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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ridículo

Los mandos de las Fuerzas Armadas, tanto políticos como militares, deberían pensárselo dos veces antes de tomar decisiones, nada fáciles de comprender ni de explicar, como la de sancionar con dos meses y dos días de arresto -un mes y un día, en principio, complementado con otro mes y un día por manifestaciones posteriores de protesta- a un suboficial que no dijo que su mujer, que lo es de hecho desde hace cinco años, no lo era de derecho, al solicitar plaza en una residencia militar. La acusación que ha provocado esa sanción es que el suboficial no dijo la verdad, es decir, que mintió al no revelar que la mujer que le acompañaba no era la que figuraba en el libro de familia.

Decisiones de esa naturaleza no desprestigian a las Fuerzas Armadas; producen efectos peores: ponerlas en ridículo. El suboficial en cuestión está legalmente separado y forma con su actual mujer una pareja de hecho legalmente registrada. Es de suponer que quien ha hilado tan fino a la hora de definir los límites legales de la convivencia marital se haya referido al matrimonio civil y no al religioso, católico, por supuesto.

Desde el Ministerio de Defensa se ha alegado que la sanción es sólo disciplinaria. Pero eso no convierte en justa una decisión injusta y manifiestamente desproporcionada, ni hace menos rídiculo el hecho de imponerla. Los valores de disciplina y de jerarquía son básicos para el buen funcionamiento de la organización militar. Pero esos valores deben corresponderse con normas reglamentarias acordes con la Constitución y las leyes y no depender de la conveniencia ni de interpretaciones arbitrarias o autoritarias del mando.

Convivir hoy en España como pareja de hecho no sólo es una costumbre socialmente admitida, sino una modalidad legalmente regulada en las comunidades autónomas, aunque falte todavía una ley estatal promulgada por el Parlamento. Y hace tiempo que los tribunales vienen reconociendo determinados derechos -pensiones, herencias...- a personas que han convivido como parejas de hecho. Que en el Ejército haya todavía quien no se ha enterado o no quiera enterarse de esa realidad social y legal, es grave. Pero peor es que esa ignorancia, real o fingida, lleve a actos tan absurdos como castigar con dos meses de arresto a un subordinado por no ir acompañado de su legítima. Eso no es disciplina, es pura arbitrariedad y despotismo del mando.

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