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Tribuna
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Otra arboleda perdida

Las autoras, concejales del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, critican la reforma de la Castellana por considerarla destructiva de la personalidad botánica y urbanística de esta gran arteria ciudadana

En el pasado Pleno del Ayuntamiento de Madrid, celebrado el 22 de mayo, el grupo municipal socialista defendió una proposición cuya finalidad era solicitar la inmediata paralización de las obras de 'remodelación' que se están realizando en el paseo de la Castellana, y la redacción de un nuevo proyecto de actuación conforme a lo dispuesto para este ámbito en el Plan General de Ordenación Urbana de 1997. No se trata sólo del necesario respeto a las normas; el grupo municipal socialista proponía dicha paralización, a causa de los daños graves que esta actuación produce y producirá sobre los árboles de un paseo emblemático que responde a las características de los salones arbolados del siglo XIX.

Estas zanjas dañan de forma irreversible las raíces de los árboles afectados por el trazado

La iniciativa socialista se apoyaba en una argumentación semejante a la utilizada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, que también está solicitando al Ayuntamiento la paralización de estas obras.

Desgraciadamente el equipo de Gobierno popular, por voz de su concejala Elena Utrilla, rechazó en su totalidad la proposición, con razones de muy dudosa consistencia.

En primer lugar, Utrilla se negó a aceptar la propuesta a causa del 'retraso' con que se planteaba, ignorando que los daños que se están produciendo -incuestionables- que, de momento, han afectado al primer tramo de las obras, paso elevado de Juan Bravo-plaza de Gregorio Marañón, y afectarán muy pronto a los dos tramos siguientes: plaza de Gregorio Marañón-plaza de San Juan de la Cruz. En segundo lugar, realiza afirmaciones, reproducidas a continuación, que no tienen desperdicio: 'En cuanto a los árboles, me siento incapaz de explicarle a usted que las raíces no son las mismas en los árboles que funcionan por goteo, que en los árboles que funcionan sin goteo, como es el caso de la Castellana. Me siento incapaz de explicarle cómo funcionan las raíces en los árboles sin goteo. En cuanto a que no tienen loseta de granito, en el proyecto que estamos haciendo ya tienen granito y tienen hormigón. Hay hormigón. Lo que pasa es que lo vamos a reformar y lo vamos a mejorar'.

Precisamente estas dos cuestiones son parte fundamental de la justificación de la propuesta de la paralización de la obra: la sustitución de parte del terrizo, o de los paseos de baldosas directamente colocadas sobre terrizo, -que han permitido un crecimiento del arbolado al mantener su capacidad de tomar el agua y el oxígeno por las raíces-, por hormigón sobre el que se colocan losas de granito, limita de forma drástica la posibilidad de absorber agua al establecimiento de riego por goteo y reduce, también, la captación del oxígeno, desde la superficie, a través de alcorques de 1,5 x 1,5 metros.

Aún más: las obras, en sí mismas, exigen realizar zanjas para meter tubos que recojan las aguas superficiales, que si bien antes se filtraban directamente en la tierra, ahora se deslizarán sobre los pavimentos para reconducirse a este sistema de 'alcantarillado'. Estas zanjas dañan de forma irreversible las raíces de los árboles afectados por su trazado, desecándose al aire, durante todo el tiempo que dura la actuación.

La concejal Elena Utrilla, -además de ofrecer insólitos argumentos, carentes de cualquier base científica-, aireó en el debate un conjunto de fotos, algunas relativas a los resultados de la primera intervención en el paseo de la Castellana, y otras que evidencian la situación actual de los tramos del paseo sobre los que se va a actuar.

Esta exhibición resulta incomprensible, pues todas las fotos confirman dos hechos: en las obras ya ejecutadas en la fase anterior, los árboles que se mantienen en zona de terrizo presentan escasa o nula vegetación (es decir, se ha reducido su frondosidad o directamente están muertos); y en los tramos degradados del paseo, sobre los que todavía no se ha intervenido, se aprecia, sin ninguna clase de duda, el total abandono en que han permanecido durante los últimos diez años, prueba manifiesta de la negligencia con la que ha actuado el Ayuntamiento de Madrid. Ha existido, y existe, un contrato de mantenimiento de las zonas arboladas de 'espacios singulares' (el paseo de la Castellana estaba incluido en dicho contrato, como no podía ser menos, dado su carácter emblemático) y, a la vista de las fotos, es evidente que se han incumplido todos los términos del contrato. Las fotos están a disposición de cualquier ciudadano o institución interesada, en el grupo municipal socialista.

El Ayuntamiento de Madrid deja degradar, con demasiada frecuencia, un espacio público, -da igual que sea zona verde que zona urbanizada- para justificar posteriormente una determinada obra de 'restauración'; o sea más gasto público con resultados inciertos. En el caso que nos ocupa, la gravedad no se limita a la agresión sobre la vegetación, sino que afecta directamente a la configuración de este paseo, ya que, según las normas de obligado cumplimiento previstas en el Plan General, donde está catalogado como Jardín de interés de nivel 1: 'Habrán de respetarse las características de trazado, diseño, fabricación, materiales de caminos y paseos, elementos escultóricos decorativos y mobiliario', prohibiendo de manera taxativa todas aquellas obras que no sean, estrictamente, las específicas de conservación.

Resulta llamativo el silencio cómplice que mantiene el concejal de Medio Ambiente, que parece haber limitado su protagonismo respecto a las obras de la Castellana, a alabar a la Concejalía de Obras por unas 'bufandas' de madera colocadas en los troncos de los árboles afectados por las obras, que, según García-Loygorri, les van a proteger de los posibles golpes y heridas que pudiera producir la maquinaria pesada que circula y zigzaguea, abriendo zanjas, introduciendo tuberías para el agua y la luz, y hormigonando.

Sería muy largo reproducir todos los efectos dañinos que las obras anteriores en el paseo de la Castellana han tenido, y que se pueden reducir a dos: disminución del número de árboles, y perjuicio letal para los que sobreviven; y la pérdida total de la imagen de este paseo caracterizado por una configuración única, representativa de una época histórica, y que pasará a disponer de un paseo urbano anodino. Así, se habrá sacrificado su singularidad a la negligencia y mediocridad de los responsables del Ayuntamiento de Madrid, reduciendo los costes de limpieza y mantenimiento a cambio de elevadas inversiones en las obras realizadas.

No podemos dejar de mencionar un elemento colateral e indirecto de estas obras, relativo a las medidas tomadas por la Concejalía de Obras para el tránsito de los viandantes en los tramos afectados por las obras: estrechos, irregulares e incómodos pasillos entre vallas no coincidentes con el paso en la calzada, que incluso impiden acceder a los pulsadores del semáforo occidental de la calzada central a aquellos que quieren cruzar y que han de esperar a que otro viandante detenga el tráfico desde el semáforo frontero, etc., contraviniendo las normas específicas que regulan las obras en la vía pública.

Todo lo expuesto lleva a exigir, una vez más, que el Ayuntamiento de Madrid paralice el curso actual de las obras, que elabore un nuevo proyecto exclusivamente de restauración-que no de remodelación-consecuente con las determinaciones del Plan General y con los conocimientos científicos sobre arbolado y espacios arbolados disponible en hoy día, y, finalmente, que facilite el tránsito adecuado de los peatones entre el vallado de las obras en ejecución.

Cristina Narbona y Marta Rodríguez-Tarducchy son concejales del PSOE

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