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Reportaje:

Arte de denuncia

Santiago Sierra retrata la situación de los inmigrantes cavando 3.000 'tumbas'

En una parcela de 1.200 metros cuadrados, 3.000 fosas con la dimensión de un ataúd se suceden en fila india proyectando la imagen de un camposanto sombrío y lleno de interrogantes porque no hay crucifijos, ni lápidas que lo identifiquen como tal. Se trata de la nueva obra que el polémico artista Santiago Sierra (Madrid, 1966) presentó ayer en la Fundación Montenmedio de Arte Contemporáneo, situada en el complejo turístico y deportivo de Montenmedio, en Vejer de la Frontera (Cádiz).

En una nueva vuelta de tuerca de su transgresora obra, Sierra no ha ahorrado dureza para denunciar la explotación laboral de los inmigrantes y el 'desastre humanitario' de las muertes en el estrecho de Gibraltar. Los inmigrantes son los grandes protagonistas activos y pasivos de su mensaje: son las grandes víctimas de su concepción radical del trabajo y de la tragedia de las pateras.

Sobre esta base, Sierra explica su obra 3.000 huecos de 180x70x70. 'Quería plasmar cómo el trabajador, cuando realiza su labor, está entregando parte de su vida, su voluntad a los intereses de otra persona, y más en el caso de los inmigrantes indocumentados, que se encuentran indefensos ante la explotación', explica Sierra, quien en un principio pensó en la ciudad californiana de San Diego, fronteriza con la zona mexicana de Tijuana, para presentar su obra. 'Allí también mueren muchas personas que intentan llegar a San Diego', dice Sierra, conocedor de esa cruda realidad como residente en México.

Con este trabajo, Sierra pretende dar un toque de atención al Gobierno español y al marroquí ante el drama de la inmigración clandestina. 'Aunque soy consciente de que el artista no tiene tanto poder para ello', matiza el artista.

Sierra ha elegido un lugar inmejorable para escenificar su manifestación artística de denuncia: una colina de la Dehesa de Montenmedio, en pleno paraje natural, desde donde se puede ver el norte de África y los 13 kilómetros de agua que separan a ambos continentes.

Y para escenificar el 'profundo estómago' del Estrecho que ya se ha tragado un número de vidas imposible de calcular, Sierra contrató a 20 inmigrantes africanos para que cavaran las 3.000 fosas. La fotografía ha rozado el escalofrío. 'He querido remarcar la situación que soportan estas personas que aceptan cualquier trabajo para sobrevivir', apostilla Sierra, quien no ha mantenido contacto alguno con estos inmigrantes.

'No me relaciono con las personas que trabajan en mis obras, pero han sido conscientes de lo que estaban haciendo. No entendían para qué ni por qué, pero sabían lo que hacían y qué significa', relata. 'Incluso me cuentan que alguno bromeó sobre si le iban a enterrar', concluye Santiago Sierra.

54 euros diarios por cavar las fosas

La obra de Sierra encaja a la perfección en el espíritu y la idea inicial que llevó a Jimena Blázquez, presidenta de la Fundación Montenmedio de Arte Contemporáneo, a abrir en junio del año pasado una exposición permanente de obras de arte al aire libre. 'Nos interesamos por la obra de Sierra por su permanente denuncia de la inmigración y la explotación del trabajador. Y en esta zona es muy evidente esa realidad social que muchas veces no queremos ver', afirma Blázquez, quien, al contrario que Sierra, sí se ha relacionado con los inmigrantes. Ella ha negociado el precio de su trabajo: 54 euros diarios durante el mes que han necesitado para cavar los 3.000 boquetes. Los 20 inmigrantes, asegura Blázquez, tenían documentación, y la mayoría de ellos, que se dedicaban a la venta ambulante, procedían de Nigeria y Senegal. Afirma que ha convivido con ellos en la dura labor física de ocho horas diaria bajo el sol.

A diferencia de otras obras de la fundación, este conjunto de boquetes tienen fecha de caducidad. En dos meses volverán a recubrirse, esta vez, con una pala excavadora. Pero el legado dramático de esta obra quedará inmortalizado en un vídeo de unos 20 minutos que Sierra ha grabado con imágenes únicamente del interior de las tumbas y con la sola compañía del sonido de los soplidos y rachas del característico viento de levante de la zona. Pese a ser una extensión de tierra abierta, Sierra agudiza así la sensación de claustrofobia.

Se trata de una de las producciones que se incorporan a este parque artístico, al igual que Secuencia Ridícula, de los hermanos Rosado Garcés. Son dos figuras sentadas en la rama de un árbol, con sus caras ocultas por máscaras y combinado con el sonido de aplausos.

Son obras que se suman a las ya existentes, como Transplantado -el tronco y las ramas de un árbol de aluminio sin hojas- de Roxy Paine o Concreteblok de Sol Lewitt. 'Tratamos de dinamizar el arte contemporáneo en la zona, apoyar a los artistas españoles y extranjeros que no han trabajo en España con proyectos específicos sin olvidar la situación política, social y geográfica en la que nos encontramos', concluye Jimena Blázquez.

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