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Entrevista:ENRIQUE COLLADO | Ejecutivo jubilado

'Pujol es el único nacionalista español'

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Cómo se ve la Comunidad Valenciana desde Madrid?

Respuesta. Yo me di cuenta de que era valenciano por el hecho de vivir en Madrid. Intelectual, emocional y políticamente me hice valenciano en Madrid.

P. ¿Qué le ocurrió?

R. Vi cómo funciona Madrid. Cuando trabajas en una empresa importante y conoces el Madrid que manda, sea en los negocios o en el Estado, y ves cómo trabaja, si no eres castellano tienes una reacción contraria porque ataca a lo que amas. España funciona desde Madrid y Madrid es la máquina que hace funcionar España.

P. ¿Y cómo trabaja?

R. No es que sea centralista: es peor. Madrid funciona como intrumento de los intereses castellanos y se aprovecha del resto de España. Es una máquina que trabaja para ellos.

P. ¿Deliberadamente?

R. Diría que espontáneamente, por instinto. La primera vez que oí hablar de una autopista a Valencia, en los años sesenta, el razonamiento era que había tres millones de madrileños y tenían que ir a la playa. Ni siquiera se pensaba en el puerto, que es el puerto natural de Madrid. Castilla es un pueblo interior y defensivo, y su única industria es la capitalidad. No discuto la unidad de España, pero para los castellanos es vital.

P. ¿Usted habla de un nacionalismo castellano, no español?

R. El concepto de nacionalismo español en realidad es la extensión del nacionalismo castellano.Es la asimilación del resto de España a la lengua, costumbres, ideario y a los ídolos de Castilla, pero eso en los castellanos se produce de modo natural, no elaborado intelectualmente. El único nacionalista español de verdad es Jordi Pujol. Es un catalán que piensa también en España y quiere una estructura nacional que funcione y donde Cataluña tenga su sitio.

P. Pero Madrid es un territorio saturado que no resiste más acumulación.

R. Por ejemplo, el agua. Ninguna ciudad del tamaño de Madrid está tan lejos de las masas de agua para tener una humedad relativa del 70%. París, Tokio, Nueva York, Roma... todas tienen lagos, ríos, mares. Madrid ha agotado todos los pozos de agua y está bombeando de Ávila. Esa sequedad ha creado una necesidad imperiosa en los madrileños de huir a la mínima hacia la costa. En vez de desarrollar una ciudad de calidad, fuerte, elitista..., por miedo a Barcelona se hizo una ciudad excesiva a costa de vaciar Castilla y Andalucía. La situación exige una solución política, porque las dos Castillas continúan perdiendo población sin parar.

P. ¿Cuál?

R. Duplicar la capitalidad o desviar servicios a Valladolid, Soria, Segovia, Toledo... para evitar su despoblamiento. De hecho, el mapa del AVE, que es el mapa de las Castillas, porque conecta con todas sus ciudades, va en ese sentido.

P. ¿Valencia puede aspirar a esa bicapitalidad?

R. Ésa es la otra opción que tiene Madrid, ya que Barcelona no puede ser porque se lo comería. Para empezar, Valencia es el puerto de la España central. A la velocidad de AVE, Madrid ya puede duplicar el aeropuerto internacional, como hacen las capitales de los Estados Unidos para evitar imprevistos de averías o catástrofes y poder mantener el flujo del tráfico. En ese sentido, la central de teléfonos española ya está a caballo de Madrid y Valencia desde que un atentado terrorista demostró que no podía estar sólo en Madrid. No se trataría de una doble capitalidad simétrica, sino una segunda capitalidad de apoyo en conexión. Y Valencia podría ser además el punto de relación de la España no castellana.

EN DOS TRAZOS

Enrique Collado (Valencia, 1932), trabajando en banca, cayó por casualidad en el mundo de la informática y quedó atrapado en esa telaraña profesional. Desde entonces se incorporó a IBM, empresa en la que ha desempeñado diversos cargos en Madrid, París y Nueva York, lo que ha ventilado su talento y ha amplificado su perspectiva. Ahora es un hombre libre que, con la raíz hundida en Faura, vive entre París y Madrid y dedica casi toda su energía a consumir información y reflexionar sobre la capital de España y sus relaciones con la periferia del Estado.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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