'El infarto crece en los países pobres a causa de las tabacaleras'
Dicen que Valentín Fuster duerme poco y trabaja mucho. En Santander, en dos días ha tenido tiempo para dar ocho charlas en el curso La aterotrombosis: bases moleculares en la prevención, diagnóstico y tratamiento, ha recibido la medalla de honor de la Menéndez Pelayo, ha leído el libro de José Luis Sampedro sobre la globalización. Fuster (Barcelona, 1943) es probablemente el cardiólogo español más famoso. Dirige el Instituto de Cardiología del Hospital Monte Sinaí de Nueva York y dice que está demasiado bien en EE UU, 'donde se trabaja mucho y se recibe más'. Añade: 'En España no habría que hablar tanto de la vuelta de los que están fuera como de sacar jóvenes investigadores'. Asegura que, aunque la gente tenga la percepción de que el cáncer causa más muertes, las enfermedades cardiovasculares le sacan muchos cuerpos de ventaja en la mortalidad.
'Prevenimos el segundo infarto con medidas caras, pero no el primero con educación'
Pregunta. ¿Aumenta la incidencia de infartos y enfermedades cardiovasculares?
Respuesta. Sí, en el Primer Mundo por la obesidad y la diabetes, pero también en los países en vías de desarrollo, y no sólo porque descienda la mortalidad por enfermedades infecciosas, sino a causa de que las tabacaleras se han ido allí a hacer su labor. Si se mira la mortalidad a una cierta edad hace 20 años y ahora, han aumentado las muertes que son consecuencia de enfermedades coronarias.
P. ¿Estamos enfocando bien el tratamiento?
R. No, porque el tratamiento más eficaz y más barato es la prevención, y ahí no se actúa tanto como se debería. Lo peor es que prevenimos con tratamientos muy caros el segundo infarto, pero no prevenimos con educación el primero, que sería lo más barato y eficaz. Es difícil concienciar a la gente de que tiene que dejar de fumar, pero hay que intentarlo. Hay que tratar de entender qué hace que una persona fume.
P. El año pasado vino a Santander y explicó lo mucho que se había avanzado en el estudio de las enfermedades coronarias, ¿y este año?
R. El 70% de lo que explico es nuevo. Seguimos aprendiendo sobre la apoptosis (o suicidio celular), que es un desencadenante del infarto. Los macrófagos (un tipo de células de la sangre) sirven para quitar la grasa de las paredes de las arterias. Cuando no pueden ejercer su función porque hay demasiada grasa, se suicidan y liberan un factor que hace que la sangre se coagule y se produzca el infarto.
P. ¿Y en el tratamiento?
R. Empezamos a saber que fármacos como las estatinas o los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), que llevamos usando muchos años, son efectivos y potentes porque actúan a más de un nivel. Además, en estos próximos años tenemos que ir a la combinación de fármacos. Hay que intentar bajar las LDL (el colesterol malo), pero también hay que subir las HDL (el bueno), que son las moléculas antitrombóticas más potentes que conocemos, y las tenemos todos. Las HDL tienen un gran futuro. Impiden que la célula segregue el factor de coagulación que lleva al infarto.
P. ¿Cómo está el diagnóstico?
R. Lo más importante es saber dónde hay un problema, con ayuda de técnicas como el TAC y la resonancia magnética, que nos permiten ver desde fuera cómo está la arteria por dentro. Además lo hacemos sobre personas que no han tenido ningún antecedente, sino que tienen dos factores de riesgo. Sirve de prevención. Les enseñamos la foto de sus arterias y les decimos: '¿No cree que es el momento de dejar de fumar?'. Los siete factores de riesgo son: obesidad, tabaco, falta de ejercicio físico, hipertensión, antecedentes familiares, diabetes y altos niveles de colesterol.
P. ¿Qué papel puede tener la genética en el tratamiento y la prevención?
R. Tendrá un papel importante, pero aún tardará años. En el último año hemos tomado conciencia de la difícil relación entre las enfermedades y los genes, de que todo está muy relacionado.
P. Usted firmó un manifiesto a favor la investigación con células madre embrionarias.
R. No, no, yo firmé un manifiesto a favor de utilizar en la investigación embriones que están congelados y que se van a destruir, pero creo que no hay que desdeñar otras vías, y que hay que investigar en células madre adultas. Es un tema muy delicado.
P. Al recibir la medalla de oro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, criticó que muchos estudiantes de medicina se enfocan demasiado a la tecnología y poco a los pacientes.
R. Es cierto, porque ahora mismo, en medicina, la tecnología es abrumadora, y al estudiarla uno puede tender a concentrarse sólo en ello. No ocurre sólo en España, pero a veces los jóvenes ven un paciente y les resulta un cuerpo extraño.
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