Delicada y elegante comedia sentimental
Arranca Deliciosa Martha en elegante tempo de melodrama, pero deriva poco a poco, con exquisita gradualidad, hacia un tono optimista, que convierte al severo drama inicial en comedia, en una bella y noble comedia triste.
Todo gira en Deliciosa Martha alrededor de la composición que la magnífica Martina Gedeck -aquí la conocemos por su trabajo en la excelente La vida en obras, de 1996-, que hace de un personaje que al principio resulta un poco desorientador, casi chocante, pues no se aviene el oscuro y taciturno carácter de ese personaje con la luminosidad de la belleza de la actriz que lo da carne.
Sin embargo, Martina Gedeck borda con luz el retrato de una mujer oscura, retraida, escondida, casi hermética, en perpetua actitud defensiva y atrincherada en su trabajo de cocinera de un gran restaurante de Hamburgo. Nada, en primera mirada, relaciona a Martina Gedeck con la mujer que interpreta, pero, a través de la gradualidad de su composición, la actriz le va dando, gesto a gesto, una admirable verosimilitud, hasta el punto de que, una vez finalizado el filme, es imposible disociar a la creadora de la criatura.
DELICIOSA MARTHA
Dirección y guión: Sandra Nettelbeck. Intérpretes: Martina Gedeck, Maxime Foerste, Sergio Castellito, Sibille Canonica, Katja Studt, Oliver Broumis, Ulrich Thomsen, August Ziner. Género: comedia. Alemania, 2001. Duración: 107 minutos.
Un solidísimo guión facilita las cosas a una puesta en pantalla bien medida, llena de buen gusto, de notable firmeza en el trazo y gran solvencia en la mirada indagadora de los caracteres. Es un buen trabajo el de Sandra Nettelbeck, que hace un primoroso ejercicio de engarce de un reparto completamente vivo y perfectamente elegido. Sergio Castellito últimamente se encuentra en estado de gracia y aquí -en un par de escenas magistrales, de pura seda gestual, como aquella en la que logra hacer comer a la niña huerfana inapetente un plato de espaguetis- vuelve a desatar su refinado dominio de la ironía. Y se funde con la diáfana presencia de Martina Gedeck y los otros vivísimos personajes -sobre todo la pinche de cocina embarazada, el sobrio vecino arquitecto, la sobrinita huérfana, el alarmista director de la escuela, el psicoanalista pirado- en un tejido interpretativo cautivador por su sencillez. Pues, como se dice en este canto al gran arte de la cocina, al buen cocinero se le conoce en los platos sencillos.
Babelia
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