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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Evolución que respeta la cocina tradicional

CASA OJEDA, un veterano local burgalés que brilla con recetas sencillas

José Carlos Capel

Antes que un restaurante, Casa Ojeda es un santuario de la cocina tradicional burgalesa.

Si después de varias décadas continúa en el candelero, es porque ha sabido evolucionar de manera moderada sin desvincularse para nada de sus raíces. A pesar de que se trata de un macro-restaurante distribuido en dos alturas, con barra de bar y varios comedores bulliciosos, su cocina funciona como un reloj y el servicio cumple con creces. Tan sólo su decoración, algo vetusta, pide a gritos una reforma.

Bajo la atenta mirada de su propietario, Luis Carcedo, que todo lo controla, por sus mesas desfilan platos de temporada, entre populares y burgueses, cuyo mayor mérito radica en la nobleza de las materias primas. Recetas sencillas, elaboradas con pocos ingredientes, que no enmascaran sabores, se acompañan de salsas simples y guarniciones correctas. Cocina seria desde cualquier punto de vista.

CASA OJEDA

Vitoria, 5. Plaza de la Libertad, 10. Burgos. Teléfono: 947 209 052. Cierra domingos noche. Precio: entre 30 y 45 euros. Morcilla de Burgos con pimientos, 7,21. Rodaballo al horno con patatas panadera, 19,50. Entrecó de vaca a la crema de queso de Valdeón, 15,03. Tarta de hojaldre, 4,20. Pan ... 6Café ... 4Bodega ... 6,5 Ambiente ... 6Servicio ... 7Aseos ... 6

Suculenta morcilla de arroz

Cada una de sus especialidades clásicas requiere comentarios independientes. Resulta exquisita la lengua escarlata a la cebolla confitada, plato que no figura en la carta y conviene probar a toda costa. Suculenta la morcilla de arroz, que se sirve con pimientos asados. Algo bastas las alubias rojas de Ibeas, que adolecen de exceso de hollejo. Superlativas las medias perdices escabechadas, que se dejan madurar durante un año en el propio escabeche donde se afinan hasta el límite, y sólo aceptable el cordero lechal en horno de leña, en absoluto deslumbrante, demasiado seco y con ese insidioso tufillo a lana tan frecuente en los corderos ibéricos.

En el resto de la carta hay opciones para todos los gustos. Quizá unas carnosas anchoas de Santoña exultantes de notas marinas; acaso una ración de la mejor cecina leonesa; tal vez unos suaves guisantes naturales con endibias y jamón, o una rodaja de rodaballo al horno con patatas panadera, plato malogrado por exceso de cocción del pescado y más sal y pimienta de la cuenta.

Son los riesgos que afrontan los restaurantes de amplias dimensiones, siempre predispuestos a pinchar en los platos más fáciles por culpa de las avalanchas de comensales. Lo que nunca falla son los lomitos de lechazo al brandy, muy delicados. Tampoco el pan está a la altura de las viejas tahonas castellanas; ni el café, basto y con ese insoportable amargor de los granos torrefactados, merece recomendarse.

POSTRES, BODEGA, BARRA DE BAR Y TIENDA GASTRONÓMICA

En consonancia con su cocina, los postres de Casa Ojeda lucen el mismo encanto burgués que todos sus platos salados. Se trata de dulces convencionales -cuajada preparada, macedonia de frutas naturales, crema helada de ron y pasas- con un nivel medio aceptable. Si el sorbete de limón decepciona por el gusto a esencia y la relamida cursilería de unos cordones de almíbar, la tarta de hojaldre con crema y nata roza el notable alto. También destaca el postre especial de la casa, que contiene tarta de queso de Burgos y helado de queso fresco con taquitos de membrillo. Una tentación golosa. No está mal su bodega, a pesar de que se encuentra acaparada por los vinos tintos riojanos y de la Ribera del Duero. Un listado donde apenas se presta atención a los blancos y a los vinos dulces, y en el que hay una escasa representación de caldos de otras zonas vinícolas españolas. Abajo, en las mesitas del bar y en la propia barra, junto al horno de leña que preside su entrada, se puede comer de manera informal a precios moderados. Bocadillos de pan con jamón, pinchos, canapés y raciones variadas con la dignidad que caracteriza a la casa. Particular interés posee su tienda gourmet, que comparte hueco en los bajos del edificio. En sus vitrinas refrigeradas se encuentran muestras de la mejor bollería y pastelería de la zona, además de platos cocinados y productos en conserva. Por supuesto, hay grandes quesos y productos típicos, entre los que no faltan los embutidos ibéricos y la magnífica morcilla de la tierra.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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