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Aste Nagusia
Columna
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La trastienda de las fiestas

Más de 80 grupos de música, treinta bertsolaris y veinte grupos de teatro han actuado en esta Aste Nagusia. Detrás de sus espectáculos, se esconde el trabajo de los seis técnicos del Área de Cultura que trabajan como locos durante todos los días de las fiestas para que ningún imprevisto de última hora perturbe el programa previsto.

Este año su cuartel general ha sido una sala del Teatro Arriaga, desde donde han controlado al milímetro que el programa se cumpliera. Joseba Rosales es el gestor sociocultural más veterano de las fiestas y ha sido el encargado del deporte, el folclore y los actos de la Plaza Bizkaia, que este año ha acogido por primera vez bilbainadas, por la mañana, y verbena, por la noche.

Del teatro de humor y de calle se encarga Pedro Ormazabal, otro de los gestores socioculturales del Ayuntamiento bilbaínos. Su trabajo incluye desde la contratación de los grupos hasta la gestión del alojamiento, y su trabajo es en cierta manera imprevisible, como el de sus compañeros. 'Crees que tienes todo atado y, de repente, el grupo [de teatro] te pide un espejo que necesita para la función, un balcón o un coche dos caballos y te vuelves loco hasta encontrarles lo que piden', comenta.

Por ser el que más años lleva gestionando las fiestas, Rosales es también el que más anécdotas recuerda. Entre ellas, aquella mítica actuación de Norma Duval en La Pérgola. 'Salió en la prensa que había pedido un bidé en su camerino, y resulta que sólo era una clásula del contrato modelo'. 'No era que ella lo hubiera exigido', indica, 'la gente se lo tomó tan en serio que en el concierto el público no paraba de preguntar para que para qué quería el bidé'. Rosales se ríe también recordando cómo la gente estuvo a punto de pegar a uno de los actores del grupo La Cubana, que pretendía casarse con cinco mujeres en la Iglesia de San Nicolás. La boda formaba parte del espectáculo, 'pero la gente se lo creyó tanto que intentaron partirle la cara al actor'.

Aunque durante la Semana Grande no paran de trabajar, con el móvil echando humo, la fiesta les persigue el resto del año. 'Nada más acabar la Aste Nagusia, ya empiezas a pensar otra vez en la siguiente Aste Nagusia', comentan. 'En febrero, ya cerré el contrato con Ruper Ordorika para que actuara en fiestas', apostilla Marixili González del Hierro, encargada del abultado programa que acoge la Plaza Nueva en fiestas.

'El público no es consciente de todo el trabajo que hay detrás de cualquier acto de la Aste Nagusia', comentan estos técnicos culturales, que aseguran terminar 'hasta el gorro' reuniones para planificar el concierto de Manu Chao del año pasado. 'A Manu Chao se le contrató por un dinero y en un mes y medio se revalorizó muchísimo. Entonces, se planteó el problema de la seguridad en ella plaza del Gas', comenta González del Hierro, que fue también el año pasado una de las encargadas de atender a Estrella Morente, que se desmayó tras cantar en la Plaza Nueva.

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De estas fiestas destacan que 'han sido las más internacionales'. Para las próximas, apuestan por integrar en el programa a los artistas callejeros que ofrecen sus espectáculos de malabares, música y teatro a cambio de unas monedas.

APUNTE

A Marijaia, que pasa cada jornada con una comparsa, ya se le ha echado en falta algún día. Pero hoy no hay cuidado, los técnicos de la Aste Nagusia se han asegurado de que la rubia esté a las ocho de la tarde, frente al Arriaga, lista para ser quemada.

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