Paredes de cuento
Una fundación llena de dibujos los hospitales para mejorar la estancia de los niños
En los cuentos todo es posible. Las calabazas son carrozas, las boas se comen a los elefantes y los carpinteros salen intactos del vientre de las ballenas. Todo es posible, eso sí, gracias a la imaginación de los niños. Una fundación suiza ha decidido sacar partido a esa característica infantil para aliviar la estancia de los peques en los hospitales. Pincel en mano, sus pintores han llenado ya de historias las paredes de las plantas infantiles de 16 centros sanitarios en siete países. En síntesis, que Paint a smile (Pinta una sonrisa) ha inventado los cuentos de pared... o las paredes de cuento.
El objetivo es que si un chaval se ve obligado a pasar por un hospital, la experiencia sea lo menos traumática posible. 'Queremos transformar las paredes vacías en cosas agradables para los niños', explica Manuel Viola, director médico de la clínica El Ángel de Málaga, donde trabaja ahora Paint a smile. Y lo han conseguido. Las paredes del área de pediatría del centro están repletas de animalitos de colores. Los pintores de sonrisas llevan un par de semanas dibujando y todavía les queda otra más. La diferencia se nota. Por ejemplo, el tubo del oxígeno que entra en una de las habitaciones ha sido transformado en una manguera en manos de una mariquita que se troncha con su travesura.
La responsable de pediatría de la clínica, Mónica García, cree que la iniciativa beneficia a los críos, a las familias y a los médicos. A los niños y padres porque les reduce su ansiedad, y a los médicos 'porque si los pacientes están entretenidos es más fácil auscultarlos'. Cuando acabe el proyecto, también las batas de los médicos se llenarán de personajes y paisajes infantiles.
Los peques están encantados. Una niña de unos tres años, que se atasca y se niega a dar su nombre, deja claro que 'tí' le gustan los dibujos. Candela, más crecidita, no pierde el tiempo con preguntas y se pone manos a la obra. Con ayuda de Marc, uno de los seis pintores, traza la sombra de una palmera. Después contribuye a terminar un barco. Así va de dibujo en dibujo y al final mete el pincel en casi todo.
La filosofía de la fundación es que los niños participen. Antes de iniciar el trabajo, los pintores pasan una semana hablando con los médicos y conociendo la ciudad para introducir elementos propios del lugar. En las paredes del hospital malagueño se ve la Plaza de Toros, la Alcazaba, el Teatro Romano y mucha playa. Tampoco faltan los animalitos que juegan con el aparataje médico o que ejecutan los ejercicios que deben realizar los niños.
La idea de crear la fundación fue de Laura Cotton, una joven británica que en 1985 sufrió un grave accidente que la obligó a pasar bastante tiempo ingresada. 'Yo desperté, pero mi hermana murió. La fundación es mi manera de acercarme a ella', relata. Durante muchos años le dio vueltas a la idea, hasta que hace algo más de cuatro años surgió Paint a smile. Desde entonces, cuando ve las paredes blancas de los hospitales siente 'la misma sensación que cuanto te despiertas por la noche y tienes sed'.
Chemo Polavieja, el único español del equipo, encuentra la experiencia muy gratificante: 'Cuando los niños ven que estás pintando te preguntan, te sugieren colores. En definitiva, se desinhiben del planteamiento de hospital y se meten en la historia de la pared'.
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