'Los genes maestros son iguales en la mosca y en el hombre'
Antonio García-Bellido (Madrid, 1936) es la figura más importante de la biología del desarrollo en España. Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1984, es profesor de investigación del CSIC en el Centro de Biología Molecular.
Pregunta. ¿Cuál es la próxima frontera en la biología del desarrollo?
Respuesta. Quedan muchos problemas. Entendemos en gran medida los procesos que llevan a la proliferación celular, pero no sabemos cómo los genes que actúan en las células determinan el comportamiento de éstas para que se ordenen en sistemas con dimensiones y formas específicas. Es el problema del tamaño y la forma.
No entendemos las bases genéticas de la regeneración o de la utilización de células madre para dar tejidos de forma y función normales. Nos falta mucho para entender cómo se hace el cerebro, algo necesario para saber cómo funciona. Y así un largo etcétera.
P. Sus investigaciones en los sesenta y setenta llevaron al descubrimiento de genes maestros que controlan el desarrollo embrionario. ¿Estamos cerca de comprender cómo se construye un embrión?
R. Estamos avanzando muchísimo en la comprensión de muchos procesos embrionarios en organismos modelo, como la mosca, los gusanos y los vertebrados. Entendemos el papel de genes diferentes en la especificación de territorios embrionarios, como los que aparecen a lo largo del eje cabeza-cola, con sus diferentes segmentos; en el eje dorso-ventral, con la aparición de diferentes tejidos, y en la formación de apéndices, patas y alas. Y estamos entendiéndolo porque los genes que especifican estas diversidades espaciales son los mismos, están conservados a lo largo de la evolución y son transferibles, reteniendo su función entre organismos muy diversos, como la mosca y el hombre, con ancestros comunes de hace 600 millones de años.
Esta conservación de genes ocurre porque sus funciones están basadas en interacciones moleculares, y éstas, en el reconocimiento molecular. La sintaxis de la lengua genética no puede cambiar porque las palabras -las moléculas, los genes- no se entenderían. Por ello la mayoría de las mutaciones son letales.
P. La evolución es un factor a tener en cuenta al intentar explicar los procesos de desarrollo que ocurren durante la formación de un embrión. ¿Cómo influye el pasado evolutivo en la comprensión del presente?
R. Entender el desarrollo de un organismo requiere dos enfoques: el sincrónico, que consiste en conocer los detalles genético-moleculares que sustentan los procesos de morfogénesis en una especie en particular, y el diacrónico, que resulta de la comparación entre especies. Es este segundo enfoque el que nos permitirá distinguir las operaciones génicas invariantes de las accesorias o coyunturales de una especie en particular.
La utilidad del primero es práctica: sirve para predecir situaciones, fallos moleculares, el cáncer, por ejemplo. La del segundo es teórica. Es la que permite entender los principios biológicos. La conservación de las funciones génicas sirve para crear en organismos modelos de laboratorio, como la mosca, condiciones genéticas anormales, homólogas a las que causan patologías en el hombre. En un futuro inmediato habrá grandes avances en este sentido.
P. En muchas ocasiones, los Gobiernos sacrifican la investigación en ciencia básica con la excusa de que no hay dinero. ¿Existe una frontera clara entre la investigación básica y aplicada en biología del desarrollo?
R. La sociedad, y con ello el apoyo público, reclama mejores técnicas y aplicaciones. Pero debe saber que éstas son imposibles si no se tiene más investigación básica. El mundo de las ideas, la motivación, está en adquirir nuevos conocimientos y en aplicaciones comprobables en los experimentos. Sin esta ambición no hay ciencia. Y esta actitud es la que deben apoyar los Gobiernos, porque está ahí su inversión de futuro, su responsabilidad social. Aunque esta actividad sea costosa, porque la ciencia depende cada vez más de tecnologías sofisticadas.
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