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LA EXTRAÑA PAREJA
Columna
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Y flotar, flotar, flotar

Le he llevado a mi preparador físico la foto de un hombre que aparece, nadando como si tal cosa, en el mar de mierda que lame estos días las playas barcelonesas y del Maresme. 'Quiero que me dejes así', le digo. '¿Así de foca?', se asombra. 'No. Así de indiferente. Machácame. Hazme mal. Conviérteme en metáfora de lo que ni siente ni padece'.

Ese hombre de la foto ha alcanzado la perfección. Lleva, además, gafas para practicar el submarinismo y ver, desde las profundidades insondables, cagarrutas, ratas muertas y plásticos bioengrandecidos como la vida misma. Es un héroe de nuestro tiempo. Se asume igual que asume el infecto paisaje y lo que el paisanaje vaya incorporando. Está preparado para navegar en el amplio mar de los zarpazos de agosto, y no me estoy refiriendo ahora ni al aniversario de la muerte de la querida Marilyn ni al hecho de que Ana Obregón siga en activo.

En donde la cronista, asaltada por la Maldición del Pensamiento Múltiple, se pregunta, entre otros asuntos, qué hace la esposa del presidente del Gobierno con las perneras de los pantalones veraniegos que le quedan viejos.

Deberían nombrarle, a ese hombre, español universal del año. El Rey y el presidente del Gobierno tendrían que recibirle en sus respectivas residencias, invitarle a comer, preguntarle cómo piensa enfocar el otoño que viene y lo que viene con el otoño. Si tiene planes para flotar boca abajo, por ejemplo. Incluso deberían nombrarle director de un curso de supervivencia. Escenarios naturales donde darlo no iban a faltarle. Ni alumnos prestos a escucharle.

En el fondo, todo es muy simple. La fórmula de la felicidad absoluta consiste en darle la vuelta al verso de Gertrud Stein: 'Una mierda es una mierda es una mierda'. Y a nadar.

Me faltan muchos abdominales para llegar a tal grado de aceptación, lo confieso. A pesar de que me maltrato las carnes, me quedan aún infectos reflejos cerebrales. Miro y veo, pero veo más allá de lo que miro. Miro, por ejemplo, a los Aznar en su comparecencia anual veraniega ante los medios. Me pregunto qué hace Ana Botella (más mona que nunca; le sienta bien la futura boda de su hija) con los pantalones que se le quedan viejos. Supongo que los dona a Perneras Sin Fronteras. A mí me irían francamente bien los de este año para hacerme un par de pantallas de tulipa. Pero todo esto son frivolidades. Lo que veo va más allá: Trillo entonando el '¡Viva España!'. Fragatas y corbetas. Soldados. Botella, fabricando vendas con sus perneras. ¡Basta, espectros, retroceded! De entre todas las maldiciones que hay en el mundo, tenías que caerme justamente tú, oh Maldición del Pensamiento Múltiple y Simultáneo.

Y luego está la peor de mis visiones. No puedo contemplar la magnificencia del JFK, fondeado en el puerto tarraconense, sin que se me aparezca Bush júnior jugando al golf. Hubo un tiempo en que los portaaviones me evocaban a Steve MacQueen, sobre todo cuando estaban en llamas, pero ahora he perdido la inocencia y la coordinación, y paso como una flecha del JKF a Bush y, de aquí, siento confesarlo, a las regatas reales.

¿Ello, por qué? Ello, por lo que sigue.

El otro día, en el salón de belleza, mientras me estaban injertando otro cactus en la lengua, alguien abandonó, por descuido, un periódico auténtico entre las revistas del colorido. Yo debía de estar con la guardia baja, y no me extraña, porque acababa de ver el ¡Hola! de la boda de Jesulín y me había dejado sin aliento lo mucho que se parece su madre, ataviada de madrina, a Benny Hill, que en paz descanse, aunque en más viril y ruda.

Inadvertidamente, pues, tomé el periódico y lo leí. Así fue cómo me enteré de que el general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Charles R. Holland, ha presentado un proyecto para acabar con Al Qaeda mediante misiones encubiertas, en vista de que las operaciones cubiertas sólo acaban con las bodas afganas. El proyecto contempla que unidades anfibias de su Marina aborden y registren buques sospechosos en alta mar y en todo el mundo, incluso sin permiso.

Conociéndoles, una regata tan cumplida como la que anualmente se celebra en Palma puede resultarles de lo más dudosa. No quiero ni pensar en el salto del anfibio, o abordaje, sobre el Bribón. Ni el mejor flotante de España podría soportarlo.

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'JFK':No puedo contemplar la magnificencia del portaaviones 'JFK' sin que se me aparezca Bush júnior jugando al golfJOSEP LLUÍS SELLART

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