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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ambulancia-horno

En un lugar de Andalucía, pleno verano, mes de julio, cuatro de la tarde,... un amigo acudió a urgencias del centro de salud con su madre de 75 años, que se había mareado un poco, y me hizo el siguiente relato de su aventura:

Tras dar los datos al celador de puertas, nos pasan a una consulta, donde un doctor y la enfermera reconocen y empiezan a tratar a la paciente. Todo parece ir bien, pero el electrocardiograma no convence al galeno, y decide trasladarla al hospital. Empiezan las carreras:

-Manolo, arranca!

-Uff, responde el conductor, ¡vaya horita!

-Yo no voy, que vaya Juani, dice la enfermera en avanzado estado de gestación. Cualquier viaje de estos me provoca el parto.

-¡Venga, coño, vámonos!, exclama el doctor.

Yo me extraño de tanto ajetreo, pues el estado de mi madre no parece preocupante, así que me armo de valor y pregunto en recepción a qué se debe el follón.

-No, no pasa nada, si su madre esta bien, lo malo es la ambulancia.

-¿Tenemos que esperar a que venga?

-¡Ojalá!, por lo menos vendría fresquita.

-¿Entonces..?

-Mire, me responde el buen señor, la ambulancia lleva parada en la puerta desde la doce de mañana, a pleno sol, y dentro seguro que harán más de 50-60 grados. Todos los trabajadores de aquí tememos estos traslados a estas horas, porque hasta los enfermos se ponen peor, y el personal sanitario las pasa fatal para poder realizar su labor. Algunos hasta se marean, o como el caso de la embarazada, es un riesgo.

Al poco rato, corroboro todo lo explicado. Al abrir las puertas traseras para introducir la camilla, sale una bocanada de aire que parece proveniente del infierno. La sombra que aporta el habitáculo sólo empeora la sensación de calor que tenemos, al unirse el poco espacio al olor a medicación y plástico recalentado.

-Pon el aire, Manolo, exclama el doctor.

-¡Ya esta puesto!, pero como sabe, enfría poco. Aún no se ha recargado el gas.

-¡Coño!, exclamo al sentarme, si esto en vez de una ambulancia parece un microondas gigante con ruedas.

PD: La historia acabó bien. Mi madre llegó algo acalorada al hospital, donde le dieron el alta rápidamente. El personal sanitario y el conductor, tras beber abundante agua fresca, volvieron con resignación a su sauna para el viaje de regreso. Como dice el eslogan: ¿Andalucía imparable?, señor Chaves.

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