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Entrevista:ARTURO CAJAL | Historiador

'Los derechos históricos exigen unos deberes'

Arturo Cajal Valero (Boltaña, Huesca, 1966), doctor en Historia Contemporánea e investigador de la Universidad del País Vasco, es autor de varios libros sobre la España liberal y los Fueros en el siglo XIX. En su último trabajo, Paz y Fueros. El conde de Villafuertes (Biblioteca Nueva), reivindica las aportaciones del liberal guipuzcoano Manuel José de Zabala, figura clave de la empresa Paz y Fueros, que propició 30 años de estabilidad entre las guerras carlistas.

Pregunta. ¿Cuál es el núcleo central de su investigación?

Respuesta. El libro escoge la figura de Manuel José de Zabala, el conde de Villafuertes, un aristócrata tolosano que fue una de las figuras más importantes del siglo XIX. Por una parte le tocó ser, como delegado del Gobierno, el primero que aplicó la Constitución de Cádiz, tanto en 1813-14 como en 1820-23, y también quien aplicó por primera vez la famosa Ley de Confirmación de los Fueros de 1839. Pero además, durante la Guerra Carlista fue nombrado por el Gobierno liberal miembro de la Junta de Bayona, una junta gubernamental que tenía como finalidad apoyar en secreto la bandera Paz y Fueros de Muñagorri, para promover el abandono de las armas de los carlistas vascos a cambio de la confirmación de los fueros.

'Se puede ser un buen patriota sin ser nacionalista de lealtades excluyentes'
'La novela histórica llega porque es más liviana y si halaga el ego del país, mejor'

P. ¿Qué actualidad tiene su figura?

R. El conde de Villafuertes fue el típico liberal fuerista y un ejemplo de lo que se llaman identidades y lealtades compartidas.

P. ¿En qué sentido?

R. Compaginó patrióticamente, sin ninguna dificultad, el vasquismo y el españolismo, el doble patriotismo: el amor a la patria particular, el País Vasco, y la patria común, España. Se puede ser un buen patriota sin ser nacionalista de ideas, de lealtades únicas y excluyentes.

P. ¿Cuál fue su principal aportación?

R. Villafuertes y, una vez muerto, sus sucesores liberal-fueristas, con mucha habilidad dieron forma a una época de paz y de estabilidad entre las dos guerras carlistas. Ésta se fundamentaba primero en la reconciliación interna de la sociedad en clave fuerista, lo cual exigió que los gobernantes fueristas abandonaran posiciones integristas, aceptaran el pragmatismo y fueran respetuosos con el poder central.

P. O sea, lo contrario a lo que ocurre hoy.

R. Exactamente. Fueron 30 años de paz y de estabilidad, de pragmática coexistencia y de reconciliación interna de la sociedad.

P. En todo caso, esa paz saltó luego por los aires...

R. Sí, se vino abajo en los 60 y 70, pero por razones que nada tienen que ver con la cuestión foral. El carlismo resucitó por la nueva amenaza revolucionaria que se veía en Europa, por la aparición del laicismo, el ateísmo, el socialismo, el anarquismo,... más por motivos ideológicos clericales que por otra cosa, aun a riesgo de poner en riesgo los fueros, como ya había advertido años antes el conde de Villafuertes.

P. ¿Destapa en este libro nuevas claves sobre la empresa Paz y Fueros?

R. Se ha minimizado que fue una operación secreta del Gobierno de Madrid, que tenía como uno de sus objetivos soterrados hacer del País Vasco un reducto conservador para poner un obstáculo más a que la izquierda liberal española se hicera con el Gobierno de España. Por eso se pusieron de acuerdo los liberales conservadores de Madrid y los liberales fueristas del País Vasco. Otra cosa es que éstos últimos consiguieron que a los carlistas vascos se les ofreciera un paliativo, un consuelo, que eran los fueros, como gesto generoso de reconciliación por haber perdido la guerra y porque su modelo de sociedad se les veía abajo.

P. ¿En la actualidad se podría aplicar una fórmula similar a la de Paz y Fueros?

R. No se puede hacer extrapolaciones de una época a otra porque las circunstancias son distintas. En el siglo XIX era la cuestión foral y hoy es la cuestión nacional. Y al parecer dentro del nacionalismo no cabe ni la fidelidad a España, ni al régimen político establecido... En mi opinión es muy difícil llegar a un acuerdo sobre los derechos históricos si no se quieren aceptar los deberes. Hay que estar a las duras y a las maduras.

P. ¿Pretende llegar al gran público con esta investigación?

R. No es posible. La novela histórica llega porque es más amena y liviana y si encima halaga el ego del país, como suele ocurrir, mucho mejor. Pero sé que este libro, en el que he invertido dos años de trabajo, sólo llegará a una pequeña minoría que pueda estar interesada en el tema.

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