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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Alejandro Jodorowsky se sale del guión

Los cursos de verano de El Escorial analizan los problemas del cómic

Carmen Morán Breña

Aficionados y profesionales del cómic han lamentado esta semana en los cursos de la Universidad Complutense la escasez de guionistas. Dibujantes hay, muchos y buenos; demasiados, para lo que puede absorber el mercado, decía estos días el que también lo es, Manfredo Sommer. Pero guionistas no abundan, sin que nadie sepa explicar certeramente por qué. ¿No hay quien quiera contar cosas a través de las viñetas, historias maravillosas, críticas mordaces, sátira política, costumbrismo? Clamaban por guionistas y ayer llegó el que puso en su sitio al mismísimo Moebius. Eso dice él, Alejandro Jodoroswsky. 'He trabajado con 20 dibujantes, los mejores del mundo, ¿de qué creen que vivo?'. Del cómic, claro, aunque él 'podría hablar de muchas otras cosas', como por ejemplo de tarot, de psicogenealogía, de chamanismo...

Jodorowsky ve en las historietas 'un mundo increíble en el que se unen la pintura, el dibujo, la escritura y la música'. Pero tampoco quiso engañar a nadie: la cosa está muy fea y es difícil abrirse un hueco. Apenas un ramillete de consagrados, entre los que se incluye, se reparte la tarta de las grandes tiradas. El resto tiene que conformarse con sacar la cabeza gracias al esfuerzo de las editoriales independientes y de la ilusión, nunca pagada, de los fancines entre amiguetes.

No es el caso de Jodorowsky, que arregló a lo chamán el brazo de Uderzo y gracias a eso todos pueden leer el nuevo álbum de Astérix; que tiene un sinfín de 'ofrecimientos', porque, 'ya saben, las grandes casas tratan de robarse a los buenos'; que inventó la ciudad pozo, 'que luego ha copiado el cine' (también la palabra tarólogo); que está trabajando 'con el mejor dibujante americano'. Jodorowsky tiene gracia, desde luego, y no es de extrañar que le pasen todas estas cosas.

Hizo reír a los dibujantes diciéndoles a la cara lo que son y la relación que, como guionista, mantiene con ellos. 'Es como trabajar con un gran niño, o sea, un gran ego no domado. Arnaud era drogadísimo y distraído. No le escribía guiones, le grababa vídeos; lo de Juan Giménez son las mujeres y las máquinas. Moebius dice que él no pinta caballos muertos ni coches, que no le gusta que le den un guión porque siente que están sobre él'. Con este último tuvo que utilizar Jodorowsky la técnica de la araña macho que quiere aparearse con la enorme araña hembra, hecha una reinona en su tela. 'Yo tocaba con la patita en la tela, le ofrecía un cigarrillo de marihuana, que no quería pero que se guardó en el bolsillo, y, por fin, conseguí que hiciera la página número 2 bis, ¡dos bis!, cuando ya el álbum estaba concluido'.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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