Vidas confusas
¿Por qué todos los aparatos de televisión de las casas de veraneo hacen cosas raras? Cuando en el mío pongo La Primera, se ven por detrás las sombras de Antena 3. Supongo que se trata de un problema técnico, aunque yo tengo un conflicto existencial parecido, pues detrás de mi vida hay otra vida, también mía, que sólo se manifiesta en forma de sombras. Un día, hace ya mucho tiempo, al despertar de la siesta, estaba aclarándome la cara en el lavabo cuando, al incorporarme y abrir los ojos, tuve una percepción de mí en la que, sin dejar de ser yo, vivía una vida diferente de aquella a la que me sabía conectado. Con la visión periférica percibí a través del espejo un cuarto de baño parecido al mío, pero que no era el mío. Cerré los ojos sorprendido por aquella alucinación y al abrirlos todo había regresado a su ser.
Estoy en el salón, viendo las noticias, y de súbito siento en la boca un gusto como de mantequilla rancia. Mi saliva no tiene ese sabor, por eso pienso que es la saliva del otro, que se ha cruzado con la mía por un problema técnico
La experiencia duró unas décimas de segundo, pero la turbación todavía me persigue. Aunque breve, el delirio había sido tan intenso que ya no pude sustraerme a la idea de llevar otras vidas paralelas que funcionaban a modo de diferentes canales de TV en los que, si bien el decorado era distinto, el personaje siempre era yo. Tales identidades se cruzaban a veces, como los telediarios de La Primera y de Antena 3, confundiendo las vidas de esos personajes diferentes. Quizá, pensé, ese otro, cuya vida se había cruzado con la mía un instante, se había sentido tan desconcertado como yo al asomarse a mi cuarto de baño y comprobar que no era el suyo. Pero ahora los dos sabíamos que existía el otro y el peso de su sombra ya no dejaría de perseguirnos nunca.
A veces estoy en el salón, viendo las noticias, y de súbito siento en la boca un gusto como de mantequilla rancia. Mi saliva no tiene ese sabor. De hecho, es insípida. Por eso pienso que es la saliva del otro, que se ha cruzado con la mía por un problema técnico en la recepción de los canales salivales. Y ya no puedo sustraerme a esa otra vida. Me pregunto quién es ese otro yo, y si estará sentado también con su familia en el salón de una casa de veraneo creyendo que ve las noticias de Antena 3, cuando en realidad está viendo las de La Primera. Quizá ese sabor a mantequilla rancia se debe a que vive en un lugar con diferencia horaria respecto al mío y en este momento está desayunando con una margarina caducada. No puedo saber si es más pobre que yo, si es más feliz, más sabio, pero me preocupa que del mismo modo que nuestras salivas se cruzan por errores mecánicos o de transmisión, también se crucen nuestras ambiciones y yo esté realizando en parte sus deseos mientras que él se ocupa sin ganas de los míos.
Como estoy de vacaciones (es un decir), a veces, al pasear por la playa, cierro los ojos y camino unos pasos a ciegas. Entonces hay como uno o dos segundos en los que el que camina es en realidad el otro, porque noto bajo la planta de los pies un tacto que no es el de la arena y escucho a mi alrededor sonidos que en nada se relacionan con el mar. Al levantar los párpados, todo vuelve a su ser y de nuevo soy yo, aunque un yo extraño, un yo en el que una mirada atenta percibiría los rastros del paso del otro como se percibe el paso de una sombra por la frente de la persona amada. Me pregunto si a José Antonio Sánchez, el director general de TVE, le ocurre lo mismo con el consejero delegado de Antena 3, o sea, que está tomándose un café con leche y el café con leche le sabe a té porque Sáenz de Buruaga, pongamos por caso, acaba de tomarse un té, de modo que al cruzarse los canales Sánchez siente por debajo de sí una sombra de Buruaga, lo mismo que por debajo de las noticias de Antena 3, en mi televisión, se ven las sombras de las de La Primera.
Quizá mientras escribo estas líneas en mi diario, porque siempre me ha gustado llevar un diario, mi otro yo está escribiendo para EL PAÍS, y sobre el mismo tema, un artículo que tal vez firme con mi nombre porque en ese momento se le crucen los cables, o las salivas, e igual que yo siento en mi paladar el sabor de su mantequilla rancia, él sienta por un instante que su identidad está unida a mi nombre. Dios mío, ¡cuántas existencias distintas llevamos a la vez! Me pregunto si, cuando te cruzas con la del otro, eres por un momento responsable de su vida. ¿Es La Primera responsable de Antena 3, o Antena 3 de La Primera? Todo son preguntas.
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