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Reportaje:

Agujeros por un tubo en el gas ruso

Gazprom se rebela contra la UE, y exige mayores inversiones y diversificación de rutas y mercados

Pilar Bonet

Gazprom, el monopolio del gas ruso y la mayor compañía del mundo en su campo, no está satisfecha con el diálogo energético entre Rusia y la Unión Europea. Así lo indica Yuri Komarov, su primer vicepresidente y máximo responsable de las relaciones internacionales. Gazprom no quiere hipotecarse a su mayor cliente, la UE, y defiende la diversificación de rutas y mercados.

La compañía quiere incrementar sus exportaciones a Europa de 126.900 millones de metros cúbicos a 170.000 millones en 2008

'Reconocemos el deseo de los consumidores de tener diversidad de fuentes de aprovisionamiento. Nosotros, por nuestra parte, estamos interesados en la diversidad de rutas', afirma el ejecutivo. Tras asustar a Kiev flirteando con Varsovia, Moscú vuelve a apostar por Ucrania para el grueso de sus suministros hacia Occidente. Mientras tanto, han surgido problemas con la empresa de gas polaca PGNIG para financiar dos estaciones compresoras destinadas a incrementar la capacidad del gasoducto Yamal-Europa en territorio polaco.

Rusia, sin embargo, no renuncia a los grandes proyectos del futuro, tales como una segunda rama del gasoducto desde Yamal a través de Bielorrusia y Polonia, y un gasoducto nórdico, por el mar Báltico, señala Komarov. Junto con empresas italianas, Gazprom está construyendo el Torrente Azul, un gasoducto submarino, que ha de unir el sur de Rusia con Turquía por el mar Negro.

Gazprom, que extrajo 512.000 millones de metros cúbicos de gas en 2001, exportó ese año 126.900 millones de metros cúbicos a Europa (excluidos los países ex soviéticos) el año pasado y planea alcanzar un mínimo de 170.000 millones de metros cúbicos en 2008. Hoy, el 26% del gas que se consume en el continente europeo procede de Gazprom, señala Komarov. En el ámbito de la UE, esta cifra se eleva al 40%, según datos de la Comisión en Bruselas. Sin embargo, los dirigentes del gas ruso quisieran que los europeos apostaran más fuerte por el gas ruso e invirtieran en su producción. A la larga opinan que el gas ruso se verá favorecido por la coyuntura del crudo y el agotamiento de otras fuentes energéticas, como el gas noruego, de las que se nutre hoy la UE.

La columna vertebral del suministro del gas ruso a Europa está ahora en Ucrania, por donde pasa el 80% de las exportaciones (antes de que entrara en funcionamiento el gasoductoYamal-Europa en el 2000 transitaba el 94% de la exportación). Ucrania adeuda a Rusia 1.400 millones de dólares en concepto de suministros y Moscú acusa periódicamente a sus socios de robar el gas que pasa por su territorio. Este estado de cosas podría mejorar si prospera el acuerdo de intenciones firmado en junio por el presidente ruso, Vladímir Putin; el ucraniano, Leonid Kuchma, y el canciller alemán, Gerhard Schröder. Los tres dirigentes han puesto las bases para crear un consorcio internacional para el suministro estable de gas a Europa con participación de compañías de sus respectivos países. El consorcio, cuya estructura debe perfilarse en los próximos meses, vincularía los intereses del productor con los del principal importador europeo. La presencia alemana tranquilizaría a los nacionalistas ucranios, temerosos del afianzamiento de los intereses rusos en su territorio.

'A medida que se vaya desarrollando el mercado abriremos otras rutas', señala Komarov. Junto con socios europeos como Ruhrgas (que tiene el 5,3% de las acciones y un puesto en el consejo de administración de Gazprom) y Gas de France, el consorcio ruso ha participado en los concursos de privatización del sector del gas en los países centroeuropeos, como Eslovaquia o la República Checa. Esta actividad es parte de un proceso 'cuyo fin es crear una situación confortable en Europa desde el punto de vista de la seguridad energética', afirma el ejecutivo. La 'seguridad energética' es uno de los pilares del llamado 'diálogo energético' que Putin y la UE lanzaron en París en octubre del 2000. 'Por desgracia, el diálogo no está funcionando', afirma Komarov, pese a la reciente cumbre ruso-europea que llevó a Moscú a la comisaria de Energía, Loyola de Palacio. Las fricciones entre Gazprom y la UE tienen que ver con la filosofía y con problemas concretos. Como otros representantes del sector energético ruso, Komarov opina que la UE carece de un enfoque global a largo plazo de los problemas de suministro energético. 'Hemos propuesto organizar una mesa redonda en la que participe la Comisión de la UE, los círculos políticos rusos, el Gobierno, los productores de gas y las instituciones financieras', señala. El objetivo es 'ver cómo funcionará el mercado, cómo se pueden financiar nuevos proyectos y cómo compartir riesgos entre productores y consumidores', señala Komarov. La seguridad energética no es sólo un problema comercial, sino también 'político', opina. 'Debemos hablar de los principios para organizar la financiación y de la igualdad de oportunidades en el mercado'. A su juicio, la UE aborda la temática común 'de forma fragmentaria'. 'Con nosotros habla sobre todo el comisario Mario Monti, pero nosotros querríamos hablar no sólo de la competencia, sino de la seguridad y la estructura energética', sentencia.

Grandes inversiones

'El ciclo del gas es muy largo. Desde que se toma la decisión de invertir hasta el suministro del gas pasan de seis a ocho años', señala. Los proyectos que interesan a las empresas occidentales, como el gasoducto del norte a través del Báltico, exigen inversiones del orden de los 30.000 millones de dólares.

Los intereses de Gazprom en Europa hoy son más afines a los de los consorcios de gas de Francia y Alemania, que se resisten a la liberalización del mercado energético, que a los del consumidor. Los problemas con la UE afectan a los contratos a largo plazo que Gazprom tiene con Alemania, Austria, Francia e Italia, así como a la Carta Energética. Parte de los contratos a largo plazo de la compañía rusa tienen cláusulas de destino que impiden la reventa del gas a terceros. La Comisión ha intentado que Gazprom modifique estas cláusulas alegando que van en contra del mercado único. Gazprom, sin embargo, teme que el mercado único rebaje los precios del gas y le impida recuperar sus inversiones en infraestructura. 'Mientras no encontremos una alternativa, hay que conservar el viejo sistema', concluye Komarov.

Un amigo del presidente Putin

La gestión de la gigantesca compañía es todavía opaca, pese al relevo hace poco más de un año de su antiguo director, Rem Viájerev, por Alexéi Miller. Este hombre de confianza de Putin está tratando de que el Estado ejerza un mayor control sobre el consorcio, en el que tiene un 38,37% de las acciones y 6 de los 11 miembros de la junta directiva. Gazprom, que se valora en más de 25.000 millones de dólares, gasta una importante parte de sus ingresos en atender las enormes deudas heredadas, que a principio de este año eran de cerca de 5.400 millones de dólares, según Miller. A la hora de racionalizar sus finanzas, el consorcio es más proclive a pasarle la factura al consumidor ruso que a reducir sus gastos suntuarios. El aumento este mes de las tarifas del gas en un 15%, autorizado por el Estado, no permite a la empresa ser rentable en el mercado interior, donde los precios son inferiores a los de exportación, y las pérdidas previstas para este año, de 12.000 millones de rublos (387 millones de dólares). Gracias a la exportación, sin embargo, la compañía ha tenido unos beneficios globales de 2.400 millones de dólares.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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