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Schröder adelanta la campaña electoral por sus malos resultados en las encuestas

La mitad de los alemanes cree que habrá nuevo Gobierno tras las elecciones de septiembre

La campaña electoral de los socialdemócratas alemanes (SPD) ha pasado, en pocas semanas, de presentarse como un paseo a convertirse en un sobresalto. La mala situación económica, el aumento del paro y la destitución del ministro de Defensa, Rudolf Scharping, por un escándalo han colocado al canciller, Gerhard Schröder, contra las cuerdas. Los últimos sondeos otorgan ventajas significativas al candidato democristiano, Edmund Stoiber, en las elecciones del próximo 22 de septiembre. El SPD decidió ayer adelantar su campaña al próximo lunes para tratar de invertir la tendencia.

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Según uno de los sondeos de opinión, el del Instituto Emind, por primera vez la valoración de Schröder ha caído hasta un 54% y la de Stoiber ha subido hasta un 56%. Y las intenciones de voto hacia los distintos partidos se han estancado en cifras nada optimistas para los socialdemócratas: el 34% votaría al SPD; el 41%, a la CDU. El resto de los partidos en liza, los liberales del FDP, Los Verdes y los ex comunistas del PDS, no superan en ningún caso el 10% de los votos esperados. Pero los resultados de todos ellos son fundamentales a la hora de los pactos.

Si la CDU se alía con el FDP (el más votado de los tres citados, con un 9%), conseguiría el 50% de los votos. Para el jefe del instituto de opinión Forsa, Manfred Güllner, sin embargo, no todo está aún perdido: 'La inclinación es claramente hacia la derecha, pero conviene no olvidar que casi un 30% de los votantes aún no tiene decididas sus preferencias'. En la sede del SPD confían: 'Ese 30% es votante tradicional socialdemócrata'. Para Güllner, 'los socialdemócratas lo tienen cada día peor'. De ser cierto, habría, pues, cambio de gobierno; una vuelta a la era Kohl. De la coalición rojiverde actual a la negroamarilla. Para otro de los institutos, el Allensbach, las dudas no existen: adiós a Schröder el próximo 22 de septiembre cuando los alemanes se acerquen a las urnas.

En las últimas semanas, a Schröder le han caído varias tormentas: las malas cifras del paro (las más altas en verano desde la reunificación alemana en 1990), los escándalos financieros (quiebras de importantes empresas), la destitución por cobros ilegales de su ministro de Defensa, y hasta las meteduras de pata de una ministra (Heide Simonis, del Estado de Schleswig-Holstein) que se ha puesto a expresar en voz alta lo que todo el mundo sospecha: van a subir los impuestos. Y el informe de cuentas del primer semestre del año elaborado por el Ministerio de Finanzas acaba de dar la puntilla: un 6% menos de ingresos que el semestre anterior; un 3,6% más pagos para asuntos sociales (hay más parados) y unas cuantas grandes ciudades que aseguran estar arruinadas (Múnich, Berlín, Hannover, Wupertal...).

Los conservadores de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) se frotan las manos. 'Tanto Gobierno rojiverde no podía acabar de otra manera. Alemania está sufriendo una profunda crisis de crecimiento', dijo Lothar Späth, el experto económico del equipo de Stoiber. Se olvida Späth de que ningún Gobierno del último cuarto de siglo ha podido detener el retroceso en el crecimiento alemán, sobre todo en los últimos años, que los expertos achacan al peso de la reunificación del país.

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Schröder ha intentado coger a todos los toros por los cuernos. Y para lidiar el más bravo, el paro, convocó una comisión de expertos al mando de Peter Hartz (la llamada comisión Hartz) para elaborar una reforma del mercado laboral. A mitad de agosto se presentarán los resultados. 'Será ésa una cita clave en la campaña', señalan en el SPD. Las críticas del otro lado no se han hecho esperar. Para el hasta hace no mucho jefe de los industriales alemanes (BDI), Hans-Olaf Henkel, la cosa está clara: 'Si este Gobierno no ha hecho nada en cuatro años, dudo que vaya a tener grandes ideas en cuatro semanas'. Stoiber ha montado, en respuesta, su propia comisión, Offensive 2002, con la que promete hacer lo mismo que Schröder, crear empleo, al tiempo que insiste en el empobrecimiento del Este.

Para Schröder, las puntualizaciones son importantes: 'Nosotros no hemos hecho nada nuevo, pero lo hemos hecho mucho mejor'. En su haber queda la normalización internacional (por primera vez, el Ejército ha intervenido en conflictos en el extranjero: Kosovo y Afganistán), el abandono de la energía atómica, la mejora en política medioambiental o la ley sobre la emigración, entre otras medidas.

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