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Columna
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El club de la comedia

Las fiestas lo tiñen todo de fiesta. Es lo que tienen. Como el verano. Sólo que hay más fiestas que verano, pero eso es harina de otro costal o pan nuestro de días grises con humedades del dos mil por cien que hacen sudar de otra manera. De una manera tropical pero sin los cocoteros. Ni el sol. Sin embargo, no resulta difícil tomarlo todo a chirigota porque nuestra geografía está en fiestas y, como hay más fiestas que pueblos, se vuelven chistosos hasta los más serios. ¿Quién le ha visto soltar una gracia a Larreina? Pues lo ha hecho. Aunque la ocasión lo merecía. En cuanto el PP y el PSOE han criticado que aquí se está financiando dos veces a los partidos políticos porque el Gobierno vasco se arroga la prerrogativa de volver a financiar a quienes ya estaban financiados desde Madrid, el gracioso de Larreina les denuncia por hipócritas, ya que, al beneficiarse también de las ayudas, deberían defenderlas como todo quisque. Al bueno de Larreina no le entra en la cabeza que alguien pueda protestar por lo que está recibiendo indebidamente y con ello no ha hecho sino ofrecer su versión particular de aquella película de Woody Allen Coge el dinero y corre. Pero con gags más pobres.

Aunque igual no, ya que, según parece, los suyos no estarían recibiendo dos veces una subvención, sino tres. Porque algunos bancos se han metido a patrocinadores de la causa y han condonado nada menos que una deuda de 843.820,00 euros al partido de Larreina, mientras que el de sus mayores, o sea el de la Voz, ha visto cómo le borraban de los números rojos 1.530.777,83. Lo que no quiere decir que uno y otro no sigan endeudados. Como el resto, pero a los únicos que la banca les ha perdonado una parte del pufo ha sido a ellos dos. Y no dirán que no da risa. Con semejantes pellizcos condonados deberían estar tronchándose. Por eso ha dicho el ínclito Anasagasti: 'Están apretando cada vez más las tuercas y lo están haciendo con muy poca seriedad', o sea, que la risa sería contagiosa y quienes se estarían también riendo, digo apretando las tuercas sin seriedad con esto de la doble financiación, serían los del PP y los del PSOE. Claro que, el humor de los políticos ha sido siempre muy especial. Es más fácil que se rían entre ellos que causen hilaridad en el respetable.

Pero no será por no intentarlo. El impagable Madrazo ha echado también su cuarto a oros, digo, a espadas, aunque eso de impagable habría que dejarlo porque con su cargo en el Gobierno vasco contribuye a aliviar, y no poco, las arcas de su sucursal en Madrid; pero estábamos hablando de chistes. Conque va el bueno de Madrazo y, como si no tuviera otro pito que tocar, escribe un artículo de opinión cuya médula la constituye un chiste muy en la línea de aquel género del van un inglés, un francés y un español y se encuentran en el infierno, etc., sólo que aquí al infierno no van más que un vasco y un español: 'Si intercambiamos la palabra España por Euskadi, y el término Euskadi por el de España -(¿no habremos vuelto al punto de partida, señor Madrazo?)-, habremos convertido a Aznar en Otegi, y a Otegi en Aznar'. Eso se llama quedarse tan ancho, sobre todo cuando el gran caricato apostilla que además de apelar a la bandera y a la historia, 'ambos apelan a la democracia'. Igual lo que no se ha parado a pensar el señor consejero es que puede ser consejero y decir lo que dice en una democracia como la española pero que a lo mejor no podría decir nada ni ser, qué pena, consejero, en la democracia tan particular a la que aspira la izquierda abertzale.

Aunque lo malo de los chistes es que pierden toda su gracia en cuanto se explican. Por eso pasaré de puntillas sobre las alegaciones del dilecto y electo Gonzalez de Txabarri en el Congreso preguntándose por la suerte de ese 15% del electorado vasco sin cabeza legalizada o Batasuna, cuando están haciendo todo lo posible y soberanista para que les caiga en las manos mientras se victimizan presentándose como los siguientes en la lista de la ilegalización. Ya lo dijo Groucho: 'Mi madre adoraba a los niños, le hubiera gustado que yo fuese uno'. Pues bien, si sustituyen Groucho por Marx, madre por Madrazo e hijo por Setién, ¿para qué querrán charadas?

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