Estado de privilegios
La Constitución está sufriendo un ataque: primero, con la autocandidatura de Berlusconi a la presidencia del país; (...) ahora, con la ley de la legítima sospecha. Empleamos los atormentados decenios de la Italia unida para superar los privilegios aristocráticos; enterramos, junto con el fascismo, las leyes especiales de esa dictadura. Pero hoy, con la modernización berlusconiana, con su reformismo oportunista, hemos dado un salto atrás (...) y estamos destruyendo la ley, que es lo único que nos defiende. (...) Muchos no se dan cuenta de que el ataque a la magistratura (...) puede impregnar a toda la sociedad y modificarla. Se parte de los intereses personales y de grupo del líder político, de la defensa de sus televisiones, de sus intereses financieros (...) y después hay que rendir cuentas con cómplices y clientes a los que hay que pagar (...) Y entonces hay que tapar complicidades con la delincuencia organizada, como en las grandes maniobras en Sicilia para repartirse los fondos europeos. (...) Y ya que esta impunidad de hecho no puede durar si no se quiere correr el riesgo de que se hunda del todo la economía, ¿qué se puede hacer? No se podrá recurrir a la máquina represiva y preventiva de la justicia, como ha sucedido en EE UU. (...) No habrá otra solución que recurrir al inevitable autoritarismo policial. (...) Pero si se sigue en esta lenta cocción, una cosa es segura: para reparar los daños de civilidad producidos por esta restauración irresponsable y mercantilista, serán necesarios largos tiempos y duras fatigas.
Giorgio Bocca
Roma, 2 de agosto
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