo avanzado en 12 años de reconstrucción del Este desde la caída del muro. En esa extrema situación, Schröder ha demostrado un instinto político infinitamente superior al de su rival y puede que, gracias a ello, se haga perdonar por el electorado los muchos titubeos y promesas incumplidas de los últimos cuatro años.

El canciller captó muy pronto la gravedad de la situación, se presentó en el escenario y mandó organizar las ayudas inmediatas, como también la canalización del ingente movimiento de solidaridad que la tragedia ha puesto en marcha en toda Alemania. Stoiber, por el contrario, tardó varios días en interrumpir sus vacaciones en la pequeña y elegante isla de Juilt, en el mar del Norte, y se permitió además hacer comentarios como 'yo no hago turismo de inundaciones'. El debate sobre el cambio climático es ya inevitable en Alemania y castigará a quienes, como Stoiber, han prestado escasa atención a dicho problema y además han sido defensores de la modificación de cauces de los ríos para mayor facilidad del tráfico fluvial de mercancías, principal causa de la tragedia según los especialistas. Hasta los periódicos más conservadores se han distanciado de Stoiber en este punto.

Schröder ha anunciado que pospone un año la reforma de rebajas fiscales para destinar la diferencia a ayudar a las regiones afectadas. Stoiber no podía contradecirle so riesgo de aparecer como un político sin sensibilidad que escatima ayudas a las víctimas. Cuenta además el canciller con el aplauso de una población que, en estado de emergencia, ve en dichas ayudas su máxima prioridad por encima también del propio pacto de estabilidad de la UE. El canciller no sólo se beneficia de su propio resurgir y el de sus aliados verdes; también los liberales del FDP marcan ya distancias con Stoiber -antes su seguro aliado- para una hipotética coalición victoriosa y lanzan guiños al SPD. Schröder puede formar alianza con todos los partidos parlamentarios, desde el ex comunista PDS hasta una gran coalición con la CDU, no deseada pero nunca descartada, pasando por verdes y liberales; mientras que Stoiber sólo podría contar con estos últimos. En este contexto, el debate televisivo que se celebraba anoche entre los dos candidatos será la prueba de fuego de la recuperación de Schröder. La valoración que del mismo hagan los sondeos indicará si la riada se ha llevado también a Stoiber o si más bien su efecto tiende a amainar al bajar las aguas.

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